¿Huevos fritos? Quizás no... ¿Y por qué no hacemos un pescado o unas papas fritas?
La respuesta a esa pregunta se está volviendo cada vez más difícil en la medida que los precios de los aceites vegetales —y especialmente el de girasol— han escalado tan alto que se han vuelto un lujo en la cocina.
Tan alto, que algunos consumidores se quejan y también se ríen en las redes sociales con mensajes como "vendo camisa con manchas de aceite".
En Chile, por ejemplo, es más barata una botella de pisco (la bebida alcohólica más común en el país), que una de aceite en algunos supermercados.
Y en México es el producto cuyo precio más ha aumentado dentro de la canasta de alimentos que mide el Instituto Nacional de Estadística (INEGI).
En Reino Unido, España, Italia o Alemania se han aplicado políticas de racionamiento, con algunos supermercados poniendo un tope de compra de entre uno y tres litros por persona al día.