11 jul 2015 , 01:30

La cruel experimentación en humanos del gobierno británico durante la Guerra Fría

   

Una investigación desveló que el estado inglés lanzó armas químicas sobre una población.

Una nueva investigación histórica ha desvelado que el gobierno británico utilizó a sus ciudadanos como cobayas humanas durante la Guerra Fría para probar sus armas químicas sin que estos se percataran de ello. Así lo afirma la versión digital del "The Independent", donde también se señala que, aunque se conocía previamente que este tipo de experimentos existían, hasta ahora no se sabía que habían sido realizados de una forma tan masiva y reiterada sobre la población.

 

Entre los diferentes experimentos que se llevaron a cabo durante la contienda (que empezó en el año 1947 -poco después de la Segunda Guerra Mundial- y finalizó con la caída del Muro de Berlín en 1991) se ha desvelado -entre otras cosas- que el Estado realizó más de750 misiones secretas (con más de 30.000 experimentos totales) en las que miles de ciudadanos británicos fueron sometidos -directa o indirectamente- a ataques controlados de agentes químicos lanzados desde aviones, buques y vehículos todoterreno. Entre las diferentes sustancias destacaban desde sulfuro de cadmio, hasta zinc (ambas consideradas cancerígenas).

 

Tal y como afirma Ulf Schmidt(profesor de Historia Moderna en la Universidad de Ken) en declaraciones al susodicho diario británico, las regiones que se vieron afectadas fueron principalmente Wiltshire, Bedfordshire y Norfolk. Con todo, no se libraron de estos ataques controlados aquellas poblaciones ubicadas cerca del Canal de la Mancha y el Mar del Norte (donde también fueron arrojadas estas sustancias). En palabras del experto, se desconoce que efecto pudieron tener los agentes en poblaciones como Francia o Alemana.

 

Los experimentos

En palabras del experto -quien ha recogido toda su investigación en el libro "Ciencia secreta"- las pruebas que se llevaron a cabo fueron varias. Una de las más llamativas se sucedió en 1964 y consistió en la liberación de grandes cantidades de gas con bacterias llamadas "Bacillus globigii" en el metro londinense. El objetivo era averiguar cuánto tardaba un veneno en extenderse a través de una red de ventilación ordinaria. En su momento se creía que esta sustancia era inofensiva pero, a día de hoy, se sabe que pueden causar intoxicaciones, infecciones en los ojos y septicemia. Esta prueba se realizó a pesar de que a muchos expertos les pareció peligrosa.

 

Por otro lado, Schmidt afirma que el gobierno británico lanzó una nube de gas con el agente de la peste en 1952 cerca de la costa oeste de Escocia. Al parecer, y según ha podido averiguar el historiador, el gobierno tuvo constancia de que un pesquero la atravesó por error, pero no se informó a los ocupantes de ello a pesar de que era muy probable que hubiesen contraído la enfermedad. Estas pruebas se hicieron cerca de la isla de Lewis, la cual tenía una población de miles de habitantes.

 

Después de esta investigación, Churchill aprobó que se realizasen pruebas en territorio británico que estuviese lejos de las islas. De esta forma, se empezaron a llevar a cabo ensayos con armas químicas en las Bahamas. En 1954, de hecho, el gobierno lanzó varias nubes de virus que provocaban encefalitis (la cual causa fiebres, dolores severos y hasta la muerte) sobre una región -presuntamente- deshabitada de esta zona. Algo parecido sucedió en Obanaghoro (al sur de Nigeria), donde se usaron grandes cantidades de gas nervioso de la «Serie G» después de que la zona viviese una época de 15 meses de depresión.

 

Schmidt afirma que se llevaron a cabo unas 750 misiones que aunaron un total de 30.000 experimentos con armas químicas. En muchas de ellas, a su vez, se utilizaron partículas ultrafinas de zinc mezclada con otras tantas sustancias, algo que puede causar problemas respiratorios en aquellos que la inhalen.

 

Con información de ABC

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