Los apagones en Ecuador de 1992, 1993 y 2009 dejaron pérdidas económicas de USD 1 800 millones

Los apagones no son una cosa de ahora en Ecuador. Hace 30 años el país ya los vivió. El estiaje fue de tal magnitud que el gobierno de Sixto Durán Ballén dispuso adelantar los relojes una hora para que las actividades inicien más temprano.

Esa decisión, que hoy no es más que una anécdota, se aplicó desde el 28 de noviembre de 1992 hasta el 5 de febrero de 1993 y tenía como objetivo ahorrar 156 mil millones de sucres en importación de combustibles para las plantas termoeléctricas. Ese monto era equivalente a 87 millones de dólares de la época.

La hora sixtina, sin embargo, estuvo acompañada de apagones que provocaron un impacto económico de 600 millones de dólares en los sectores público y privado.

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En el 2009 el escenario se repitió. De nada sirvió que en enero de ese año se reconociera que el país vivía una crisis energética porque con esa alerta lo que se hizo fue iniciar un proceso de compra de motores de generación eléctrica a Cuba.

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Ya en noviembre, con el estiaje encima, se declaró el estado de excepción eléctrica y se viabilizó la importación de combustibles para las centrales termoeléctricas.

Los sectores productivos del país coincidían, en ese entonces, en señalar que los apagones les generaban pérdidas de 20 millones de dólares por día. La crisis duró dos meses. La afectación se calculó en 1 200 millones de dólares.

Hoy no se cuenta todavía con un cálculo de las pérdidas que podría generar un régimen de racionamiento eléctrico. Lo que sí está claro es que el sector industrial consume el 42,5% de la electricidad que se distribuye en el país. Y que ese golpe, igual que antes, tendrá una incidencia en los precios de distintos productos y también en el empleo.

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