El Vaticano calcula cerca de tres millones de peregrinos en las calles de Roma.
"Vinimos a dormir aquí para poder entrar en cuanto abran", le dice a BBC Mundo Javier Velarde, vestido con un poncho rosa con la imagen de la Virgen de Guadalupe y una gorra en la que, bajo un Sagrado Corazón puede leerse: "Creo en Dios".
Habla bajo porque en un banco cercano, tapado con unas mantas, duerme -o lo intenta- su mujer. "Ella es muy devota de Juan Pablo II. Es nuestro Papa", comenta este mexicano afincado en Tucson, Estados Unidos, desde hace 52 años.
No resulta fácil dormir en el parque que rodea el Castel Sant'Angelo, donde cientos de peregrinos pasan la noche en un ambiente festivo a la espera de que se abran las puertas de la Via de la Conciliazione, que conduce hasta la plaza de San Pedro.
Allí, dos retratos de Juan Pablo II y Juan XXIII , los papas número 264 y 261, respectivamente, presiden la fachada de la Basílica.
Su doble canonización, la primera en la historia de la Iglesia, es lo que ha atraído hasta Roma a Javier.
Y a las decenas de jóvenes que cantan bajo los pinos del parque.
"Hemos venido sin nada, pero creemos que esta es una ocasión perfecta para vivir una experiencia juntos", cuenta Quique, un adolescente que llegó con la Diócesis de Valencia, España, y que lleva una guitarra al hombro.
Como ellos, son cientos los latinoamericanos y españoles que esperan en una noche húmeda y cálida -llovió y se despejó a lo largo de la tarde- para poder asistir lo más cerca posible del escenario -que ya está preparado frente al a puerta de San Pedro- a la ceremonia de santificación de los dos Sumos Pontífices.
Dos Papas
Juan XXIII, a quien llamaban "el Papa Bueno", ocupó la Silla de San Pedro entre 1958 y 1963. Cinco años en los que convocó e inició el Concilio Vaticano II, el evento que muchos consideran cambió la cara de la Iglesia del siglo XX y la sometió a un proceso de adaptación a la modernidad.
Quizá más popular entre los peregrinos, Juan Pablo II dirigió la Iglesia entre 1978 y 2005, el segundo papado más largo de la historia. Y la suya es considerada la canonización más rápida de la historia moderna de la Iglesia.
El funeral de Karol Wojtyla el 8 de abril de 2005 se convirtió en un evento masivo al que acudieron cientos de miles de fieles.
Cuatro millones de botellas de agua
Para esta doble canonización, el Vaticano calcula en cerca de tres millones de peregrinos en las calles de Roma. Una aproximación más conservadora -y quizá más realista- habla de alrededor de un millón.
93 representaciones internacionales -de las cuales 16 son latinoamericanas- ocuparán los asientos dispuestos en la primera línea. Detrás, en un desorden bullicioso, se ubicará el público en general.
Y para atender a esta marea humana, el Vaticano y el ayuntamiento de Roma han movilizado a más de 2.400 agentes de policía, 100 ambulancias y 2.500 voluntarios que repartirán unos cuatro millones de botellas de agua y 150.000 programas litúrgicos para seguir paso a paso la ceremonia.
Así será la canonización
La canonización -cuyo inicio está previsto para las 10 de la mañana hora romana y podrán ver en vivo en BBC Mundo- comienza con una serie de lecturas e himnos que preceden al rito de canonización propiamente dicho, que empieza con una letanía en la que invoca a los santos.
Y prosigue con tres "peticiones" en latín con las que Angelo Amato, el cardenal prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos -el "ministerio" vaticano encargado de los procesos de canonización- solicita al Sumo Pontífice que declare santos a los dos candidatos.
El Papa responde con una fórmula en latín y concluye con un: "Lo ordeno".
En ese momento, Karol Wojtyla y Angelo Roncalli serán, oficialmente, santos de la Iglesia católica. A continuación, Francisco oficiará una misa.
Esta es la ceremonia oficial, pero para muchos de los peregrinos que vinieron a Roma, la celebración comenzó muchas horas antes.
La “noche blanca”
Durante la noche del sábado al domingo, 11 iglesias romanas abrieron sus puertas para una vigilia de plegarias, procesiones y confesiones en diversas lenguas.
En la iglesia Santo Nombre de Jesús, llena hasta rebosar, bajo los imponentes frescos barrocos, los cánticos y las oraciones fueron sobre todo en español.
"Este es un encuentro profundo con Cristo. Esto ayuda a crear situaciones en las que Dios puede llegar al corazón con más facilidad", le dice a BBC Mundo, sentado en el suelo de la iglesia, Ignacio, de San Sebastián, en España, quien es demasiado joven para recordar el papado de Juan Pablo II.
No es el caso de Cristina, una argentina que luce orgullosa un banderín de su país. "Juan Pablo II ha acompañado mi matrimonio de 31 años. Nos atrapaba", afirma.
Pero fue unas calles más allá, en la plaza Navona, donde tuvo lugar la vigilia más numerosa: la de los polacos.
Frente a la iglesia de Santa Inés, cientos de ellos, de todas las edades, cantaron y entonaron canciones en recuerdo de Karol Wojtyla.
"Juan Pablo II es una de las personas más importantes de la historia de Polonia", asegura Rosetta, una joven que vino desde Cracovia junto a su pareja.
Para muchos de los peregrinos, esta velada de vigilias fue, como la llamó el Vaticano, una "noche blanca", la antesala en la que compartieron la espera por el día en que Juan Pablo II y Juan XXIII se convirtieron en santos.
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