"¿Cuántas niñas están igual que mi hija, que por vergüenza no denuncian?".
"Somos una familia normal, de la tan nombrada clase media en Chile. Con mucho esfuerzo, sacrificio, estudio, logramos un pasar tranquilo. Tenemos cinco hijos, un hombre, cuatro mujeres... son cinco, aunque una de ellas ya no está con nosotros".
Así se presenta Alejandro Barra a BBC Mundo.
La hija que ya no está es Antonia, una joven que se quitó la vida en octubre del 2019, a los 21 años, tras dejar dos registros donde relató haber sido violada.
El acusado, Martín Pradenas, de 28, hoy se encuentra bajo arresto domiciliario, a la espera del desarrollo de un juicio que este jueves tuvo su primera audiencia y que buena parte de la opinión pública chilena ha seguido minuto a minuto a través de redes sociales y medios de comunicación.
Durante la audiencia, la señal online del poder judicial chileno llegó a registrar una cifra récord: un millón de conexiones.
Es lo que eligió Barra, un proceso que tuviera el mayor impacto posible. Una causa que no solo establezca la verdad (el acusado alega inocencia) y haga justicia para su hija, sino que remueva a la sociedad chilena y dé a otras niñas y mujeres la oportunidad que Antonia no tuvo: la de denunciar una violación sin temor al estigma, a la humillación.
"La decisión de mi hija fue muy dolorosa para nosotros. Y nos dimos cuenta de que tenía que ver con la vergüenza, con el dolor", dice.
Barra recuerda el día que Antonia se quitó la vida.
Casi un mes antes, el 18 de septiembre, la joven se había encontrado con Pradenas en una discoteca. Desde allí, el imputado la llevó a una cabaña arrendada donde había otro grupo de sus amigos. Los hechos que siguieron fueron reconstruidos, entre otras pruebas, a través de los audios que la joven dejó pidiendo ayuda a una de sus amigas, y relatando la violación a un exnovio.
"Yo iba en la carretera. Una hora antes de llegar a la casa, me cuentan lo que pasó. Hay unos primeros segundos en los que uno piensa hacer cualquier locura. Pero algo me frenó, me calmó. Y tuve una hora para pensar que algo muy grave le había tenido que pasar a mi hija para tomar esa decisión. Porque sé cómo era ella: responsable, destacada, una niña que quería vivir, que quería ir a Estados Unidos, que quería salir, que quería recorrer el mundo", recuerda el padre.
Una vez que revisó el teléfono de su hija, conversó con sus amistades y escuchó los audios que describían la violación (y que habían sido grabados sin consentimiento de Antonia), Alejandro Barra comprendió las circunstancias que habían desencadenado la dramática decisión de Antonia.
"Esto fue el domingo: yo el lunes en la mañana ya estaba dando un comunicado en el canal local. Cité a la prensa, les dije que había motivos para el suicidio de mi hija. Ahí empezaron los reportajes, las notas. Había que hacerlo", dice Barra.
Los medios empezaron a seguir su caso, empezó a aparecer en los matinales de televisión. Entero, con la voz quebrada solo en algunas ocasiones, fue contando su historia. En medio del estallido social en Chile, el nombre de Antonia empezó a aparecer en los muros, en etiquetas en redes sociales, en las marchas, en carteles pidiendo justicia.
"Ella no quiso dar problemas a sus padres. No quería que el papá supiera, que fuera a tocar la puerta del imputado y le diera la pateadura que merece. Fueron semanas, y mi hija nunca manifestó lo que estaba pasando. La medicina explica el comportamiento de una mujer violada, lo que se demora en informar lo que le pasó. Ante eso, nosotros no tuvimos ninguna posibilidad de actuar", relata con amargura.
"Hoy yo pienso: cuántas niñas están igual que mi hija, que, por vergüenza a la exposición, a que se les apunte, no denuncian. ¡A una niña hay que aplaudirla por que se atreve a denunciar a un delincuente! Eso es lo que yo quiero lograr. Porque a mi hija le faltó que yo, y la sociedad completa le dijera: todo tiene solución. Le digo a las niñas: si les pasa algo así, díganlo. No crean que las van a apuntar, que van a salir en las redes, porque todo eso se puede solucionar. Todo, menos la muerte".
Una señal a las mujeres
La muerte de Antonia se produjo una semana antes de que en Chile decenas, cientos y finalmente miles de mujeres comenzaran a corear una frase que pronto tuvo eco en todo el país y en distintos lugares del mundo: "El violador eres tú".
La intervención, creada por el colectivo feminista Las Tesis y su potente mensaje ("y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía") se interpretó por primera vez precisamente ante los tribunales de justicia chilenos, los mismos que hoy deciden el destino del caso contra el agresor de Antonia.
"Si Las Tesis hubieran bailado una semana antes. Si mi hija las hubiera escuchado, como otras niñas...", lamenta Barra.
El padre cuenta que Las Tesis siempre han estado apoyando, mandando mensajes, ayudando a visualizar el caso. Y que, en el caso de Antonia, la justicia debe entregar una señal a las mujeres y familias del país.
"Sé que los medios no influyen en los jueces. El judicial es otro camino. Pero sí creo que la justicia tiene que jugar un rol para sacar los estigmas que hacen que una mujer violada, abusada no quiera denunciar", plantea.
El juez del caso, Federico Gutiérrez, comenzó el proceso descartando tres de los delitos imputados a Pradenas por la Fiscalía y desestimando por prescripción dos acusaciones de abuso sexual presentadas por otras dos jóvenes, por hechos ocurridos el 2010 y el 2014.
Barra critica que el magistrado no considerara los argumentos de la fiscalía pidiendo la prisión preventiva de Pradenas como medida cautelar durante el juicio y, en cambio, lo dejara bajo arresto en su hogar. La decisión provocó cacerolazos en Santiago y protestas frente a la residencia del imputado.
"Fue una falta de respeto que solo se escucharan los argumentos de la defensa, y eso muestra por qué las niñas no denuncian: si esto queda así, ¿qué joven mañana va a tener la voluntad de acusar, si sabe que el tipo va a quedar libre, no le va a pasar nada?", dice.
"En Chile tenemos muchos casos en que la gente que tiene recursos tiene ventajas por sobre las víctimas. Eso tiene que cambiar. La demanda de igualdad de la sociedad es la misma demanda que yo pido: que la justicia sea justa, que no se involucren otras influencias, que el caso no se contamine. Yo creo en la justicia", afirma, pero también plantea una advertencia:
"Si la gente ve que este papá hizo todo lo posible, contra todo el dolor, toda la vergüenza que puede generar una situación como esta, y que lo hizo igual, pero que aun así esto no queda nada, entonces nadie más se va a atrever a denunciar. Por eso creo que la misión es mucho más grande hoy. Necesitamos dar a las víctimas confianza de que hay justicia en Chile, de que estos delitos se sancionan, de que el mundo no las va a apuntar, no les va a echar la culpa a ellas", plantea.
"Si mi hija hubiera tenido esa convicción...", agrega.
"Me faltó que la sociedad deje de apuntar a las personas que denuncian"
La exposición mediática de Barra no ha sido fácil.
Un canal de televisión accedió a una cámara de seguridad donde se ve a Antonia junto a Pradenas y la imagen se repite constantemente en los noticieros. A mediados de junio, un dictamen policial ordenó a la familia no divulgar información sobre el acusado y eliminar las publicaciones relativas a Pradenas en redes sociales. Muchas personas respondieron posteando lo que los Barra no podían.
En julio, poco antes del juicio, el acusado publicó un video en YouTube sosteniendo su inocencia. Su abogado defensor alega que Antonia se fue con él "por su voluntad".
En la cobertura del caso, un periodista fue captado en televisión con una frase que cuestionaba el comportamiento previo de Antonia. La situación le costó su trabajo a la editora a cargo del programa.
"Yo no comparto que hayan desvinculado a periodistas. Yo acepto las disculpas de los medios, porque de eso se trata, de hacer sociedad. No de sepultar a una persona por una cosa que dice una vez, sino de aceptar las disculpas, y de seguir adelante. Seguir y centrarnos en los delitos graves", precisa.
Para el padre, no solo el sistema judicial está expuesto en este caso. También la sociedad chilena. Porque cree que los esfuerzos individuales o familiares que se puedan hacer para proteger a niñas y mujeres de delitos sexuales no son suficientes sino hay también un cambio en el país.
"Yo hice mi trabajo. En mi casa se conversan en la mesa los temas políticos, sexuales. Yo hice todo lo que tenía que hacer y me pasó esto. ¿Por qué? Porque otra familia no hizo su trabajo. Porque los organismos del Estado que deben velar por las niñas, que pueden ayudarlas, me faltó que estuvieran. Porque me faltó que la sociedad deje de apuntar a las personas que denuncian".
Dice que las autoridades deben mostrar qué opciones tienen las víctimas de delitos sexuales. "¿Por qué hay más publicidad de bebidas que información sobre los caminos que tiene que seguir una niña si es violada? Debemos decirles a donde tienen que ir, a qué número tienen que llamar, cuáles son las dependencias que las van a recibir, los protocolos a seguir, decirles que las van a interrogar solo una vez".
A Barra le han reprochado por la edad que tenía Antonia al momento de los hechos. Él reitera: "Una mujer violentada así no puede reaccionar, no esperen que al otro día vaya a denunciar lo que pasó".
Llama también a generar vías de denuncias expeditas para testigos y un cambio de mentalidad.
"Cuando pienso que una llamada de un par de segundos podría haberlo cambiado todo. Imagínate que una amiga te hubiese mandado un WhatsApp: "tío, preocúpese de la Antonia, algo le pasó". Un expololo, a quien traté como un hijo, ¿cómo no me llamó? Si yo, papá, sé que alguien le hizo algo a una niña, me acerco a la familia y le digo: "preocúpate, algo le pasó". Me importa nada que se enojaran", reflexiona.
"Quiero que suene mucho en la cabeza de los chilenos, de esta sociedad, que en este rincón del continente somos más machistas, que ha demorado mucho este tema. Aquí somos como una olla a presión, tenemos que educarnos, visibilizar lo que pasa, hay que informar y educar a todos sobre la seguridad de las mujeres", plantea.
"Cuando hagamos eso, vamos a solucionar no solo un problema puntual de machismo: vamos a solucionar un problema de humildad, tolerancia... Hoy veo que en Chile está ganando el bien común, el preocuparse por el otro, la humildad, la sencillez, lo que habíamos perdido por un sistema preocupado por el logro, por el materialismo, por el posicionarse..."
"La sociedad se ha dado cuenta de que detrás de nuestro caso ha habido todo un trabajo. Ante el destrozo, esta familia optó por seguir adelante, con toda la pena del mundo, para recuperar la honra de mi hija, la justicia, por ella y por otras mujeres".
Alejandro Barra se emociona, pero no llora.
Ya lo ha dicho antes: solo va a llorar cuando se haga justicia.
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