El sueco Armand Duplantis batió su propio récord mundial y llevó el techo a 6,25 metros asegurando además la medalla de oro.
El hombre sin límites sigue elevando el techo: el sueco Armand Duplantis batió su récord del mundo, llevándolo a 6,25 metros, poco después de asegurarse su segundo oro olímpico en el salto con garrocha, este lunes en París.
Duplantis tenía ya la medalla de oro segura desde que fue el único en saltar la barra de 6,00 metros y relegó al estadounidense Sam Kendricks (5,95 m) a la plata y al griego Emmanouil Karalis (5,90 m) al bronce.
Atacó luego la de 6,10 metros para batir, a la primera, el récord olímpico, antes de un final de fiesta perfecto, frente a la barra de 6,25 m, que derribó dos veces antes de volar por encima de ella en el tercer y último intento.
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Desde que 'Mondo' quebró el 8 de febrero de 2020 por primera vez el récord del mundo de su prueba, que estaba entonces en poder del francés Renaud Lavillenie con 6,16 metros, el prodigio sueco ha ido batiendo la plusmarca otras ocho veces, contando la de este lunes en París.
Tres oros mundiales, tres oros europeos, ahora dos olímpicos, victorias repetidas en las principales reuniones... A sus 24 años, Duplantis lleva años compitiendo únicamente contra sus propios límites.
Mientras su padre y entrenador Greg vaticina que la madurez de su hijo no ha llegado y podría acercarse a 6,40, sistemas de inteligencia artificial elevan incluso las perspectivas hasta 6,51 metros, algo que hace sonreír al propio 'Mondo'.
Por el momento, en el Estadio de Francia, las condiciones se daban perfectamente para una gran velada del garrochista de Louisiana, que defiende los colores del país de su madre y también entrenadora, Helena. Una meteorología propicia y un estadio lleno y entregado, empujando al prodigio sueco en sus impulsos y sus vuelos.
El concurso como tal, para Duplantis, tuvo apenas historia.
Saltó a la primera la barra de 5,70 metros y luego también a la primera las de 5,85, 5,90 y 6,00 metros, mientras sus rivales se iban quedando por el camino uno a uno.
En ningún momento peligró un oro que se ha convertido para él ya casi en un trámite, pero el público deseaba ver esa batalla del sueco contra los 6,25 metros. Después de dos barras derribadas, en el último intento consiguió el objetivo y el Estadio de Francia estalló ante la primera gran hazaña del atletismo en estos Juegos Olímpicos.
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