El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, comparece ante el tribunal en un juicio penal por fraude, sobornos y abuso de confianza, marcando un hecho sin precedentes en la política del país.
En un contexto político y social tenso, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, inició este martes 10 de diciembre su declaración como acusado en un juicio por corrupción. Este proceso legal, que promete captar la atención internacional durante varias semanas, coincide con un momento crítico para el país, que enfrenta conflictos armados en Gaza y otras tensiones regionales.
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Netanyahu, de 75 años, niega las acusaciones y asegura ser víctima de una persecución política impulsada por un sistema judicial que califica de parcial y medios hostiles.
En su intervención, declaró: “He esperado este momento durante ocho años para decir la verdad”, mientras intentaba proyectar calma frente a la sala llena de espectadores y aliados políticos.
¿De qué se lo acusa?
El primer ministro enfrenta cargos en tres casos separados: haber recibido bienes de lujo a cambio de favores políticos, y manipular la cobertura mediática en medios como Yedioth Ahronoth y el portal Walla. Según la acusación, estos tratos incluían concesiones a empresarios como Arnon Mozes y Shaul Elovitch para asegurar ventajas políticas y económicas.
A pesar de que la ley israelí no obliga a un primer ministro a dimitir por enfrentarse a juicios penales, este caso ha polarizado a la sociedad israelí. Manifestantes y seguidores se congregaron a las puertas del tribunal, reflejando la profunda división en el país. Mientras algunos exigían su dimisión con pancartas como “Ministro del Crimen”, otros coreaban su apoyo con frases como “Netanyahu, el pueblo te apoya”.
El juicio, que se llevará a cabo durante varias semanas con largas sesiones diarias, pone en cuestión la capacidad del mandatario para liderar el país mientras enfrenta estas graves acusaciones. Sus críticos también lo acusan de prolongar los conflictos en Gaza y Líbano para evitar la rendición de cuentas, al tiempo que sus partidarios defienden su inocencia, señalando supuestas exageraciones en los cargos presentados.
Con Israel inmerso en una crisis política que ha derivado en cinco elecciones desde 2019, el futuro de Netanyahu y su liderazgo permanece incierto, marcado por los ecos de escándalos, divisiones internas y una creciente presión para que rinda cuentas.
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