El mundo podría acabar con la ablación o mutilación genital femenina en solo una generació
El mundo podría acabar con la ablación o mutilación genital femenina en solo una generación, según los líderes y activistas internacionales reunidos en la Conferencia de las Niñas que se celebra esta semana en Londres.
Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) no es tan optimista y advierte incluso del incremento de este tipo de mutilaciones en hospitales y ámbitos higiénicos.
Pero, ¿qué es la ablación y por qué se sigue llevando a cabo en millones de mujeres y niñas en todo el mundo?
La mutilación genital femenina incluye cualquier procedimiento que altera o daña los órganos genitales femeninos por motivos no médicos.
En su forma más grave, después de la eliminación del clítoris, los genitales se cortan y se cosen para que la mujer no pueda tener o disfrutar del sexo.
Además, se inserta una pequeña pieza de madera o caña para dejar una apertura para el necesario flujo de orina y de sangre menstrual cuando sea mayor de edad (la mutilación se realiza mayormente en niñas antes de que lleguen a la pubertad).
Cuando esté lista para tener relaciones sexuales o quedarse embarazada se le quitarán las costuras, y se vuelve a coser de nuevo para que siga siendo "higiénica, casta y fiel".
En las sociedades donde la ablación es común una mujer puede avergonzar a su familia y a sí misma si no se somete a ella.
Tipos de mutilación
- Clitoridectomía - extirpación parcial o total del clítoris
- Escisión - extirpación del clítoris y labios menores, con o sin los labios mayores
- Infibulación - cortar, retirar y coser los genitales
- Cualquier otro tipo de daño intencional a los genitales femeninos (quemar, raspar, etcétera)
Muy a menudo el procedimiento lo realizan aquellos que se dedican a la circuncisión o predicadores tradicionales, utilizando toscas herramientas que haya disponible, tales como pinchos, vidrio roto o cuchillas de afeitar, y sin anestesia.
El dolor forma parte de este ritual centenario, sirve para demostrar que la mujer es fuerte y lo puede soportar. También se suelen insertar materias corrosivas en la vagina para favorecer la cicatrización.
Pero cerca de una quinta parte de todas las mutilaciones se lleva a cabo ahora por trabajadores de la salud y en el ámbito hospitalario -clínicas a medida que utilizan bisturís y antisépticos- y la tendencia a la medicalización es cada vez mayor, según la Organización Mundial de la Salud.
Ablación en hospitales
Esto es en parte para contrarrestar el argumento de que la ablación no es un procedimiento seguro. Un gran riesgo es el sangrado y la infección; al hacerse en una clínica estos riesgos pueden ser minimizados.
Otra razón de peso es el dinero. Los médicos y las parteras en los países pobres pueden aumentar su salario mediante la venta de estos servicios.
Efua Dorkenoo, asesora de la ONG Equality Now, que ha estado haciendo campaña durante décadas para poner fin a las ablaciones, dijo: "En Egipto, alrededor del 70% de las mutilaciones genitales se realiza por médicos. En Kenia y Nigeria, las parteras locales se están reduciendo".
"Los profesionales de la medicina piensan que si no se puede detener lo mejor es hacerlo en el entorno médico. Y algunos están sacando dinero con ello".
Y no es sólo algo que se hace fuera de occidente. Ha habido numerosos reportes de que la práctica también ocurre en el Reino Unido, a pesar de que es ilegal.
Si bien es difícil hacerse una idea de la escala real del problema, las cifras sugieren, al menos, que 4.000 mujeres y niñas han sido tratadas por mutilación genital en hospitales de Londres desde 2009.
Hasta ahora no ha habido condenas por estos delitos y es algo que ha estado ocurriendo durante décadas, dice Dorkenoo.
Unicef calcula que más de 130 millones de niñas y mujeres en el mundo han sufrido la ablación, sobre todo debido a razones culturales, religiosas y sociales, aunque parece ser que el apoyo a estas prácticas está disminuyendo.
No hay beneficios para la salud pero sí muchos riesgos, incluso aunque el procedimiento se realice en un entorno higiénico.
Uno obvio es el dolor intenso, tanto físico como psicológico.
Las víctimas recuerdan luchar por liberarse mientras eran sujetadas boca abajo, sus piernas separadas a la fuerza para realizar el corte.
Isa, que fue mutilada cuando tenía seis años, recuerda: "Todavía recuerdo los gritos. Todavía puedo recordar la sangre cayendo. Todavía recuerdo el dolor..."
Ella pasó por cirugía reconstructiva y ahora, convertida en partera capacitada, ayuda a otras mujeres que han sufrido lo mismo que ella.
La cirugía puede revertir algunos de los daños pero no se puede restaurar el tejido sensible que se ha eliminado.
Tampoco pueden repararse las heridas emocionales.
Janet Fyle, del Real Colegio de Parteras en Reino Unido, dijo: "Algunas mujeres sufren procesos similares a los soldados que han estado en combate".
"Si fueron secuestradas al ir a buscar agua, por ejemplo, esto resulta un trauma psicológico grave muy difícil de tratar".
Foyle espera que la ablación se convierta pronto en una cosa del pasado.
"Tengo esperanzas de que vamos a acabar con ella en una generación. Al menos en Reino Unido. Las chicas jóvenes son más conscientes de ello. Tenemos que educarlas y capacitarlas".
La presión cultural
Pero también reconoce que esta práctica está profundamente arraigada en muchas culturas y que podría tomar mucho tiempo cambiar eso.
Efua Dorkenoo está de acuerdo: "De la manera más extraña las mujeres se han convertido en las autoras y practicantes de esto y mantienen la tradición. Si se habla con las mujeres afirman que lo quieren porque lo necesitan para ser aceptadas en la sociedad. Es una importante forma de controlar la sexualidad de la mujer".
"Debido a que tiene que ver con la sexualidad, sigue siendo tabú hablar de ello".
En muchos lugares donde se realiza la ablación no hay ninguna ley que lo prohíba, o si existe, no está implementada. Y los políticos han tenido miedo de ir demasiado lejos, dice Dorkenoo, que ha recibido amenazas de muerte por hablar en contra de esta práctica.
"Ahora es el momento de que la comunidad internacional para que esto suceda", dice la Sra. Dorkenoo.
El caso de Asseta
Madre de tres hijos, Asseta fue mutilada cuando tenía siete años. En Burkina Faso, donde vive Asseta, más del 75% de las niñas y mujeres han sufrido la ablación.
Asseta cuenta: "Me dijeron que había algunos huevos para comer - así que yo y mis amigos corrimos para allá, pero cuando llegamos había sangre de las otras chicas por todo el piso. Fue muy difícil - que me cortasen es algo que nunca olvidaré".
"La decisión de no practicar la ablación a mis hijas fue difícil de tomar".
"Ir en contra de la tradición puede ser complicado. Primero hay que convencerse de que la decisión que se está tomando es la mejor. Y se necesitan conocer los hechos para ello".
"Espero que mi hija tenga una vida mejor y mejor salud a causa de mi decisión. Y espero que haga lo mismo con sus hijas y evite que las corten".
La hija de Asseta, Fatmata, de 13 años de edad, dice: "Yo había oído hablar de la mutilación y lo he visto - una amiga mía fue cortada cuando tenía 12 años. Al ver esto me asusté. No quiero que me corten y saber que mis padres no me van a obligar a ello me hace sentir más tranquila".
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