Cristina Rivera Garza, la escritora mexicana que acaba de ganar el Pulitzer por un libro de memorias sobre el feminicidio de su hermana
Cada vez que la mexicana Cristina Rivera Garza intentaba escribir sobre el feminicidio de su hermana Liliana, asesinada en 1990 con apenas 20 años, las palabras le fallaban.
Finalmente, en 2020, incentivada por el auge de los movimientos feministas en América Latina, la escritora decidió abrir las cajas de las posesiones de su hermana, intactas desde su muerte.
Los papeles que encontró la ayudaron a encontrar nuevas formas de hablar sobre lo sucedido.
El resultado fue "El invencible verano de Liliana" (2021), la obra más íntima de una de las autoras más importantes de la literatura actual en español, que ahora fue galardonada con el premio Pulitzer en la categoría de Memorias o Autobiografía.
La novelista, poeta y ensayista nacida en el estado mexicano de Tamaulipas en 1964 es también profesora de la Universidad de Houston, Texas, EE.UU., y entre su prolífica obra destacan los títulos "Nadie me verá llorar" (1999), "La cresta de Ilión" (2002), "Verde Shanghai" (2011) y "El mal de la taiga" (2012).
Al contar la historia de Liliana, Rivera Garza quiso dar voz a las miles de mujeres víctimas de feminicidios en México y ofrece una exploración de lo que llama la violencia machista y patriarcal.
"Durante muchos años no fui capaz ni siquiera de pronunciar su nombre, y mucho menos de hablar de lo que había pasado", le dijo Rivera Garza al programa Outlook de la BBC en una entrevista a finales de abril.
"La pena se convirtió en un silenciamiento forzado, y en algo muy privado que a menudo está vinculado con sentimientos de culpabilidad y vergüenza, porque así es como la sociedad muestra estas historias".
La lucha por la justicia
El libro de memorias sobre Liliana, que ha sido elogiado por su honestidad e importancia, no sólo fue un homenaje de Rivera Garza a la vida de su hermana, sino también una exploración poderosa y conmovedora del dolor, la violencia y la lucha por la justicia en el laberíntico sistema judicial mexicano.
Liliana Rivera Garza, estudiante de arquitectura de la UNAM, murió el 16 de julio de 1990. Tenía 20 años.
La joven había tratado durante años de terminar su relación con un novio de la preparatoria "que insistía en no dejarla ir".
Cuando por fin Liliana tomó la decisión, “él decidió que ella no tendría una vida sin él”, le contó Rivera Garza a la BBC.
Casi tres décadas después, la escritora encontró una caja de cartas, escritos y notas de Liliana: un archivo detallado de sí misma y de su vida.
Con esos documentos Rivera Garza emprendió un trabajo meticuloso de reconstrucción de la vida y muerte de su hermana menor.
"Lo que encontré me sorprendió totalmente. Eran toneladas de pequeños trozos de papel… había todo tipo de cosas que ella había escrito, notas para sí misma, recordatorios para comprar comida para el gato, cartas a sus amigos, mensajes… y cuadernos donde había escrito lo que pensaba.
"En el momento en que toqué esos papeles, la sensación de la presencia de Liliana fue abrumadora”, explicó la autora.
"Entonces supe que finalmente tenía un libro, que ésta era la voz de Liliana, y que este libro tenía que existir".
Rivera Garza se planteó esta historia como una herramienta de denuncia y búsqueda de justicia porque tres décadas después nadie había sido condenado por el asesinato de su hermana.
Ni siquiera había habido arrestos, ni acusados, ni juicios. Ningún sentido de justicia para la joven.
"Supe que algo terrible había pasado"
En 1990 las hermanas vivían vidas separadas: Liliana estudiando en Ciudad de México y Cristina haciendo un doctorado en Houston, Texas.
En julio de ese año, dos mujeres del consulado mexicano tocaron a su puerta. Y el mundo de Cristina "se derrumbó".
"En cuanto abrí la puerta y mencionaron el nombre de Liliana supe de inmediato que algo terrible había pasado", evocó.
"Dijeron que había habido un accidente. Pregunté si había sido fatal y dijeron que sí. Ya no quise preguntar más".
Rivera Garza se encargó de todos los "asuntos prácticos" que siguieron a la muerte de Liliana y aún ahora dice que no sabe con certeza cuándo o cómo se enteró de la forma como había muerto su hermana.
"Recuerdo que un tío dijo: 'espero que Liliana haya tenido en su vida un gran amor'. Yo me alarmé con el comentario y por primera vez pensé en la posibilidad de que pudo haber algún tipo de violencia doméstica. Nadie me había dicho nada. Fue ese comentario lo que me hizo pensar en ello.
"Cuando llegué a Ciudad de México… me reuní con un primo que me tomó del brazo, dijo que me sentara, que tenía que hablarme, y llorando me contó que después de revisar la información estaba claro que Ángel González Ramos, su exnovio, la había asesinado".
Liliana había sido encontrada muerta en su apartamento. La habían asfixiado y probablemente había sido agredida sexualmente.
La policía tenía sospechas de que Ángel González Ramos, el exnovio de Liliana, era responsable.
Había testigos que lo habían visto u oído en el edificio de Liliana. Y desde el comienzo de la investigación, González Ramos se convirtió en el principal sospechoso.
Pero cuando supo que la policía lo buscaba, se dio a la fuga y nunca pudo ser detenido.
El caso de Liliana se convirtió en uno más de la larga lista de feminicidios no resueltos en México.
"La dificultad de hablar sobre ello"
En el libro, Rivera Garza apunta que el duelo que vivió su familia por la muerte de su hermana y la confusión por lo ocurrido obstaculizaron de alguna forma el proceso de búsqueda de justicia.
"Lo que surge durante el duelo cuando pierdes a alguien con violencia es, sobre todo, la dificultad de hablar sobre ello de manera justa para la víctima. Así que para nosotros fue muy difícil hablar sobre lo que había ocurrido", dijo Rivera Garza.
"La forma como la sociedad muestra estas historias es a menudo culpando a la víctima y exonerando a los perpetradores".
Así, durante 30 años la familia no habló "en absoluto" de la muerte de Liliana.
Fue en los últimos años, con un mejor entendimiento de la discriminación y de la violencia contra las mujeres, cuando pudieron afirmar que Liliana había sido víctima de un feminicidio.
"Estuve siguiendo el desarrollo de un fuerte movimiento feminista tanto en América Latina como en otras partes y vi cómo estaban creando narrativas que eran capaces de interrogar y desmantelar las narrativas patriarcales que no me habían permitido, a mí y a muchos otros, hablar abiertamente sobre este tipo de violencia.
"Y así supe que la historia que no había sido capaz de contar, ahora podía contarse de una forma que no hiriera a mi hermana y de una forma que otros estuvieran dispuestos a escuchar".
Cuando "El invencible verano de Liliana" fue publicado en 2021, la autora esperaba recibir información sobre el asesinato de su hermana.
Le llegaron, indicó, "toneladas de correos electrónicos". Uno de ellos era de alguien que decía haber sido amigo de González Ramos.
El correo tenía un enlace y decía que era el vínculo del funeral de González Ramos, que supuestamente había estado usando otro nombre y había muerto en el sur de California.
"Cuando hice clic en el vínculo lo que vi fueron fotografías de Ángel González Ramos desde su niñez hasta los años 2020.
"Una parte de mi quedó convencida de que el hombre había muerto. Pero otra parte piensa que es una enorme coincidencia: que cuando empiezo a buscarlo, convenientemente se le encuentra muerto".
Y eso, aseguró, le hizo sentir "profundamente triste, porque de alguna forma estaba convencida de que podría atraparlo".
"Pero lo que sé ahora, después de todo este tiempo, es que Liliana, igual que muchas otras mujeres, no tenía el lenguaje que le habría permitido identificar y por lo tanto protegerse contra la violencia de género.
"También sé que contar estas historias es un asunto de vida o muerte en muchos lugares del mundo. Porque lo único que puede transformar el duelo es la justicia: ni perdón, ni olvido.
"Por eso es importante seguir denunciando los hechos de impunidad", asegura Rivera Garza.
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