09 ago 2020 , 09:00

Alberto Gómez: ‘De Abigaíl a Gata salvaje, no hay fórmula de éxito’

   
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El libretista venezolano repasa sus melodramas y la actualidad de la telenovela latina.

Era 1988. En los televisores de América Latina, una pareja vibrante se robaba los corazones, las lágrimas, los suspiros y cuanta sensación y sentimientos exhalara el televidente: unos jovencísimos Caterine Fulop y Fernando Carrillo. Ella personificaba a una caprichosa, conflictiva y millonaria colegiala; él encarnaba a su profesor de Literatura. Ambos se enamoran y deberán sortear una serie de obstáculos para ser rotundamente felices y comer perdices. Un solo nombre que engloba todo: “Abigaíl”.

 

Es 2020. Son los últimos días de julio. “Esa fue mi ópera prima”, dice, entre amplias sonrisas, el venezolano Alberto Gómez, escritor de telenovelas y libros, desde Miami, Estados Unidos. “Yo hice ‘Abigaíl’ hace 31 años, el año pasado la pasaron en Italia”. 

 

“Era la época de oro de la televisión venezolana, pues se hicieron títulos emblemáticos como ‘Cristal’, ‘Topacio’, ‘Abigaíl’, aunque me queda mal nombrarla porque es mía, ‘Rubí rebelde’, ‘Las Amazonas’. Fueron telenovelas que le dieron la vuelta al mundo, era una época maravillosa. Yo tuve la suerte de vivirla, yo disfruté de esa época donde la televisión venezolana era una mina de oro”, rememora, vía Zoom y para ecuavisa.com, Gómez, con cierto sabor a nostalgia, a añoranza. 

 

Cuando vuelve a poner la mente y los pies en el presente, comenta que la cuarentena por la pandemia del coronavirus no le pegó. “Yo siempre, como escritor, he sido una persona de trabajar muy en solitario; los escritores trabajamos en nuestras casas. Yo hice telenovelas de 9-10 meses de duración; entonces, era el tiempo que uno pasaba encerrado, nada más que para ir al supermercado, de pronto, una cena un fin de semana”. 

 

“Hace 2 semanas me dio gripe y ay, Dios mío, me dio el coronavirus, pero no, era una gripe nada más”, dice, mientras pone una mano sobre la otra entre cuello y pecho, en un simulado gesto de terror, y se desvanece en risas.  

 

Pregunta: Alberto, ¿cómo comenzó tu carrera?

 

Respuesta: “Primero comencé como extra y luego como actor, pero personajes intrascendentes; yo nunca hice personajes verdaderamente importantes, siempre fueron personajes pequeñitos y sin gran peso en la trama”.

 

“Luego comencé a escribir, como dialoguista en una telenovela llamada ‘Primavera’ y luego di el gran salto a mi primera telenovela que fue “Abigaíl”.

 

P: ¿De dónde viene la vena artística? ¿Deseaste o imaginaste alguna vez ser actor?

 

R: “Para nada, yo lo menos que me imaginaba era pertenecer a la televisión; mi sueño era graduarme y ser maestro, yo quería estar frente a un aula de clases, yo nunca me plantee trabajar en televisión. Jamás”. 

 

Esa última palabra la pronuncia como si marcara con un sello un papel: “Jamás”.

 

 

Alberto Gómez, con la diva de las telenovelas Lupita Ferrer

 

 

 

Era 1984. Un Alberto Gómez recién salido del bachillerato en Venezuela. “Era muy joven, necesitaba dinero, obviamente, tenía buen físico y me dijeron ‘ve a los canales, allí vas a tener oportunidad'". 

 

“Dicho y hecho: a mí nunca me faltó trabajo; yo grababa 2, 3, 4 veces a la semana en diferentes telenovelas. En esa época se hacían muchas telenovelas en Venezuela, había mucha producción y siempre me estaban llamando. Fue una cosa por ganar dinero”, recuerda. 

 

Gómez pasó a escribir libretos de telenovelas en 1987. Cuando se le pregunta qué edad tiene, saca su as bajo la manga: uno de los recursos más utilizados en los melodramas venezolanos que encandilaron a millones. “Eso es un secreto muy bien guardado, mejor guardado que cuando las protagonistas regalan al hijo, que nadie sabe quién lo tiene”, suelta, con una sonrisa de principio a fin de la frase. 

 

P: ¿Sigues escribiendo telenovelas?

 

R: “Actualmente, yo no estoy escribiendo televisión por una cuestión personal porque me llaman para escribir las ‘narcoseries’. Yo estoy negado a ser parte de este tipo de televisión; yo hice una televisión muy familiar, una televisión muy blanca, una televisión con mensaje”.

 

“Descubrí la faceta de escribir libros, que desde hace años tenía las ganas, pero no me dedicaba a ella porque estaba muy embullado (entusiasmado) haciendo televisión. Ahora, que no hago televisión, me he puesto a escribir libros y lo estoy disfrutando mucho”. 

 

P: ¿De qué se tratan los libros?

 

R: “Son básicamente historias de amor, yo soy fiel al género; son historias de amor, secretos, dramas familiares, envidias, odios. Básicamente, lo que es una telenovela, pero plasmada en un libro”.

 

 

Si decimos “Gata salvaje”, nuestra mente dispara, como si de un sinónimo se tratara, el nombre de Marlene Favela, la actriz que interpretó a Rosaura Ríos, una joven hermosa y de carácter rebelde. El arrollador éxito del melodrama, estrenado en 2002, fue y es tal que se sigue retransmitiendo en varios países. Actualmente, la puede ver de lunes a viernes, a las 17H00, por la pantalla de Ecuavisa.

 

Tras la repercusión que generó y genera este dramatizado, también está Alberto Gómez. 

 

P: ¿Cuál fue la fórmula del éxito de “Gata salvaje”?

 

“Fórmula de éxito no la conozco; si la conociera, todas mis telenovelas fueran la ‘Gata salvaje’. Aquí se conjugó una pareja muy hermosa, pero muy hermosa, con mucha química; tanto Marlene (Favela) como Mario (Cimarro) enamoraron. Luego, tuvimos un elenco fabuloso de primeras figuras internacionales, había gente de todos los países; se buscaron mansiones fabulosas; escenarios naturales que enamoraban a la vista”.

 

“Era una historia contundente, era la historia de una venganza y era una historia muy fuerte, que penetró mucho en el público. Se conjugaron muchos elementos a favor”. 

 

“La mayoría de las telenovelas o las mías tienen todos esos elementos, pero no todos los días hay una ‘Gata salvaje’. Es algo que no lo sabes, no lo puedes explicar; es algo que sucede simplemente y sucede”.

 

 

Alberto Gómez, con Marlene Favela, protagonista de "Gata salvaje"

 

 

 

 

Gómez se acuerda del ritmo vertiginoso de la escritura de ese libreto: “Era una telenovela que yo escribía al día y capítulo que salía de la computadora, capítulo que al día siguiente se estaba grabando y 2 o 3 días después estaba saliendo al aire. No había manera de parar, eran telenovelas con mucha inmediatez”. 

 

“A lo largo del año y pico que duró la telenovela, es que no me daba chance (de ir a las grabaciones). Si yo iba a farandulear para allá, no había libretos”, agrega. 

 

“¿Lo más divertido? Los chismes detrás de cámaras que me contaban y que yo disfrutaba y gozaba”, menciona, muerto de risa. 

 

Cuando le preguntamos por alguno, dice que “muchos, muchos”. Y su risa se hace eterna. 

 

P: ¿Cómo fue trabajar con los actores de “Gata salvaje”?

 

R: “Había un elenco de mujeres súper hermosas, una más bella que la otra; fue un placer escribir para todas. Quizá hubo ciertas rivalidades entre ellas, pero jamás fueron actrices conflictivas. Igualmente, los galanes; teníamos un tren de galanes muy grande y también súper profesionales todos. A pesar de ser un elenco tan grande y con tantas figuras, porque había muchos nombres de peso, fue un elenco que no dio problemas”.

 

 


Gómez emigró de Venezuela muchísimo antes de que estallara la crisis económica y política que remece a ese país sudamericano. Su norte fue México, donde trabajó para Televisa, factoría de dramatizados en Latinoamérica. Luego, salió para Miami, “con una buena oferta, y ya tengo aquí muchos, pero muchos años”.

 

“A Venezuela siempre la añoras, la llevas en el corazón. Allí fue toda mi infancia, toda mi adolescencia, es tu raíz”, expresa, cuando se le pregunta por su país y la época de oro de los melodramas venezolanos que dieron la vuelta al mundo en miles de capítulos. 

 

P: En los años 80-90, lo de las telenovelas venezolanas era una industria boyante. ¿Qué tenían esos dramatizados que conquistaron medio mundo y más?

 

R: “Tenían un lenguaje universal, que era el lenguaje del amor. Luego, eran dramas familiares, era lo que es la vida misma, pues todos tenemos secretos en nuestras vidas, todos tenemos problemas, todos tenemos un familiar enfermo, todos hemos vivido amores imposibles”. 

 

“Eso era lo que reflejaban las telenovelas venezolanas de esa época; por eso tenían tanto éxito como en Venezuela como en Ecuador como en la China como en Mongolia. Yo hice una telenovela que se llamó ‘Cara Sucia’ y a mí me vinieron a entrevistar los chinos, imagínate tú”.

 

“Lamentablemente, eso se perdió. Luego, se fueron a cosas más del patio, netamente venezolanas, más de la cotidianeidad, del día al día y como que se olvidaron de trabajar para el extranjero”.

 

 

De izq. a der., Scarlet Ortiz, Gaby Spanic, Alberto Gómez, Marlene Favela y Gaby Espino

 

 

P: ¿Crees que ese lugar lo ocupan, ahora, las telenovelas turcas y las ‘narconovelas’?

 

R: “Las telenovelas turcas se han adueñado del mercado. Las pasan en los mejores horarios, a las 9 de noche, a las 8 de la noche. El drama que se hizo en los 80, en los 90, a principios de los 2000, ya no se hace”.

 

“Son nuestras propias historias: de amor, amores imposibles, hijos robados, secretos, la maldad, la herencia, la protagonista que la violaron. Es lo que hicimos toda la vida en Latinoamérica; los turcos han ocupado ese mercado con unos elencos muy bonitos, gran producción, grandes exteriores. Se han convertido en los reyes”.

 

“Las ‘narcoseries’, algunas que otras se han colado. Dime una ‘narcoserie’ que haya sido un boom, como lo fue ‘Cristal’. Fíjate, la ‘Gata salvaje’ tiene 18 años, casi 19, la siguen repitiendo. Yo hice ‘Abigaíl’ hace 31 años, el año pasado la pasaron en Italia. Dime, ¿con cuál de las ‘narcoseries’ ha sucedido eso?”

 

Volvemos a saltar en el tiempo. Regresamos al 2020. Finales de julio. Alberto Gómez asegura que no va a abandonar los libretos de producciones dramáticas. 

 

Cuando le preguntamos si la escritura de sus libros significa que colgó los botines con los que 'jugaba' en 'canchas monumentales' como lo hizo con “Abigaíl” o “Gata salvaje”, el venezolano casi que ni espera que terminemos la interrogante y se vuelve rotundo: “No, para nada. Yo estoy loco por volver a escribir televisión; lo que pasa es que estoy a la espera de un proyecto que me llene. En el momento en que me propongan una buena historia, yo encantado de volver a la televisión, feliz. Si escribir televisión, para mí, es un placer”.

 

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