Ancón, parroquia peninsular que guarda la historia del petróleo ecuatoriano
Ecuador lleva más de 100 años produciendo petróleo desde Ancón, por una iniciativa de Eloy Alfaro.
¿Sabía usted que el Ecuador lleva más de 100 años produciendo petróleo, que el iniciador de esto fue el general Eloy Alfaro, y que la explotación de este mineral inició en la península de Santa Elena? “Ecuador sobre ruedas” llegó a la parroquia Ancón, que nació como un campamento petrolero.
En Ancón parece que el calendario se detuvo en los inicios de 1900, cuando nacía como un campamento minero de Anglo Oilfield Company. En toda la península, hay 2.882 pozos petroleros.
Más de cien años han pasado de ese primer barril, y de la tierra sigue saliendo crudo. William Swanson es el superintendente de producción de Pacifpetrol, su abuelo trabajó en esos campos con los ingleses, pero la historia se remonta más atrás, a los tiempos de los aborígenes que llamaban Copei al petróleo que fluía naturalmente desde la profundidad de esa tierra.
Los petroleros ingleses que llegaron en 1911 se fueron porque estaban ocupados en los asuntos propios de la Primera Guerra Mundial y volverían 11 años después para desarrollar su inversión y con ello a Ancón, para extraer el mejor petróleo del país.
De todas partes del país llegaron manos para trabajar en la industria; se formaron barrios que llevan los nombres de los distintos lugares de origen. Uno de ellos es el barrio Guayaquil, cuyas viviendas eran las barracas donde habitaban los obreros. Martha Pilco es la presidenta de la junta parroquial de Ancón y responde a la primera pregunta que se le puede ocurrir a cualquiera que visite esta poblado de 3 mil 200 habitantes. ¿Por qué si Ancón es la cuna de la industria petrolera ecuatoriana es un lugar al que le faltan tantas cosas? “Hablemos de los gobiernos de turno de antes, no hemos sido atendidos, hay mucho que hacer, nos falta alcantarillado”.
La presencia inglesa marcó a Ancón, el barrio en el que habitaron se mantiene intacto, barrio exclusivo en esa época donde destaca la arquitectura y el buen estado de las viviendas. Jimmy Morgner conoce mejor que nadie la historia de Ancón. Su casa mantiene hasta los muebles de ese entonces, y guarda también otros tesoros (llave inglesa), en la cocina, calefón y cocina son los mismos en que cocinaban los misters.
Al final de la vía está el club Ancón, donde se reunían solo los jefes; para los trabajadores había otros dos clubes. Allí se hacían fiestas en honor de la reina y se practicaba el deporte blanco. Ese era el nivel de Ancón en ese tiempo, con un cine que exhibía estrenos meses antes de que llegaran a Quito o a Guayaquil, y hoy solo tienen un fantasma, un héroe y el equivalente a los molinos de viento por donde van en bandolera, no solo los vientos sino también sus sueños de progreso.
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