"Mis imágenes fueron robadas y usadas para estafar a hombres por miles de dólares"
Casi todos los días, Vanessa recibe mensajes de hombres que creen que tienen una relación con ella.
Casi todos los días, Vanessa recibe mensajes de hombres que creen que tienen una relación con ella; algunos incluso creen que es su esposa.
Están enojados, confundidos y algunos quieren que les devuelvan su dinero, que aseguran le enviaron para pagar gastos diarios, facturas del hospital o para ayudar a sus familiares.
Pero todo es mentira. Vanessa no conoce a estos hombres.
En cambio, sus fotos y videos, extraídos de su vida pasada en el mundo del entretenimiento para adultos, se han utilizado como carnada en estafas románticas en internet que datan de mediados de la década de 2000.
A las víctimas se les extorsionaba con dinero a través de perfiles falsos usando el nombre de Vanessa o su parecido, en un tipo de estafa romántica llamada catfishing.
La avalancha de mensajes, que contienen historias de dinero perdido y vidas arruinadas, se ha cobrado su precio.
"Comencé a deprimirme y a culparme a mí misma. Tal vez si mis fotos no estuvieran ahí, estos hombres no serían estafados", dice Vanessa, cuyo apellido no usamos para proteger su identidad completa.
"Camgirl"
Durante unos ocho años, Vanessa trabajó como "camgirl", transmitiendo material explícito en vivo por internet a través de una cámara web.
Como era un poco tímida cuando empezó, decidió crear un alter ego llamado Janessa Brasil. "No soy realmente yo, es Janessa, así que no me avergonzaré", pensó.
Escogió el apellido Brasil no solo porque es donde nació, sino también porque es uno de los términos de búsqueda más populares en internet.
"Odio ese nombre", dice. "Pero me ayudó a ser popular rápidamente".
Durante un tiempo, las cosas fueron geniales. Vanessa disfrutó de la relación con sus fans, quienes llegaban a pagar hasta US$20 por minuto para mirarla e interactuar con ella.
"Quería complacerlos. Quería divertirme con ellos. Y se enganchaban", cuenta.
En la cima de su carrera, dice que ganaba alrededor de un millón de dólares al año.
Janessa tenía su propio sitio web, una marca exitosa y una vibrante presencia en internet. Pero en 2016 su perfil virtual se oscureció.
"Una pesadilla"
Nos tomó nueve meses encontrarla para el podcast Love, Janessa.
Cuando finalmente hablamos con Vanessa en su modesto apartamento en la costa este de Estados Unidos, nos dijo que parte de la razón por la que dejó de hacer contenido en internet fue para tratar de detener a los estafadores.
"Ya no quiero darles el poder de usar nada mío nunca más", dice.
Vanessa se dio cuenta por primera vez de que estafadores se hacían pasar por ella cuando un hombre hizo una publicación en el chat de un programa que estaba transmitiendo en vivo.
El sujeto insistía en que él era su esposo y que ella le había prometido que dejaría de hacer videos por internet.
Ella pensó que era una broma, pero le pidió que le enviara un correo electrónico.
Más víctimas se presentaron con historias similares, que daban a conocer publicando comentarios durante los programas. También le pedían que ella probara su identidad.
Los estafadores aparecieron con solicitudes extrañas dirigidas a ella, como que se pusiera un sombrero rojo, imágenes que luego usaron para engañar a las víctimas.
Los comentarios constantes, los correos electrónicos y el ambiente tenso comenzaron a afectar su negocio.
"Fue una pesadilla", cuenta Vanessa. "Pero me sentí mal por estos hombres. ¿Qué se supone que debo hacer?"
Al principio, trató de responder todos los correos electrónicos, lo que le tomaba horas todos los días.
Cuenta que su entonces esposo, quien también era su gerente, también comenzó a monitorear los mensajes.
Les informó a las víctimas de la estafa que él y Vanessa no eran responsables por el dinero que habían perdido.
"Si tuviera todo el dinero que estos hombres enviaron a todos estos estafadores, hoy sería multimillonaria, no estaría sentada aquí en mi pequeño apartamento", dice.
Una falsa Janessa
Vanessa cree que está en la naturaleza de muchos hombres querer cuidar a las mujeres, lo que explica por qué envían dinero a alguien que no conocen.
"Incluso si no tienen el dinero, todavía están dispuestos a darlo, solo para sentirse amados".
Roberto Marini, un italiano de unos 30 años, fue engañado por una falsa Janessa.
Comenzó con un mensaje en Facebook de una llamativa joven que se hizo llamar Hannah, quien lo felicitó por la puesta en marcha de su negocio: una granja sostenible en la isla de Cerdeña.
Después de tres meses de intercambiar fotos y mensajes cariñosos, le empezó a pedir dinero.
Al principio fue por pequeñas cosas, como un teléfono que se había roto, pero pronto necesitó más.
Ella le dijo que llevaba una vida dura: cuando no estaba cuidando a parientes enfermos, tenía que ganarse la vida en el entretenimiento para adultos.
Roberto quería salvarla, sintiendo una "energía paternal" hacia ella. Pero estaba frustrado porque parecía que nunca podían hablar en persona: cada vez que organizaban una llamada, su teléfono se estropeaba o surgía algo más.
Luego descubrió miles de fotos y videos de Hannah en línea, excepto que eran de la estrella del entretenimiento para adultos Janessa Brazil, y muchos eran más explícitos que los que Hannah le había enviado.
Su amor se sentía real, por lo que se preguntó si ella no quería revelar su verdadera identidad en caso de que eso complicara su relación.
"¿Eres realmente tú?"
Confundido, Roberto se conectó a uno de los programas en vivo de Janessa Brasil.
"¿Eres realmente tú?", escribió en el chat. No obtuvo las respuestas que quería y, como pagaba por minuto, no se quedó por mucho tiempo.
En su búsqueda por descubrir la verdad, Roberto también le envió un correo electrónico a ella y a muchas otras personas que pensó podrían ser la verdadera Janessa.
Cuando la entrevistamos, Vanessa volvió a mirar su bandeja de entrada y encontró un mensaje de él entre miles de correos electrónicos.
"Hola. Necesito hablar con la verdadera Janessa Brasil", había escrito en 2016. Ella había respondido una hora después: "Soy la verdadera Janessa Brasil".
Él le hizo algunas preguntas más tratando de averiguar si habían hablado antes. Ese intercambio de correos electrónicos fue el primer y único contacto que habían tenido.
Pero ese no fue el final. Roberto quedó atrapado por los estafadores. Él dice que les envió un total de US$ 250.000 durante cuatro años, agotando sus ahorros y pidiendo dinero prestado a amigos y familiares, además de pedir préstamos.
Encontramos a Roberto a través de sus publicaciones en internet en las que advertía a otras personas que había unas cuentas falsas, que usaban las imágenes robadas de Janessa, con las que se estaban haciendo estafas.
Pero, incluso después de todo lo que le había pasado, una parte de él todavía creía que tenía una conexión profunda con la verdadera Janessa.
La misma fórmula
Esa es la señal de una estafa exitosa, dice la doctora Aunshul Rege, experta en justicia penal de Filadelfia que ha estudiado las estafas románticas por internet.
Señala que los mensajes a menudo son enviados por redes criminales que trabajan en equipos para captar las víctimas, compartiendo imágenes e información.
Incluso encontró un ejemplo de los manuales que usan, unas guías prácticas en las que también enumeran excusas para evitar una llamada telefónica que podría exponerlos.
Las estafas siguen un patrón: bombardeos amorosos, amenazas de ruptura y luego solicitudes de ayuda financiera, supuestamente para permitir que la pareja finalmente pueda estar junta.
Las tácticas siguen tanto esa fórmula que resultan escalofriantemente familiares para cualquiera que haya estado en el lado receptor, pero funcionan.
"Como seres humanos, estamos programados para ayudarnos entre nosotros. Así es como estamos hechos", señala Rege.
Vanessa dice que odia estas tácticas crueles.
"Muestran amor y luego lo quitan. Los hombres se desesperan y están dispuestos a hacer cualquier cosa para recuperarlo", dice.
Rege cree que es probable que la estafa de Roberto haya estado a cargo de un grupo organizado.
Explica que hay enormes redes que operan en todo el mundo, con un número considerable que se origina en Turquía, China, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido, Nigeria y Ghana.
Uno de los lugares a los que se le pidió a Roberto que enviara dinero fue Ghana, hogar de un grupo de estafadores en internet llamado Sakawa Boys.
Localizamos a algunos de ellos en Accra.
Fotos de la cotidianidad
"Ofa", un joven de voz suave, nos dijo que hacerse pasar por personas en internet lleva mucho tiempo e implica mucha organización, aunque solo sea para hacer un seguimiento de las mentiras.
Admitió que el trabajo lo hizo "sentirse mal", pero que había ganado más de US$50.000.
Cuando se le mostraron imágenes de Janessa, "Ofa" dijo que él no las había usado, pero entendía por qué serían las preferidas entre los estafadores.
También explicó que para que una estafa funcione, se necesita de una variedad de imágenes que muestren a las mujeres en situaciones cotidianas, como cocinar o en el gimnasio.
Vanessa cree que sus fotos se usaron en parte porque compartió muchos momentos espontáneos de su vida diaria.
"Me expuse por completo, así que tenían mucho con que trabajar", asegura.
Pero ella traza una línea clara entre su alter ego profesional y su yo real: "Vanessa tiene ataques de pánico. Janessa no".
La marea imparable de víctimas de estafas se convirtió en "un monstruo" que traumatizó a Vanessa.
Tener que actuar todos los días frente a la cámara comenzó a afectar su salud mental y su matrimonio.
Agotada, Vanessa nos dijo que empezó a beber antes de sus shows. Cuenta que odia ver videos de esa época porque puede ver su propia infelicidad.
Una nueva vida
Para 2016, dice que no pudo soportarlo más y decidió renunciar a esa actividad.
Empacó sus cosas, las metió en su automóvil, dejó su casa y a su esposo, y se fue en busca de una nueva vida.
Ahora se está formando como terapeuta y está escribiendo sus memorias, recuperando el control de su propia historia.
Vanessa nunca ha acudido a las autoridades para denunciar a los estafadores que utilizan su imagen. No cree que tomarían en serio sus quejas.
"Me van a mirar como: 'Eres una estrella porno' y se reirán de mi cara".
Con los años, se ha vuelto más resiliente. Sabe que es posible que los estafadores nunca dejen de hacerse pasar por ella, pero entiende por qué algunas víctimas caen en la trampa.
"Cuando se trata de amor, podemos ser muy tontos", dice. "Lo sé, he estado allí. Es como, '¡Maldita sea! ¡Soy más inteligente que esto!' Así nos pasa a todos".
*Reportaje de Hannah Ajala, Laura Regehr, Katrina Onstad y Simona Rata
Diseño de las imágenes: Jenny Law
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