19 ene 2015 , 05:26

La Guerrera, una impactante telenovela contra el tráfico de personas

   

Como en toda red de mentiras y corrupción, los más débiles y frágiles siempre caen.

Después del éxito de “Rastros de Mentiras” que aún no acaba y tiene a todos los ecuatorianos pegados a sus televisores, llega otra producción de esas que nos sorprenden por su contenido, personajes e historia. 

 

Se trata de “La Guerrera”, una telenovela de Globo que nuevamente nos traslada a otra parte del mundo, esta vez es Turquía. Ahí es donde Morena, a quien vimos también en “Cuento Encantado”, es llevada con la promesa de trabajar como modelo y conseguir dinero para sustentar a su familia. 

 

Tan real como dramática, gira en torno a un problema que afecta a miles de mujeres alrededor del mundo: el tráfico de personas. 

 

Como en toda red de mentiras y corrupción, los más débiles y frágiles siempre caen.

 

Morena es (Nanda Costa) es una chica muy fuerte y humilde que vive en un barrio muy pobre de Río de Janeiro. Criada en una favela, hija de Lucimar (Dira Paes) y madre de Júnior (Luiz Felipe Mello). Es ahí dónde conoce a Théo (Rodrigo Lombardi), oficial de caballería del ejército, devóto de San Jorge, como tantos brasileros. Él queda encantado con su espontánea sensualidad. Se enamoran, sin saber que el amor no siempre supera las dificultades.

 

Presionada por graves problemas financieros, Morena recibe una grande oportunidad de empleo por parte de Wanda (Totia Meireles), una traficante de personas y cómplice de Lívia (Cláudia Raia) para trabajar, por algunos meses, fuera del país. 

 

Lívia Marín es una mujer sofisticada, refinada e inteligente, de conducta aparentemente intachable. Se presenta como una agente de talentos artísticos, con contactos en el mundo de la moda y del arte. En función de esas actividades, acostumbra a pasar largas temporadas fuera de Brasil. Lo que nadie sospecha es que Lívia en realidad es jefa de una red internacional de tráfico de personas, crimen con que genera miles de millones de dólares al año.

 

Lívia es pieza clave en el negocio de esa nueva modalidad de crimen, se encarga de proveer las falsificaciones necesarias para agilizar el viaje de las víctimas, que son tentadas con promesas de nuevas oportunidades y ofertas de trabajo, muy bien pagadas en el exterior. Así como Morena, Jéssica (Carolina Dieckmann), Rosângela (Paloma Bernardi), Waleska (Laryssa Dias) entre varias otras chicas acaban cayendo en la trampa preparada por Wanda. Las jóvenes viajan pensando que rápidamente tendrán dinero suficiente como cambiar sus vidas y ayudar a sus familias, pero acaban siendo presas y esclavizadas. 

 

Ellas permanecen en un pequeño alojamiento en Turquía, donde son obligadas a trabajar prostituyéndose. La cuadrilla responsable por el tráfico está formada por Wanda, Irina (Vera Fischer), la encargada de la contabilidad y Russo (Adriano Garib), el jefe de seguridad, y quien mantiene a las jóvenes bajo amenaza de perjudicar a sus familias en Brasil. En el camino de Lívia estará la competente delegada de policía, Heloísa (Giovanna Antonelli) quien estará encargada de investigar los crímenes de tráfico de personas. Por ironía, el ex-marido de Helô es Stênio (Alexandre Nero), el abogado de Lívia.

 

Pese a su condición de rehén, Morena se niega a aceptar ese destino y decide luchar contra el crimen del que ha sido víctima, contando principalmente con la ayuda de Jéssica y su devoción a San Jorge. Además de estos obstáculos, Morena todavía enfrenta otra difícil misión: reconquistar la confianza y el amor de Théo, quien aún enamorado de ella, inicia una nueva relación para olvidarla.

 

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