Sufren de sobrepeso y han logrado convertir su problema en una propuesta estética.
Muy lejos de las siluetas esbeltas de la danza clásica, un grupo de cubanas repite los movimientos del Lago de los Cisnes. Sufren de sobrepeso y han logrado convertir su problema en una propuesta estética.
En el país de la célebre bailarina Alicia Alonso, famosa por el rigor militar en busca de cuerpos perfectos, este grupo llamado "Danza Voluminosa" está sobre los escenarios desde 1996.
Su creador Juan Miguel Mas, formado en danza contemporánea, también busca movimientos perfectos pero adaptados a personas obesas.
Mas se fijó la idea de trasladar su experiencia artística a cuerpos "blandos y anchos" como el suyo, según explica a la AFP este hombre corpulento de 50 años que lleva una discreta coleta.
"Se me ocurrió la idea de crear un espacio donde esas personas pudieran entrenarse, desarrollarse y crear danzas a partir de estos cuerpos", señala.
Desde hace 20 años, al menos dos veces por semana, este coreógrafo convoca a sus bailarinas a su pequeño apartamento, en el popular barrio de Marianao, en La Habana, para exigentes ensayos.
Después de una sesión de estiramientos, las bailarinas realizan movimientos simples y elegantes. Nada de saltos ni acrobacias, apenas flexiones y movimientos de brazo. Actualmente ningún hombre forma parte del ballet que dirige Mas.
A estas bailarinas aficionadas les cuesta a veces mantener el equilibrio con la pierna estirada hacia atrás, incluso se quejan de dolor cuando por pedido del coreógrafo deben dejar en suspenso algún movimiento por algunos segundos.
Nuestras danzas no "van a ser iguales que las danzas de las personas delgadas, porque tenemos otro peso, otro estado físico", explica Mas.
Además, añade, durante estos 20 años ha investigado sobre el cuerpo voluminoso para que se mueva "estéticamente mejor", para "hacerlo rendir a partir de estas características".
- "Los gordos no bailan ballet" -
"Danza Voluminosa" ha actuado varias veces frente al público, y enfrentado reacciones diversas.
En las "primeras funciones había un silencio sepulcral. Algunos se levantaban y se iban y algunos se reían (...), pero cuando la gente vio el desarrollo de nuestro trabajo, lo fuerte que era y que había detrás todo un entrenamiento, un sentido estético, al final aplaudían mucho", recuerda Mas.
"Logramos ganar un público", se felicita. Rubí Amaro, una bailarina de 34 años, corrobora con orgullo las palabras de su coreógrafo: "Ya nadie se burla, prestan atención".
En este grupo de danza no hay límites de peso. Cada bailarín puede estar entre los 100 y 120 kilos.
"Siempre me gustó el ballet clásico, pero las gordas no bailan el baile clásico (...) La personas obesas siempre están muy estigmatizadas por la sociedad", lamenta Maylin Daza, una ama de casa de 36 años.
Lejos de amilanarse, Daza, de estatura imponente, buscó entonces a personas con apariencia similar que compartieran los mismos gustos.
- "Perdimos compañeras por obesidad" -
Hasta hace unos años la compañía de "Danza Voluminosa" llegó a tener hasta 20 bailarines, pero ahora son solo siete tras una serie de deserciones y dos muertes recientes.
"No ha sido una trayectoria tan fácil, perdimos compañeras por la misma obesidad", recuerda Daza.
En Cuba, un 44,3% de sus 11 millones de habitantes tiene sobrepeso o sufre de obesidad, según estadísticas de 2012 del Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional (Sisvan).
Sin embargo, para el director de este inusual grupo de ballet las páginas tristes de esta historia no lo desalientan. Todo lo contrario.
Esto "nos ayuda a sentirnos saludables, a no abrir la puerta a esas enfermedades que trae consigo la obesidad", afirma.
Sin embargo, aclara que su compañía no es una alternativa para reducir talla.
"No es que tú vengas aquí a bajar de peso, sino que vienes aquí a sentirte bailarín; a expresar ese bichito artístico que uno lleva adentro a través de la danza".
La semana pasada, la compañía de Mas tuvo la oportunidad de actuar en el prestigioso Teatro Nacional de La Habana por iniciativa de un grupo de estadounidenses que llegó al país como parte de un convenio entre la Universidad de Massachusetts y la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
Metidas en sus tutús, con medias elásticas y largos guantes blancos, interpretaron para unos pocos privilegiados una de las piezas más famosas de ballet, el Lago de los Cisnes, y otras contemporáneas.
"¡Ya estoy en mi ballet clásico!", exclama Daza con la frente perlada de sudor.
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