12 nov 2024 , 13:12

La tragedia de Marco Angulo y una incómoda reflexión

Angulo ya había tenido un accidente previo en 2022, también relacionado con el alcohol, lo cual plantea una incómoda pero necesaria reflexión.

   

La muerte de Marco Angulo, talentoso futbolista de 22 años, quien había regresado al fútbol ecuatoriano para vestir la camiseta de Liga de Quito, deja una dolorosa lección para el deporte nacional.

Su caída en coma a raíz de un accidente automovilístico como consecuencia del consumo de alcohol, el pasado 7 de octubre, en el que también perdieron la vida dos de sus acompañantes, no solo conmociona por la pérdida de una joven promesa de nuestro fútbol, sino que subraya un problema de fondo: la formación de los jugadores en aspectos que van mucho más allá de las habilidades deportivas.

Angulo ya había tenido un accidente previo en 2022, también relacionado con el alcohol, lo cual plantea una incómoda pero necesaria reflexión sobre la importancia de la formación integral de los futbolistas.

Es imperativo que los clubes asuman la responsabilidad de educar a sus jugadores no solo en técnica y táctica, sino también en valores, disciplina y conducta responsable fuera de las canchas.

En el fútbol actual, los deportistas se convierten en figuras públicas desde edades muy tempranas, y con ello vienen ciertas expectativas y una carga de responsabilidad.

No obstante, muchos de ellos ingresan en un ámbito profesional sin contar con el acompañamiento adecuado en cuanto a su comportamiento y toma de decisiones fuera del terreno de juego.

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La formación de un jugador debería abordar también su desarrollo como persona, enseñándole a lidiar con las tentaciones y desafíos que vienen con la fama y el éxito.

Hay que inculcar en los deportistas una cultura de responsabilidad en el consumo de alcohol y otras conductas de riesgo que, desafortunadamente, se normalizan entre figuras que a veces no están preparadas para gestionar su éxito.

Ecuador ha demostrado en los últimos años que su cantera de jugadores tiene un talento inigualable, y Marco Angulo era ejemplo de ello. Con solo 22 años, había logrado títulos como la Copa Libertadores sub-20, la Liga Pro, la Copa Sudamericana y la Copa Ecuador, como pieza clave en Independiente del Valle y representó al país en selecciones juveniles y hasta en amistosos con la selección absoluta.

Su prometedora carrera pintaba para ser una de las historias de éxito en el fútbol ecuatoriano, pero su vida se apagó la noche del lunes, luego de un mes en el hospital, dejando un vacío que no debería ser en vano.

Los clubes tienen una responsabilidad que va más allá de ganar campeonatos. Su deber es formar seres humanos capaces de representar al país con dignidad dentro y fuera de las canchas.

Los programas de educación y prevención deben ser tan prioritarios como los entrenamientos y las estrategias de juego. La tragedia de Marco Angulo es, en esencia, un llamado a que el fútbol ecuatoriano abra los ojos ante la necesidad urgente de un enfoque integral en la formación de sus jugadores.

Crear programas de concientización sobre las consecuencias de las conductas de riesgo y brindar apoyo psicológico a los jóvenes en formación podría salvar vidas y preservar el talento nacional que tanto orgullo trae al país.

Este tipo de iniciativas ayudaría a que episodios como el de Angulo sean evitados en el futuro, honrando su memoria y dejando un legado de aprendizaje para las futuras generaciones.

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