"Fue un milagro que no me arrojaran al Sena", recuerda la argelina Hocine Hakem sobre una masacre infame, pero poco conocida en la capital francesa hace 60 años.
El 17 de octubre de 1961, 30.000 argelinos habían salido a las calles de París para protestar pacíficamente contra un toque de queda impuesto solo los argelinos que vivían en la ciudad y reclamando la independencia casi siete años después del inicio de la guerra contra el dominio francés en el norte de África.
Como respuesta, la policía mató a cientos de manifestantes y decenas de otros fueron arrojados al río Sena, lo que convierte este hecho en una de las páginas más oscuras de la accidentada historia colonial de Francia.
Hocine Hakem tenía 18 años en ese momento y le contó su historia al periódico L'Humanité décadas después del evento, sobre el cual se informó poco en aquel momento.
Fue uno de los 14.000 argelinos que fueron arrestados durante la operación.
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El gobierno de turno censuró la noticia, destruyó muchos de los archivos e impidió que los periodistas investigaran la historia.
Los boletines de noticias contemporáneos reportaron tres muertes, entre las que se encontraba un ciudadano francés. Los hechos no fueron cubiertos por la prensa internacional.
Brigitte Laîné, curadora de los archivos parisinos, afirmó en 1999 que algunos documentos oficiales que revelan el alcance de los asesinatos sobrevivieron.
"Había muchos cuerpos. Algunos con el cráneo aplastado, otros con heridas de escopeta", detalló.
"Aquí ahogamos a los argelinos"
Una foto capturó los sentimientos escalofriantes de la época, mostrando un grafiti garabateado a lo largo de una sección del terraplén del Sena que decía: "Aquí ahogamos a los argelinos".
Este es el título del nuevo libro del historiador francés Fabrice Riceputi, que detalla cómo un hombre, el investigador Jean-Luc Einaudi, trató incansablemente de reunir testimonios de testigos presenciales y publicó su relato 30 años después de la masacre policial.
Ahora se cree que ese día murieron entre 200 y 300 argelinos.
Un total de 110 cadáveres fueron arrastrados a las orillas del río Sena durante las semanas siguientes. Algunos fueron asesinados y luego tirados al río, mientras que otros que resultaron heridos, fueron arrojados a las frías aguas y abandonados para que se ahogaran.
La víctima más joven fue Fatima Beda. Tenía 15 años y su cuerpo fue encontrado el 31 de octubre en un canal cerca del Sena.
Racismo antiárabe
Una de las primeras descripciones del evento fue publicada en 1963 por el escritor afroamericano William Gardner Smith en su novela "Stone Face", un relato ficticio que nunca se ha traducido al francés.
Esta obra muestra el crudo racismo antiárabe de la época.
Riceputi cree que el Estado francés todavía se niega a hacerle frente a esta herencia racista.
A medida que se acercaba el sexagésimo aniversario de la matanza, las relaciones a menudo tensas entre Francia y Argelia, que habían experimentado una relativa mejora, han vuelto a tocar fondo.
La disputa comenzó el mes pasado cuando Francia redujo drásticamente el número de visas otorgadas a los argelinos, acusando a su antigua colonia de no aceptar el retorno de sus migrantes cuyas visas fueron denegadas.
El presidente Emmanuel Macron habló de ello con jóvenes descendientes de personas que habían luchado en la guerra de Argelia lo que ha provocado la mayor ira.
Además, preguntó si la nación argelina existiría si no hubiera sido por los colonizadores franceses.
Puede que lo haya pensado con un espíritu de debate, pero ha provocado una violenta reacción por parte de los argelinos que lo ven como un síntoma de la insensibilidad de Francia y el encubrimiento de los crímenes coloniales.
Sin disculpas
En lo que respecta a la masacre de París, el Estado ha hecho muy poco.
En 2012, el expresidente François Hollande reconoció que había sucedido. Fue la primera vez que un mandatario francés lo hacía.
En un comunicado con motivo del 60 aniversario de la masacre, el presidente Macron aseguró que los crímenes cometidos bajo la autoridad del jefe de la policía eran "inexcusables" .
Sin embargo, no se han cumplido las expectativas de quienes han estado pidiendo disculpas y reparaciones. No han reconocido cuántas personas murieron ni el papel del Estado en ello.
Los partidos de izquierda en Francia, que estaban en la oposición en ese momento, también han sido criticados por no condenar la masacre.
Se les ha visto como cómplices del encubrimiento dado que presentaron una demanda contra la policía por abrir fuego contra manifestantes pacifistas principalmente franceses, matando a siete, unos meses después.
Pero guardaron silencio sobre la masacre de argelinos.
"Caza de ratas"
Riceputi apunta que la naturaleza racista de la operación no se puede ignorar: todas las personas que parecían argelinas fueron atacadas.
La campaña emprendida contra los argelinos en París se llamó extraoficialmente "ratonnade", que significa "caza de ratas".
La "caza" de argelinos continuó durante días después aquel 17 de octubre, y la policía realizó detenciones en el transporte público e hizoregistros domiciliarios.
Se reportó que los ciudadanos marroquíes tuvieron que poner un letrero con la palabra "marroquí" en sus puertas para evitar ser acosados en las repetidas redadas policiales.
Trabajadores inmigrantes portugueses, españoles e italianos con cabello rizado y tez oscura también se quejaron de las detenciones y registros sistemáticos, ya que la policía los confundía con argelinos.
Los investigadores también dicen que no solo la policía y las fuerzas de seguridad estuvieron en la operación, sino que también participaron bomberos y vigilantes.
Miles fueron deportados ilegalmente a Argelia, donde fueron detenidos en campamentos a pesar de ser ciudadanos franceses.
La reputación del jefe de la policía
En ese momento, el presidente Charles de Gaulle estaba en negociaciones con el Frente de Liberación Nacional de Argelia (FLN) para ponerle fin a la guerra y acordarles la independencia.
La guerra terminó cinco meses después y la independencia fue otorgada en julio de 1962.
Pero en 1961, las tensiones estaban en su momento más alto y el 5 de octubre las autoridades parisinas les prohibieron a todos los argelinos salir de sus hogares entre las 20:00 y las 05:30.
Posteriormente, una marcha fue convocada en protesta al toque de queda.
Los organizadores querían asegurarse de que fuera pacífica y que la gente fuera revisadaantes de subirse a los trenes y autobuses que los llevarían al centro de París.
Aún no se ha establecido las instrucciones exactas que les dieron a las fuerzas de seguridad, pero el jefe de policía de París en ese momento, Maurice Papon, tenía una temible reputación.
Había servido en Constantina, en el este de Argelia, donde había supervisado la represión y tortura de prisioneros políticos argelinos en 1956.
Luego fue condenado en tribunales franceses por supervisar la deportación de 1.600 judíos a campos de concentración nazis en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, cuando era un alto funcionario de seguridad en la Francia de Vichy.
Fue este enjuiciamiento, que tuvo lugar entre 1997 y 1998, lo que levantó la tapa de algunos de los archivos clasificados relacionados con la masacre del 17 de octubre y allanó el camino para una extensa investigación sobre el increíble encubrimiento.
Se realizaron investigaciones oficiales preliminares sobre los hechos y se desestimaron un total de 60 reclamaciones.
Nadie fue juzgado porque la masacre estaba sujeta a la amnistía general otorgada por los crímenes cometidos durante la guerra de Argelia.
Pero Riceputi espera que este 60 aniversario ayude a establecer la verdad y determinar la responsabilidad de una de las masacres policiales más sangrientas de la historia de Francia.
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