29 jul 2024 , 13:21

El puerto de Esmeraldas: alta nómina y baja actividad

Apenas 46 buques llegan a este puerto cada año. Aquí hay 270 trabajadores que le representan USD 2 millones al Estado.

   

Después de la pandemia del covid-19, Ecuador perdió el único puerto público por donde se importaba y exportaba mercaderías, que además le dejaba al fisco al menos 15 millones de dólares anuales.

El puerto de Esmeraldas fue hasta el 2014 un polo de desarrollo importante para esa provincia y todo el norte del país. Tenía, entre otras cosas, la capacidad de acopiar hasta 100 000 contenedores que llegaban por importaciones en buques de gran calado, o se podía sacar unos 300 000 contenedores con mercancías hacia el resto del mundo.

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Este puerto llegó a recibir en su máxima capacidad hasta 27 000 toneladas de vehículos y partes automotrices, sin contar las mercancías al granel y las toneladas de acero que por ahí se comerciaban. Hoy, el puerto de Esmeraldas es un puerto fantasma.

Nunca le hicieron un dragado de sedimentos completo, técnico y legal. Al contrario, mediante contratos cuestionados se han desviado fondos públicos y hoy la arena impide que los barcos entren a la dársena.

El puerto tiene muelles y patios enormes que llevan seis años subutilizados. Ahí se oxidan máquinas como la trituradora de chatarra o la astillera de eucalipto, que llenaban buques con esa materia prima de exportación.

Pero hay otras áreas que impresionan.

Los espacios del puerto de Esmeraldas y las bodegas lucen completamente vacíos. En sus mejores tiempos este puerto llegó a ser el segundo más importante en la economía del país, llegó a movilizar 1,2 millones de toneladas de carga comercial. Hoy apenas se movilizan 113 000 toneladas y llegan 46 buques al año, por eso la actividad es nula.

Son hasta tres barcos pequeños los que aún alcanzan a pasar por el estrecho puerto para traer soya de importación y llevar aceite de palma.

Así, el puerto de Esmeraldas es el rostro de la desidia, la corrupción y la injerencia política en los sectores estratégicos.

En el puerto fantasma lo que sí hay son 270 funcionarios públicos sin funciones. Una nómina que le representa al Estado dos millones de dólares anuales. Según el gerente de la Autoridad Portuaria de Esmeraldas, Rafael Plaza, se encargan de la limpieza y el mantenimiento de las áreas abandonadas. Asimismo, se entrenan -según dice- para el día en que se reactive el puerto.

El mayor desvío de los recursos del puerto siempre ha sido por las asignaciones para el retiro de sedimentos.

Desde el 2011, un enorme banco de arena empezó a obstruir el acceso náutico que paulatinamente fue provocando la huida de los clientes del puerto. Los barcos de gran calado requerían profundidades de 12 metros, pero ahora solo se alcanzan los seis metros en lo más profundo. Las empresas navieras migraron al sur de Guayaquil, Posorja, Manta y Puerto Bolívar (Machala). Los grandes buques solo pasan por Esmeraldas.

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Hoy pocos esperan la llegada de un barco pequeño que les dé un trabajo ocasional. Cada vez eso es menos frecuente.

En el puerto solo están barcos remolcadores por si acaso algún importador grande quiera aparcar por ahí. Suelen llegar entre dos y cuatro barcos aceiteros al mes. Es para lo que hoy sirve esta infraestructura abandonada.

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