El debate de los líderes se acaloró más que todo con los cuestionamientos que hicieron al presidente de Venezuela.
Exigencias para que Estados Unidos cambie su relación con la región y renovadas críticas al papel de la OEA afloraron el sábado en la rápida cumbre de los líderes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en que también surgieron cuestionamientos contra los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
El presidente de México y anfitrión de la cita, Andrés Manuel López Obrador, pidió a Washington el fin de las políticas de embargo y propuso una “nueva y vigorosa relación entre los pueblos de América”.
“Me parece que es tiempo de sustituir la política de bloqueos y malos tratos por la opción de respetarnos, caminar juntos y asociarnos por el bien de América sin vulnerar nuestras soberanías”, afirmó López Obrador, cuyo país está intentando un rol de liderazgo en Latinoamérica.
López Obrador ha sugerido que la OEA es intervencionista y una herramienta de Estados Unidos. Pero no propuso formalmente dejar la organización. Más bien, se opuso a cualquier tipo de sanciones y dijo que las cuestiones de derechos humanos y democracia sólo deben considerarse si un país acusado de violaciones lo solicita y que en todo caso deberían dirimirse en “instancias verdaderamente neutrales”, como las de la ONU.
Los planes para combatir la pandemia del coronavirus, el cambio climático, las dificultades económicas, la defensa a la democracia y los derechos humanos y los problemas migratorios dominaron la agenda de debates, así como las críticas directas al rol de la Organización de Estados Americanos.
Sin embargo, el debate de los líderes se acaloró más que todo con los cuestionamientos que hicieron en sus intervenciones algunos de los jefes de Estado a Maduro, así como a los gobiernos de Cuba y Nicaragua, criticados por reprimir protestas de descontento social en las calles.
Maduro arribó sorpresivamente a México la noche del viernes, en lo que fue su primer viaje desde que Estados Unidos presentó en marzo del año pasado cargos contra él y otros 13 altos funcionarios venezolanos por narcotráfico y terrorismo y anunció que ofrecía recompensas por el paradero de ellos de hasta 15 millones de dólares.
La reelección de Maduro no fue reconocida por Estados Unidos, la mayoría de países latinoamericanos y la Unión Europea que alegaron que el proceso de votación se realizó sin cumplir los mínimos estándares democráticos.
“Mi presencia en esta cumbre en ningún sentido ni circunstancia representa un reconocimiento al gobierno del señor Nicolás Maduro. No hay ningún cambio de postura de mi gobierno, y creo que es de caballeros decirlo de frente”, dijo el presidente del Paraguay Mario Abdo Benítez, al mirar al mandatario venezolano que estaba sentado en uno de los extremos de la sala. “No hay otro camino que no sea la democracia”, acotó.
A los planteamientos de Abdo Benítez se sumó su homólogo uruguayo, Luis Lacalle Pou, quien cuestionó directamente a Venezuela, Cuba y Nicaragua, y dijo que por participar de este foro "no significa ser complaciente”.
"Cuando uno ve que en determinados países no hay una democracia plena, cuando no se respeta la separación de poderes, cuando desde el poder se usa el aparato represor para callar las protestas, cuando se encarcelan opositores, cuando no se respetan los derechos humanos, nosotros en voz tranquila pero firme debemos decir con preocupación que vemos gravemente lo que ocurre en Cuba, en Nicaragua y en Venezuela”, agregó.
Al responder a los cuestionamientos, Maduro afirmó que "debemos pasar la página del divisionismo que se insertó en América Latina, del acoso a la revolución bolivariana y ahora del acoso incesante de la revolución cubana y de la revolución nicaragüense. Ese no es el camino”.
Maduro, quien arribó al palacio de gobierno manejando un vehículo oficial, pidió apoyo a todos los países de América Latina y el Caribe para seguir adelante con los diálogos que mantiene su gobierno con la oposición venezolana bajo la mediación de Noruega, e invitó a sus colegas de la CELAC a que vayan a observar las elecciones de noviembre para “que vean al `dictador` Maduro cómo convoca la elección número 29”.
“Venezuela está lista para debatir sobre democracia... con respeto, sin exclusiones”, expresó el gobernante.
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel también tuvo un intercambio de palabras con Lacalle Pou a quien señaló de desconocer la realidad de Cuba y defendió el coraje del pueblo de la isla para enfrentar por seis décadas el embargo comercial de Estados Unidos.
“Si hay algo que es cierto: en mi país por suerte la oposición puede juntar firmas y tiene resortes democráticos para quejarse”, dijo el mandatario uruguayo al responderle a Díaz-Canel y le citó algunas estrofas de la canción de protesta “Patria y vida”.
Durante una conferencia de prensa al final de la reunión, el canciller mexicano Marcelo Ebrard desestimó las diferencias que surgieron en la cumbre y dijo que “nadie se asuste de que tengamos diferencias. El problema es que las diferencias no nos impidan reunirnos”.
Los cuestionamientos a la OEA también abundaron. El primero en levantar la voz contra el organismo hemisférico fue el presidente de Bolivia, Luis Arce, quien afirmó que “en vez de actuar bajo los mandatos de la Carta Democrática, actúa en contra de los principios de la democracia”, y sostuvo que “su creciente injerencia en los asuntos de los estados no contribuye a la solución pacífica de las controversias”.
Arce instó a los miembros del bloque al fortalecer la CELAC para enfrentar las deficiencias de la OEA. Desde su creación, en el 2010, en el foro regional se han promovido iniciativas para tratar de reformar a la OEA, pero ninguna ha prosperado debido a la falta de consenso entre los 32 miembros del bloque.
Ebrard anunció que con el apoyo 18 de los 32 miembros se “instituyó la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio”, se conformó un fondo para hacer frente a los efectos del cambio climático en la región que tendrá 15 millones de dólares para activarlo y se aprobaron los lineamientos y propuestas para un plan de autosuficiencia sanitaria para acelerar el acceso a las vacunas contra el coronavirus.
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