Legisladores de oposición respaldan dispositivo de seguridad fronterizo "inteligente".
La propuesta demócrata de una barrera virtual "inteligente" en la frontera con México como alternativa al muro planteado por el presidente Donald Trump suscita temores en materia de respeto a las libertades individuales.
En enero, los legisladores de la oposición estadounidense respaldaron la idea de un dispositivo de seguridad fronterizo "importante pero inteligente", sin "los costos asociados a las barreras físicas".
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Algunos proyectos de "muro virtual" que utilizan la tecnología de start-ups como Quanergy y Anduril Industries ya están siendo probados a lo largo de la frontera entre los dos países americanos. Están basados en sistemas que recurren a inteligencia artificial, drones y otras herramientas electrónicas para remplazar el proyecto del presidente republicano de erigir una barrera en acero o en cemento.
Las ventajas de una solución "high tech" son múltiples, según sus promotores. Citan entre ellas un costo mucho menor, una implementación más rápida y efectos más moderados sobre el medio ambiente. Sin embargo, militantes humanitarios han manifestado su preocupación por el impacto a gran escala de tecnologías susceptibles de afectar las libertades individuales.
Algunos de esos peligros, subrayan, son que las personas puedan ser clasificadas según sus orígenes raciales y que se colecten datos de manera abusiva. Mencionan en ese sentido la posible utilización de algoritmos que privilegian, por ejemplo, un señalamiento de las personas "basado en el riesgo".
Estas herramientas podrían "reproducir los prejuicios de sus programadores, aplastando a las comunidades vulnerables, sin suficiente transparencia democrática y alentando la recolección y el análisis de gran cantidad de datos indebidos", apunta una carta que un grupo de 20 organizaciones dirigieron a los legisladores.
Entre esos grupos figuran la Unión Estadounidense de Libertades Civiles, la Fundación de la Libertad de la Prensa y el Centro Nacional de Derecho e Inmigración. La carta subraya igualmente que tecnologías como el reconocimiento facial y vocal o por el iris del ojo "suscitan importantes preocupaciones sobre el respeto de la vida privada".
"La utilización de la vigilancia tecnológica, que escaparía a su vez a todo control, comprometería los derechos a la vida privada de las personas", estima Elliot Harmon, de la fundación Electronic Frontier, uno de los grupos signatarios del mensaje.
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- ¿La vida cotidiana bajo control? -
Harmon menciona el aumento del uso de los drones, que controlan a todos aquellos que estén presentes en la zona fronteriza, incluidos ciudadanos estadounidenses o residentes en situación legal. "La tecnología no es la panacea respecto a los problemas en la frontera", resume Mana Azarmi, del Centro por la Democracia y la Tecnología.
"Si el Congreso decide financiar la tecnología para vigilar a la gente en la frontera, esos fondos deben estar condicionados a la adopción de medidas que aseguren que los derechos sean respetados", agrega. Este debate tiene lugar en momentos en que Trump intensifica su campaña en favor de un muro físico en la zona limítrofe con México.
Un reciente compromiso entre demócratas y republicanos permitiría que el proyecto cuente con financiación, pero muy por debajo de los 5.000 millones de dólares reclamados por la Casa Blanca. Para Matthew Feeney, del centro de reflexión liberal Cato Institute, un muro "inteligente" sería, en algunos planos, peor que un muro físico.
"Sería ingenuo pensar que un equipamiento de la patrulla fronteriza no tomara en cuenta la vida cotidiana de los estadounidenses", señaló en una nota publicada en un blog. Para Darrell West, director del Brookings Institution's Center for Technology Innovation, por el contrario, "en vez de gastar mucho dinero en contratar nuevo personal (dedicado a la vigilancia fronteriza) sería más racional desplegar cámaras y drones".
También Will Hurd, representante republicano del Texas Will Hurd, defendió la opción de un muro virtual. En declaraciones a la revista Rolling Stone, Hurd citó cifras en su apoyo: un muro virtual costaría unos 500.000 dólares por milla (1,6 km), mientras una barrera física oscilaría entre 18 y 24 millones de dólares por milla.
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