La luz que se usa en las islas se genera en su mayoría de centrales termoeléctricas que necesitan diésel. La energía solar o eólica no abastace a la población.
A pesar de la severa crisis energética que ha afectado a Ecuador continental en los últimos meses, la provincia de Galápagos ha logrado mantenerse al margen de los apagones. Esta estabilidad se debe a una planificación energética independiente, pues el archipiélago no forma parte del Sistema Nacional Interconectado.
La luz que se usa en las islas se genera -en casi un 90 %- de centrales termoeléctricas, que necesitan combustibles fósiles como el diésel para funcionar. El 10 % restante se genera de fuentes renovables como paneles solares o plantas eólicas. El archipiélago no depende de hidroeléctricas, como en Ecuador continental.
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En Galápagos hay cuatro centrales térmicas, dos parques eólicos y cinco plantas fotovoltaicas distribuidas en las cuatro islas pobladas: Santa Cruz, San Cristóbal, Isabela y Floreana. En las islas habitan unas 30 000 personas, según el último censo del INEC.
Una de las grandes barreras para la transición completa a energías limpias en Galápagos es la capacidad limitada de generación de estas fuentes. Aunque se han implementado proyectos de energía solar y eólica, estos sistemas no pueden generar electricidad suficiente para abastecer la demanda diaria. Por ejemplo, las fluctuaciones en la generación de energía eólica y solar, debido a la variabilidad del clima, obligan a las islas a tener una fuente de respaldo confiable como la termoeléctrica, que puede funcionar de manera continua.
Otro factor que influye en la dependencia de la energía termoeléctrica es el costo y la complejidad para ampliar la infraestructura de energías renovables. Instalar plantas solares y eólicas a gran escala en un territorio insular protegido como Galápagos implica altos costos de inversión inicial, así como estrictos controles ambientales para minimizar el impacto en los ecosistemas únicos de las islas.
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A pesar de los avances en sostenibilidad, como la creación del parque eólico en San Cristóbal y la planta solar en Isabela, la realidad es que estas fuentes limpias aún no han podido sustituir completamente la energía termoeléctrica. El Gobierno y diversas organizaciones internacionales han expresado su intención de reducir la dependencia de combustibles fósiles, pero la transición requiere más tiempo, inversión y tecnología adecuada para las condiciones del archipiélago.
Mientras en Galápagos se analiza cómo implementar sistemas eléctricos más amigables con el medio ambiente, en Ecuador continental se piensa cómo obtener luz de cualquier forma y tratar de paliar el impacto de los apagones, que el 23 de octubre cumplen un mes y que dejan millonarias pérdidas.
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