El conflicto en Ucrania despierta viejos temores en Finlandia acerca de su vecina Rusia.
Mark Bosworth
BBC, Lappeenranta, Finlandia
El conflicto en Ucrania despierta viejos temores en Finlandia acerca de su vecina Rusia. Ambos países comparten 1.300km de frontera, pero mientras que el primer ministro finlandés quiere unirse a la OTAN, la mayoría de los finlandeses no parece dispuesta.
En las afueras de Lappeenranta, a 25km de la frontera con Rusia y a poco más de 200km de la capital Helsinki, turistas rusos bajan de un autobús e ingresan a un supermercado.
Otros surgen con bolsas de tiendas que llenan sus coches. Aquí los rusos encuentran los productos de la Unión Europea que el Kremlin prohibió.
Esta tranquila ciudad de 73.000 habitantes está en Karelia, una hermosa región de lagos y bosques de abedules.
El presente y el pasado de Karelia ilustran el dilema que enfrenta Finlandia, un país históricamente neutral, al sopesar la posibilidad de unirse a la OTAN.
Su propio nombre induce sentimientos de melancolía entre los finlandeses pues amplios sectores de la zona fueron tomados por Rusia tras la Segunda Guerra Mundial.
La fortaleza de Lappeenranta, que domina la ciudad, fue construida por los rusos en 1775 después de una batalla sangrienta en la que murieron cientos de finlandeses.
Un monumento que conmemora la batalla contiene un tronco de madera de un metro que, se dice, flotaba en un río de sangre cuesta arriba hacia la fortaleza.
"Fue un día muy triste en nuestra historia. Estas regiones fronterizas siempre han sufrido durante las guerras por lo que es muy agradable para nosotros vivir en años de paz", le dice a la BBC Markku Heinonen, quien ha trabajado como gerente de desarrollo de Lappeenranta durante casi 30 años.
Su tarea es atraer negocios a la ciudad y su prioridad es mantener felices a los turistas rusos.
"Dos millones de rusos visitaron nuestra ciudad el año pasado y gastaron 280 millones de euros (unos US$370 millones), por lo que son muy importantes para nosotros".
La crisis en Ucrania puso en primer plano la pregunta de la pertenencia a la OTAN, pero es una acción fuertemente cuestionada por Rusia.
El primer ministro de Finlandia, Alexander Stubb, en el cargo desde junio, dejó clara su posición este año: "Tenemos que aspirar a maximizar la seguridad nacional de Finlandia y ser parte de la toma de decisiones, y eso ocurre mejor como miembro de la OTAN".
Pero las encuestas de opinión muestran que sólo un cuarto de los 5,5 millones de habitantes de Finlandia está de acuerdo.
Con el llamado "acuerdo de apoyo de nación anfitriona" aprobado recientemente entre Finlandia y la OTAN, se dio el visto bueno para la asistencia de tropas de la alianza en situaciones como "desastres, interrupciones y amenazas a la seguridad".
También abre la puerta a ejercicios de entrenamiento conjuntos y cooperación militar.
"El pescado finlandés es mejor que el ruso"
Cada día 4.000 rusos vienen a Lappeenranta para comprar en tiendas libre de impuestos.
El cruce fronterizo está lleno de gente con coches llenos de productos, como Alexander Pozhidaev, que vive a una hora en coche de distancia en la ciudad rusa de Víborg.
"Vengo a Lappeenranta dos veces por semana para comprar comida porque es mucho más barato que en Rusia. La semana pasada compré crema agria porque está a mitad precio", dice.
"No compramos alimentos en Rusia”, señala Anton Kriuchkov, quien cada semana viaja desde San Petersburgo, a unos 200km de distancia, con su esposa e hija para hacer las compras.
"Es más barato aquí y la calidad de los productos es mejor. El pescado finlandés es mejor que el ruso", añade.
"Queso de Putin"
En el centro de Lappeenranta, los autobuses con turistas rusos se disputan el espacio fuera del sinfín de centros comerciales.
El alcalde Kimmo Jarva tiene una buena vista de ese panorama desde su oficina en el ayuntamiento.
"Nos ganamos la vida aquí y nuestras tiendas mejoran gracias al dinero de los rusos, así que es muy importante", explica.
Como era de esperar de alguien que representa a una ciudad fronteriza, es reacio a discutir el tema del ingreso de Finlandia a la OTAN.
"Es esencial para mí permanecer en buenos términos con el este y el oeste", asegura.
"Para nosotros sería una catástrofe si los rusos dejaran de venir. Crecería el desempleo y disminuiría la inversión. Tenemos que mantener a los rusos feliz y vamos a hacerlo", añade.
Cuando la Unión Europea le impuso sanciones a Rusia por la crisis de Ucrania, el Kremlin respondió prohibiendo las importaciones de alimentos de los países europeos.
En Finlandia esto se tradujo en una carrera a nivel nacional para conseguir productos lácteos con grandes descuentos que iban destinados a Rusia.
Uno de los quesos más populares de Finlandia, con el empaque para rusos, ahora se conoce como "queso de Putin".
Markus Saukkonen, de 57 años, se encuentra entre las hordas de finlandeses que aprovechan la situación.
"Compré leche, mantequilla, crema agria y voy a llevar un par de quesos Putin. Para nosotros es bueno mientras dure", cuenta.
Pero mientras que los finlandeses están disfrutando de los beneficios de productos locales más baratos, muchos están preocupados por la intervención de Rusia en Ucrania y las repercusiones que puede tener para la futura seguridad de Finlandia.
Jarno Korhola, de 36 años de edad, admite que está preocupado: "Hay que estarlo. Vivimos justo al lado de la frontera con Rusia".
Pero, ¿cuál es la ventaja de que Finlandia se una a la OTAN? "El beneficio –considera– es una fuerza más grande para defendernos si algo realmente malo sucede".
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