Accidente en Ohio: el miedo en una ciudad de Estados Unidos tras el descarrilamiento de un tren con sustancias químicas
Catorce días después del descarrilamiento de un tren cargado de sustancias químicas tóxicas en la pequeña localidad de East Palestine, en Ohio, Estados Unidos, los habitantes siguen exigiendo respuestas.
"Ahora mismo es bastante dramático", afirmó James Figley, que vive a pocas manzanas del lugar del descarrilamiento. "Todo el pueblo está alborotado".
Figley, diseñador gráfico de 63 años, estaba sentado en su sofá la noche del 3 de febrero cuando oyó el horrible sonido del metal al detenerse. Él y su mujer subieron al coche para investigar y descubrieron una escena infernal.
"Había una serie de explosiones continuas y el olor empezó a ser espantoso", relató Figley.
"Si alguna vez has quemado plástico en el patio trasero de tu casa y [te sale] ese humo negro... Eso era", afirmó. "Era negro, simplemente negro. Se notaba el olor químico. Te quemaba los ojos. Se podía poner muy feo si estabas a favor del viento".
El incendio provocó el pánico entre los vecinos que vivían a pocas manzanas de distancia.
Días después, una columna de humo tóxico se elevaba sobre la ciudad, mientras las autoridades quemaban un peligroso producto químico conocido como cloruro de vinilo antes de que pudiera explotar.
En los días siguientes aparecieron peces muertos en los arroyos, miles de ellos, según confirmaron más tarde las autoridades.
Los vecinos contaron a los medios de comunicación locales que sus gallinas murieron de repente, los zorros entraron en pánico y sus mascotas enfermaron. Los residentes se quejaron de dolores de cabeza, ardor en los ojos y dolor de garganta.
Noches en vela
John y Lisa Hamner, que tienen un exitoso negocio de camiones de recolección de basura a pocos metros del sitio del accidente, le dicen a la BBC que lo ocurrido "destruyó totalmente nuestras vidas".
John tiene los ojos rojos e hinchados, un efecto que atribuye al impacto físico de las sustancias químicas derramadas en East Palestine.
Pero él y su eposa dicen que las principales heridas son invisibles, psicológicas.
"Estoy perdiendo mucho el sueño. Ya fui dos veces al médico y estoy tomando pastillas para la ansiedad", dice John. "Esto es diez veces peor que perder mi fuente de ingresos. Nosotros hemos construido este negocio".
Lina dice que también no puede dormir preocupada por su empresa, sus 10 empleados y el pueblo donde pasó 20 años de su vida.
Varios clientes de larga data ya cancelaron sus servicios de recolección y dicen que planean abandonar East Palestine.
"Tengo miedo por la gente que vive aquí", dice. "No conozco a nadie que pueda dormir, porque el problema es en muchos frentes. Es tu negocio, es tu salud y es la salud de tus amigos".
Ben Ratner, dueno de un café local, compara el desastre con "Pearl Harbor o el 11/9. Una de esas cosas de las que la gente siempre hablará".
En su caso, él dice que el estrés y el trauma se manifestaron en una "mezcla interesante" de emociones y sensaciones.
Cada vez que pasa un tren ahora se pone nervioso, y siente que su sonido es ahora también más fuerte que en el pasado.
"Necesitamos empezar a ver el impacto emocional y psicológico en el largo plazo", dice.
"La gente se preocupa cuando escucha a los trenes, o cuando piensan en sus hijos saliendo, o si dejan a su perro afuera en caso de que accidentalmente beba agua contaminada... esto es serio".
La versión oficial
El gobernador del estado, Mike DeWine, aseguró el miércoles que, aunque la calidad del aire en la ciudad era segura, los residentes cercanos al lugar del vertido tóxico debían beber agua embotellada como precaución.
Funcionarios estatales y federales han asegurado a los residentes que estaban retirando la tierra contaminada del lugar y que la calidad del aire y del agua municipal es ahora normal.
La desconexión entre lo que han informado algunos residentes y las garantías que siguen dando los funcionarios ha provocado confusión y miedo en Palestina Oriental.
Mientras tanto, un grupo de expertos en medio ambiente y salud ha cuestionado la seguridad de la zona tras el accidente.
En redes sociales se afirma que los funcionarios no están diciendo a los residentes toda la verdad, a pesar de las frecuentes actualizaciones del gobierno y la ira contra la compañía ferroviaria.
"Hay demasiadas cosas que no sabemos", afirmó Figley.
Las autoridades han facilitado algunos detalles sobre el tren de Norfolk Southern, que descarriló el 3 de febrero cuando se dirigía a Pensilvania.
El tren transportaba unos 150 vagones de mercancías, 50 de los cuales se vieron afectados por el accidente, según declaró DeWine en una conferencia de prensa realizada el martes. Al menos 10 contenían materiales potencialmente tóxicos.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de EE.UU. aún no ha determinado la causa exacta del descarrilamiento, pero ha dicho que pudo estar relacionado con un problema mecánico en uno de los ejes de los vagones.
"Dos malas opciones"
Sus coches transportaban, entre otras sustancias, cloruro de vinilo, un gas incoloro y peligroso que se utiliza para fabricar plástico PVC y productos de vinilo.
El cloruro de vinilo es también un carcinógeno conocido. El contacto con esta sustancia química puede traer mareos, somnolencia y dolores de cabeza, mientras que la exposición prolongada puede causar daños hepáticos y una forma poco frecuente de cáncer de hígado.
El 6 de febrero, tras evacuar la zona, las autoridades realizaron una quema controlada del cloruro de vinilo.
Los expertos federales, estatales y ferroviarios llegaron a la conclusión de que era más seguro hacer la quema controlada que dejar que el material explotara y lanzara metralla por la ciudad, aseguró DeWine, lo que calificó de una elección entre "dos malas opciones".
La quema controlada generó una apocalíptica columna de humo sobre Palestina Oriental. Las imágenes se hicieron virales en las redes sociales y muchos observadores conmocionados las compararon con una película de catástrofes.
Días más tarde, DeWine, Josh Shapiro -el gobernador de Pensilvania-, y Norfolk Southern declararon que la quema había sido un éxito. Incluso, se permitió a los residentes regresar una vez que las autoridades lo consideraron seguro.
"Para nosotros, cuando dijeron que todo estaba despejado, decidimos que estaba bien volver", aseveró John Myers, residente de Palestina Oriental, que vive con su familia en una casa cercana al lugar del descarrilamiento.
Él aseguró que no había experimentado ningún efecto secundario negativo. "El aire huele como siempre", dijo.
El martes, la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. (EPA por sus siglas en inglés) declaró que no había detectado niveles significativos de sustancias peligrosas en el aire.
La agencia ha examinado hasta ahora casi 400 viviendas y no ha detectado ninguna sustancia química, aunque sigue examinando más residencias de la zona y realizando controles de la calidad del aire.
Tras el accidente, la EPA encontró restos de sustancias químicas en muestras de agua cercanas, incluido el río Ohio. Según la agencia, esas aguas contaminadas habían entrado en los desagües pluviales.
Las autoridades de Ohio se han ofrecido a analizar el suministro de agua de los residentes afectados o a perforar nuevos pozos si así lo solicitan.
El miércoles, la Agencia de Protección del Medio Ambiente del estado de Ohio aseguró a los residentes que los pozos que alimentan los sistemas de agua locales no contenían sustancias químicas procedentes del descarrilamiento y que el suministro municipal de agua era potable.
Mucha desconfianza y escepticismo
Para algunos, ha sido difícil conciliar las alarmantes imágenes de la quema de productos tóxicos con el visto bueno que el gobierno dio recientemente a Palestina Oriental.
Los usuarios de las redes sociales, especialmente en Twitter y TikTok, se han fijado en los informes de animales heridos y en las imágenes de la quema de cloruro de vinilo, exigiendo más respuestas de las autoridades.
Después de que la gente publicara vídeos de peces muertos en las redes sociales, las autoridades reconocieron que el fenómeno era real.
Alrededor de 3.500 peces de 12 especies diferentes habían muerto tras el accidente a lo largo de 7,5 millas de arroyos al sur de Palestina Oriental, reveló el Departamento de Recursos Naturales de Ohio.
Sin embargo, las autoridades dijeron que no habían recibido informes de que el descarrilamiento o la quema de productos químicos hubieran provocado directamente la muerte de ganado u otros animales terrestres.
Los residentes en la zona inmediata se han quejado de dolores de cabeza y náuseas más de una semana después de que se quemaran los productos químicos, según informes del Washington Post, New Republic y medios de comunicación locales.
Expertos en medio ambiente dijeron a la BBC que tenían dudas sobre la decisión del gobierno de permitir que la gente regresara a Palestina Oriental tan poco tiempo después del accidente y la quema controlada.
"Parece que los reguladores estatales y locales se han apresurado a dar luz verde al regreso de la gente", declaró David Masur, director ejecutivo del PennEnvironment Research & Policy Center.
"Eso genera mucha desconfianza y escepticismo en el público a la hora de confiar en estas agencias, lo cual es un problema", dijo.
Además del cloruro de vinilo, varias de las otras sustancias del tren podrían formar compuestos peligrosos al quemarse, como la dioxina, aseguró Peter DeCarlo, profesor de la Universidad Johns Hopkins que estudia la contaminación atmosférica.
"Como químico atmosférico, es algo de lo que me gustaría mantenerme muy, muy, muy alejado". Añadió que quería que la EPA publicara datos más detallados sobre la calidad del aire.
Los residentes de Palestina Oriental han presentado al menos cuatro demandas colectivas contra el ferrocarril Norfolk Southern, alegando que han estado expuestos a sustancias tóxicas y han sufrido "graves trastornos emocionales" como consecuencia del descarrilamiento.
"Muchos de nuestros clientes se están planteando la posibilidad de abandonar la zona", afirmó Hunter Miller, abogado que representa a los residentes de Palestina Oriental, Ray y Judith Hall, en una demanda colectiva contra el ferrocarril.
"Se supone que este es su refugio seguro, su lugar feliz, su hogar", agregó Miller. "Y ahora sienten que su hogar ha sido infiltrado, que ya no están tan convencidos de que esto sea un refugio seguro".
El martes, un periodista preguntó a DeWine si él personalmente se sentiría seguro al volver a casa si viviera en Palestina Oriental.
"Estaría alerta y preocupado", respondió DeWine. "Pero creo que probablemente volvería a mi casa".
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