Abdón Villareal, el primer comandante de los guías penitenciarios de Ecuador
Como exfuncionario del SNAI, cirticó la reducción de personal en el sistema carcelario del país.
Abdón Villareal, de 58 años, fue el primer comandante de los guías penitenciarios del Ecuador. Su período inició el 13 de agosto de 2019 y se retiró en noviembre del año pasado. Comenzó su carrera en el Servicio Nacional de Rehabilitación Social en 1991 y fue director de la cárcel del Turi, en Cuenca, en 2017. Es abogado y conoce a profundidad la realidad del sistema penitenciario del país.
Se han reportado incidentes violentos en las cárceles de Machala, Cuenca, Cotopaxi, Guayaquil y Esmeraldas, lo cual demuestra que no se ha terminado la crisis penitenciaria. ¿Qué está ocurriendo?
Analizar esta situación de las cárceles es muy complicado, tiene muchas situaciones que son difíciles. En todo caso, el mayor problema que tienen las cárceles es la falta de personal. Hay muy pocos efectivos y se han incorporado pocos agentes nuevos.
El SNAI anunció que se sumarán 1 400 guías adicionales este año, pero antes de eso ¿cuándo fue la última vez que se incorporaron más elementos?
El año anterior apenas hubo un pequeño ingreso, pero eso no ayuda en todo lo que se necesita para atender la seguridad personal, física y estructural de los centros.
¿Cuántos guías penitenciarios hay en la actualidad?
Hasta la época que yo estuve hubo 1 600 funcionarios, cuyas jornadas de trabajo se dividen en tres turnos. No es que todos laboran ahí en el día a día. Ellos tienen que rotar porque las condiciones son duras. Trabajar en el contexto de encierro es complicado, no tener alimentación y descanso adecuado es muy difícil.
¿Qué otro problema tienen?
No hay entrenamiento, capacitación. Es muy precario, muy bajo el sistema de capacitaciones.
¿En qué consiste?
Se necesita actualización porque el personal ingresa a la institución a través de un curso. Hay unos muy buenos, otros de rango medio y otros muy pobres en la preparación técnica. Como le digo, incluso se debe hacer la carrera para el personal técnico y administrativo. Ahí se ve un desfase en la aplicación de conocimientos, de agilidad en los despachos. Uno de los factores para reducir la población carcelaria es atender a tiempo los beneficios penitenciarios.
¿Al año les capacitan?
Si bien el SNAI procura dar cierto entrenamiento, este no alcanza, no es suficiente. Debe crearse una verdadera escuela de formación para que los aspirantes no tengan que seguir cursitos de dos o tres meses.
¿La formación se realizaba al apuro?
Sí. Entonces, no causa efectividad, es muy corto tiempo para el aspirante. Se debe entender el riesgo que conlleva esta profesión, la responsabilidad que tiene, el compromiso. Necesitamos verdaderas escuelas para que el personal haga conciencia, se enamore de lo que hace, no que venga por una necesidad de trabajar. Si bien es cierto el SNAI da una oportunidad de trabajo, a esto hay que ponerle corazón, alma, entrega y ser consciente de que si se entrega a esta profesión se tiene un alto riesgo para la vida y la libertad, porque puede darse una fuga de reos y las autoridades pueden detienen a toda una guardia.
Si bien el Gobierno está adquiriendo equipos, ¿qué más hace falta?
Tecnología como escáneres, cámaras, centrales de monitoreo actualizadas. Urge ir superando la tecnología que se tiene desde hace 10 años. Debe haber equipos de punta ahora.
¿La actual es caduca?
Completamente obsoleta por no decirle que casi no tenemos porque en cada amotinamiento lo primero que destruyen son los aparatos. Los presos se van contra las cámaras, escáneres, sensores, acaban con todo. Entonces, se tiene que trabajar en eso, reforzarlo o crearlo porque prácticamente está en cero. Lo poco que hay ya tiene poca capacidad, tiempo de uso.
¿Qué más hace falta para mejorar el sistema?
Más psicólogos, personal para el área jurídica, trabajadores sociales. Es un sistema en el que no se debe recortar personal. La reducción va en perjuicio de los privados de la libertad.
¿Hubo recortes?
De tiempo en tiempo están cambiando y crean la falsa expectativa de que se están creando fuentes de trabajo y solo rotan a los profesionales, pero cuando este personal aprende a trabajar en el sistema ya le toca irse. Creo que el Estado debe hacer la carrera penitenciaria para el personal técnico también. Otro asunto importante es dinamizar y fortalecer la Comisión de Administración Disciplinaria para que todos los actos de corrupción sean atendidos inmediatamente.
A través de la suscripción del decreto 813, en el año 2011, el entonces presidente Rafael Correa estableció la venta de renuncias y se incluyó a los agentes penitenciarios del país. ¿Esa medida fue efectiva?
Eso no se debió hacer. La idea era acabar con la corrupción y depurar, pero perdimos baluartes en el sistema, personal que sí tenía la iniciativa, gente que no tenía temor, pero así mismo había gente que sí debía irse. Para evitar esas medidas de shock se debe fortalecer la Comisión de Administración Disciplinaria para que asuma cada caso como lo señala el Código de Entidades de Seguridad Ciudadana y Orden.
¿Qué lección les dejó esa disposición?
Nos quedamos sin guías penitenciarios y nos dejó sin gente con experiencia, sin el valor adecuado que adquirimos para enfrentar y ponernos al frente.Pero ahora tener valor al tratar con presos es igual de peligroso que antes...Claro. Si un guía es muy estricto también le puede traer problemas porque la mentalidad de las personas privadas de la libertad (ppl) ha modificado mucho.¿De qué forma cambió?Antes se podía conversar con los ppl, cosa que hasta ahora se lo hace, pero hay una gran diferencia. Los internos de hace más de diez años atrás no estaban sometidos a grupos que estaban al margen de la ley. No había mafias...
Pero históricamente se conoce que siempre hubo mafias en las cárceles...
O sea, sí había grupos, pero se podía hablar, consensuar. Incluso había presos que le daban su palabra y la cumplían, yo tengo experiencia de eso.
¿No respetan a los guías?
Exacto. Los agreden y quieren matarlos, son muchas situaciones que ocurren en la actualidad. Por eso digo que la mentalidad y el proceder del privado de libertad han cambiado.
¿Cómo definiría usted a la personalidad del ppl actual?
Mucho más agresiva, sin valores, sin respeto a la autoridad.
¿No es raro hablar de valores con personas que cometen delitos?
Antes, los internos nos demostraban sus mínimos valores porque nadie les daba atención. Dese cuenta que muchos problemas se resolvían escuchándolos, conversando y ahora no. Ellos tienen los medios de comunicación, todas las noticias y formas para verle al mundo entero, pero lamentablemente eso está siendo mal utilizado.
Las autoridades encontraron los sitios en donde se encaletaron las armas en el Turi. Usted que fue director de ese centro de rehabilitación social, ¿cuál cree que fue la manera para que se ingresen armas de fuego? ¿en qué se está fallando?
Para que ingrese ese tipo de cosas al interior de un centro penitenciario debe haber la anuencia y descuido de alguien. Caemos también en la falta de la misma tecnología para detectarlo, establecer los mecanismos adecuados para que pueda ingresar todo eso. Un armamento de largo calibre siempre va a llamar la atención.
Si bien se retiró hace cinco meses, usted vivió una época dura de amotinamientos durante el Gobierno de Lenín Moreno y ahora en el de Guillermo Lasso. ¿Se veía venir la crisis carcelaria? ¿Tenían algún indicador o alerta?
El riesgo y peligro siempre se lo ha vivido y sentido, pero la explosión de este tipo de violencia en las cárceles se vino de un momento para otro. Es algo silencioso que se venía fraguando, que no se lo sentía inicialmente y explotó de un momento a otro. Bueno, ahí los sociólogos del país, los medios de inteligencia deberían dar una respuesta a todo eso porque al menos, desde mi punto de vista, yo diría que son factores sociales externos que impulsaron a ese tipo de situaciones.
¿Cuáles factores?
Que traten de caotizar a la sociedad, o a través de estos grupos que operan al margen de la ley traten de vendernos temor y gobernar el país con miedo.
Me dice que sentían que algo se fraguaba. ¿Qué indicios tenían?
Síntomas de violencia atípicos. Antes lo común era una pelea con cuchillo por ahí o bajos niveles de extorsión. Ahora hay un alto nivel de extorsión y los ppl que están al frente de estos grupos lo hicieron como modo de vida. Por eso el resto de internos vive en zozobra.
¿Qué otro factor?
Ahora todo es más descompuesto con armas de alto calibre, granadas. Es como si quisieran establecer una guerra al interior de los centros.
¿Uno de los indicadores fue ver una gran cantidad de armas de grueso calibre?
Ahí se comenzó a sentir mayor riesgo y peligro. Si comenzó así había que imaginarse que iba a explotar esa situación.
¿Qué otro aspecto?
El cambio de conducta de los reos, la falta de valores. Comenzar a cometer crímenes por demás deleznables en Ecuador, demás agresivos sin Dios, ni ley, ni respeto al ser humano. Luego explotó y estamos viviendo todo esto.
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