Francia tomó medidas extraordinarias para evitar la tragedia de la ola de calor de 2003.
Desde París a Berlín y Málaga, las ciudades europeas intentan proteger a sus habitantes del calor extraordinario que golpea el continente y que algunos medios describen como "infernal".
En Alemania el calor es tan intenso que comenzó a derretir una carretera en el centro del país, lo que llevó a las autoridades a reducir los límites de velocidad.
La temperatura llegó el miércoles a 38,6 grados en la localidad alemana de Coschen, cerca de la frontera con Polonia.
En Francia las escuelas permanecen cerradas y se espera en algunos sitios en el sur una máxima de 44,1 grados el viernes.
Tres personas fallecieron en playas francesas cuando se zambulleron para intentar refrescarse. Aunque no se confirmó que las muertes se deban estrictamente a la ola de calor, las autoridades advirtieron sobre los peligros del "choque térmico", especialmente en el caso de personas mayores, que puede producirse cuando el cuerpo caliente entra al agua de una temperatura considerablemente menor.
Las autoridades francesas crearon "refugios frescos" e instalaron cientos de fuentes adicionales de agua en París, para impedir una repetición de la devastadora ola de calor de 2003 que causó al menos 15.000 muertes en el país.
Pero esa ola se produjo en agosto. Y algunos expertos señalan que la actual ola de junio puede ser especialmente peligrosa porque la gente ha tenido menos tiempo para adaptar gradualmente su fisiología al calor del verano.
En su informe conjunto de 2015 sobre olas de calor, la Organización Meteorológica Mundial y la Organización Mundial de la Salud señalaron que las olas de calor más temprano en el verano están asociadas con mayores niveles de mortalidad que las que ocurren más tarde con las mismas temperaturas.
¿Cuál es la causa de las inusuales temperaturas de junio?
La ola de calor instalada esta semana en Europa no tiene una causa única, según explicaron expertos a BBC Mundo.
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Clima y tiempo
"Hay dos factores detrás de la actual ola de calor", afirmó Dann Mitchell, profesor de ciencias atmosféricas de la Universidad de Bristol en Inglaterra.
"Uno de los factores es que las temperaturas globales están aumentando en todas partes, ya se incrementaron cerca de un grado en relación con la era preindustrial debido al cambio climático. Y esto ha hecho que la ola de calor sea más caliente".
El segundo factor tiene que ver no con los cambios del clima, la tendencia a largo plazo, sino del tiempo, un término que se refiere a los impactos del día a día.
"El patrón del tiempo es algo muy serio ahora", señaló Mitchell.
"Una onda atmosférica (ondas de gran escala que aunque no las vemos están allí) causó un desplazamiento de la llamada corriente en chorro o jet stream (un flujo de aire rápido y estrecho en la atmósfera".
Ese desplazamiento a su vez "causó un corte entre dos zonas, un área de baja presión en el oeste de Europa y un sistema de alta presión situado sobre el resto de Europa, y entre esos dos sistemas se succiona hacia el norte aire que se origina en el Sahara y es muy caliente".
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Sahara y sequía
En BBC Mundo también consultamos a David Barriopedro, investigador el Instituto de Geociencias, un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España y la Universidad Complutense de Madrid.
"Las olas de calor, como muchos otros fenómenos extremos, suelen ser el resultado de una conjunción de factores, cuya intersección conduce al evento extremo", señaló el científico.
"En este caso la ola de calor está asociada con una intrusión excepcional de aire cálido del Sáhara".
"Se trata de una expansión al norte del cinturón subtropical de altas presiones (masas de aire muy cálidas y secas) a través de lo que se conoce como dorsal subtropical (en inglés, subtropical ridge)".
"Las dorsales tienen forma de una V invertida (como la cresta de una ola) y se traducen en altas presiones en latitudes medias. Estas altas presiones serán especialmente altas y se instalarán (o estancarán) en Europa durante varios días (fenómeno que a veces también se llama "bloqueo" atmosférico), dando lugar a una mega ola de calor (olas de calor especialmente intensas, duraderas y que afectan a amplias regiones simultáneamente).
Barriopedro señaló que también pueden existir otros factores que intensifiquen las temperaturas.
"Por ejemplo, se ha demostrado que las condiciones de sequía en Europadurante los meses húmedos precedentes al verano (invierno y primavera) pueden favorecer la ocurrencia o al menos amplificar la magnitud de olas de calor".
"Gran parte de Europa viene experimentando una sequía severa, con condiciones extremadamente secas en el período de invierno-primavera de 2019".
Cambio climático
Los cinco veranos más calientes en Europa desde el año 1500 han tenido lugar desde comienzos de este siglo, en 2002, 2003, 2010, 2016 y 2018.
"Las olas de calor siempre ocurrieron en el pasado, pero la probabilidad de que ocurran es mayor debido al cambio climático", señaló Mitchell.
Barriopedro, por su parte, dijo a BBC Mundo que "el cambio climático antropogénico (el originado por el aumento de concentraciones de gases de efecto invernadero) es una realidad que ya estamos padeciendo".
Y uno de sus síntomas es el "aumento en la frecuencia, intensidad y duración de las olas de calor".
"La cuestión es en qué medida hemos cambiado la probabilidad de que se produzcan este tipo de eventos. No sería prudente dar una cifra a priori, pero en estudios de otras olas de calor catastróficas (como las megaolas de calor de 2003, 2010), u otras más recientes como la del 2017 , los estudios concluyeron que las actividades humanas habían (al menos) duplicado la probabilidad de ocurrencia de esas olas de calor*. No sería descabellado obtener un resultado similar para este evento".
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"Serán la norma en el futuro"
Barriopedro señaló que las proyecciones de cambio climático para el siglo XXI indican que "las olas de calor serán cada vez más frecuentes, intensas y duraderas".
Mitchell explicó a BBC Mundo que las olas de calor "serán la norma en el futuro", aún si hay una transición rápida a energías renovables, ya que los gases de invernadero como el dióxido de carbono "pueden durar en la atmósfera más de mil años".
El científico de la Universidad de Bristol señaló que especialmente en sitios acostumbrados a temperaturas altas, como el sur de España, "es importante que la gente entienda que un aumento de un grado respecto a lo que está acostumbrada puede ser muy perjudicial para la fisiología humana".
"Debemos ser vigilantes y hacer intervenciones lo más rápidas posible", señaló esta semana la ministra de salud de Francia, Agnès Buzyn.
"Tendremos que cambiar la forma en que vivimos, en que trabajamos, nos vestimos, viajamos. Tendremos que cambiar nuestros hábitos y dejar de pensar que estos episodios son excepcionales".
* ( Sanchez-Benítez et al. 2018, Geophysical Research Letters: https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/2018GL077253).
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