Trump cree en una vacuna en pocos meses, mientras Europa sale a tomar el aire
Donald Trump dijo el viernes que espera contar antes de fin de año con una vacuna contra la COVID-19, que continúa su carrera mortífera en Estados Unidos, mientras otros países comienzan a retornar a cierta normalidad, con la reapertura de cafés en Sídney y Viena y el regreso del fútbol en Alemania, aunque sin espectadores. "Esperamos tenerla para fin de año si podemos, quizás antes", dijo el presidente de Estados Unidos. "Creemos que vamos a obtener muy buenos resultados muy rápidamente", agregó ante periodistas en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca.
Donald Trump dijo el viernes que espera contar antes de fin de año con una vacuna contra la COVID-19, que continúa su carrera mortífera en Estados Unidos, mientras otros países comienzan a retornar a cierta normalidad, con la reapertura de cafés en Sídney y Viena y el regreso del fútbol en Alemania, aunque sin espectadores.
"Esperamos tenerla para fin de año si podemos, quizás antes", dijo el presidente de Estados Unidos. "Creemos que vamos a obtener muy buenos resultados muy rápidamente", agregó ante periodistas en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca.
Luego matizó su optimismo. Combatir el nuevo coronavirus "no es un tema solamente de vacunas", dijo.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) dijo el jueves que una vacuna podría estar disponible en un año, según un escenario "optimista".
Más de 100 proyectos fueron lanzados en el mundo y una decena de pruebas clínicas están en curso, cinco de ellas en China, para intentar encontrar un remedio a la COVID-19.
Pero esta carrera atiza la rivalidad y las tensiones internacionales.
El presidente francés, Emmanuel Macron, expresó su deseo de que la búsqueda de una vacuna no se vea sometida a "las leyes del mercado". La Unión Europea insistió para que sea considerada "un bien de utilidad pública" y que se asegure un acceso "equitativo y universal" a ella.
La covid-19 ha contaminado por lo menos a 4.503.811 personas y matado a 305.424 en todo el mundo, según un recuento realizado el viernes por la AFP basado en fuentes oficiales.
Más de cinco meses después de la aparición de la enfermedad en China, el planeta se está acostumbrando a vivir con el nuevo virus, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) podría "no desaparecer nunca".
Los esfuerzos se intensifican para intentar relanzar alicaídas economías que han ingresado en una fase de recesión sin precedentes.
Alemania, la locomotora europea, confirmó el viernes una caída del 2,2% de su actividad en el primer trimestre y prevé que el retroceso llegue al 6,3% en el conjunto del año.
De acuerdo con la Organización Mundial del Comercio (OMC), el comercio internacional debería conocer "caídas de dos dígitos" en volumen en casi todas las regiones del planeta.
En Washington, la Cámara de Representantes debe votar este viernes un plan de asistencia histórico de más de tres billones de dólares para luchar contra los efectos económicos de la pandemia.
Pero el texto presentado por los demócratas ya ha sido rechazado por Trump y los republicanos, mayoritarios en el Senado.
En Estados Unidos, el país más afectado por la pandemia, con más de 87.000 muertos, el desempleo alcanza al 15% de la población activa, un récord.
Aunque el desconfinamiento comenzó el viernes en parte de Virginia y Maryland, Nueva York, el pulmón económico del país y epicentro nacional del virus, con más de 20.000 fallecidos, permanecerá confinada hasta el 28 de mayo como mínimo.
"Todas las razones por las cuales uno decidió venir aquí (a Nueva York)- restaurantes, conciertos, etc.- han desaparecido", dice Han Robert, un técnico informático de 49 años.
Pionera en materia de desconfinamiento, Austria dio un paso simbólico este viernes y reabrió restaurantes y cafeterías.
"Para nosotras fue difícil que estuviera cerrado todo esto tiempo, lo echábamos de menos", dijeron Fanny y Sophie, dos estudiantes de 19 años en el Café Goldegg de Viena.
También en Sídney y en Berlín la reapertura de bares y restaurantes se esperaba con impaciencia.
Otra novedad es la vuelta del fútbol a los estadios, aunque sin público.
El campeonato de Alemania, el primero de los torneos suspendidos por la pandemia que se retoma en el mundo, debe probar a partir del sábado que el deporte profesional es capaz de convivir con el nuevo coronavirus.
Para limitar el peligro de contaminación, los equipos estarán sometidos a drásticas medidas sanitarias y debieron permanecer en aislamiento durante toda esta semana.
"El mundo entero nos está observando", subrayó el entrenador del Bayern Munich, Hansi Flick, consciente de que una experiencia exitosa en su país sería "una señal para todas las otras ligas".
La pequeña Eslovenia, el primer país europeo que declaró el fin de la epidemia en su territorio, anunció que reabría sus fronteras.
También Irlanda anunció que empezará a levantar a partir del lunes su confinamiento, con una flexibilización progresiva que durará hasta agosto, aunque impondrá 14 días de cuarentena a los viajeros extranjeros.
España ya empezó a aplicar la misma medida, con obligación a los que llegan de tomarse la temperatura y una cuarentena voluntaria de 14 días.
La basílica de San Pedro, en Roma, reabrirá sus puertas el lunes tras una completa desinfección y aplicando las mismas reglas sanitarias vigentes en Italia.
Sin embargo, las medidas de distanciamiento social siguen vigentes en todo el mundo.
En Francia, donde se han registrado más de 27.500 fallecidos, los ciudadanos aprovecharán el primer fin de semana de desconfinamiento para tomar el aire.
El país sigue regido por numerosas restricciones, aunque se autorizó el acceso a playas, y el primer ministro, Édouard Philippe, invitó a la población a empezar a planear las vacaciones estivales.
Por otro lado, Francia anunció este viernes la primera muerte de un niño por una enfermedad parecida a la de Kawasaki, que se cree que podría estar vinculada al nuevo coronavirus.
En Italia, donde algunas playas reabrirán también tras largas semanas, la ausencia de actividad turística se hace sentir especialmente en Venecia, donde hasta las palomas han huido de la plaza de San Marco.
"Sin turistas Venecia es una ciudad muerta", dice Majuro Sambo, un gondolero de 66 años.
En América Latina, donde hay más de 26.000 muertes y más de 470.000 casos oficialmente diagnosticados, Brasil es el país más afectado, con casi 15.000 decesos.
Una crisis que llevó al ministro de Salud, Nelson Teich, a presentar su renuncia el viernes, alegando "incompatibilidades" con el gobierno del presidente Jair Bolsonaro, quien se opone a medidas de confinamiento contra el nuevo coronavirus, indicaron fuentes del ministerio a la AFP.
Teich permaneció menos de un mes en el cargo. Había sustituido el 17 de abril a Luiz Henrique Mandetta, destituido por Bolsonaro, igualmente por discrepancias sobre el coronavirus.
En agosto, Brasil podría llegar a 90.000 fallecidos a causa de la pandemia, según una proyección del centro estadounidense que asesora a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que anticipa que para ese entonces, México, Perú y Ecuador rozarán los 6.000 fallecidos y Argentina, en cambio, sufrirá unos 680 fallecidos.
En África, las consecuencias podrían ser especialmente devastadoras a pesar de que, por el momento, sólo se han registrado oficialmente 2.500 decesos. Un estudio de la OMS publicado el viernes proyecta sin embargo hasta 190.000 muertes en el continente.
En Bangladés, a su vez, la aparición de un primer caso de covid-19 en uno de los inmensos campamentos de refugiados rohinyás hace temer "una pesadilla", de acuerdo con Daniel Suivant, integrante de la ONG Refuges International.
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