23 sep 2024 , 12:46

Holan desarmó a Barcelona y ahora se lava las manos

Holan, lejos de infundir confianza, ha dado un mensaje terrible para la afición.

   

La reciente derrota de Barcelona SC frente al Deportivo Cuenca (1-0) no solo representa un tropiezo en la Liga Pro, sino un símbolo de las dificultades que atraviesa el equipo bajo la dirección técnica de Ariel Holan.

Con 12 puntos y estancado en el séptimo lugar de la tabla de posiciones, los amarillos parecen alejarse cada vez más de sus aspiraciones de llegar a las finales de la Liga Pro y están sumidos en un juego que dista mucho de la excelencia esperada de un club de su calibre.

A falta de ocho fechas para que se termine la segunda etapa, los amarillos no solo van 4 puntos detrás del líder Liga de Quito, sino que tiene seis rivales por delante, haciendo un mejor papel.

Holan, lejos de infundir confianza, ha dado un mensaje terrible para la afición. Sus declaraciones reflejan una mezcla de resignación y desesperanza, calificando el resultado como un "baño de realidad".

La gestión de Holan ha sido cuestionada por sus decisiones drásticas, pero sin resultados. Con el poder que le dio la directiva, en el receso de dos meses entre la primera y la segunda etapa de la Liga Pro, hizo los cambios que creyó convenientes y no fueron pocos.

Sacó del equipo al 10 histórico, Damian ‘Kitu’ Díaz, que hoy mueve los hilos en el medio campo de Banfield de Argentina.

El sustituto de Díaz era el 'Loco' Gabriel Cortez, pero también lo sacó. Le quitó la capitanía y la titularidad al arquero Javier Burrai.

Desbarató una de las mejores duplas de medio campo como eran Leonai Souza y Jesús Trindade, a los que en lugar de darles continuidad, con sus experimentos, les quitó ritmo.

Para esta segunda etapa trajo a Byron Castillo y a Brian Carabalí, pero decidió improvisar a Álex Rangel como lateral derecho. Con la salida de Díaz y Cortez, no hay un creador de juego en el equipo.

Ahora, con esto de la “refundación” del club, que consiste en darle más minutos a los juveniles, pone una responsabilidad enorme sobre el chico Juan Usma, de 18 años, que en la derrota ante el Cuenca sumó su segundo partido en primera división.

Apostar por jóvenes como Juan Usma, si bien tiene un tinte de valentía, parece más una necesidad impuesta por las circunstancias que una estrategia como club.

La falta de un juego colectivo sólido ha convertido a Barcelona en un equipo dependiente de destellos individuales, esperando que jugadores como Janner Corozo, Eduard Bello y Octavio Rivero puedan marcar la diferencia.

Esta dependencia de momentos individuales contrasta con la promesa inicial de Holan de un equipo que enamoraría a los afición.

Pero esto es lo que hay, ha dicho Holan en rueda de prensa: “Esto es un baño de realidad, nos toca aceptar esa realidad y entrenar mucho. No se puede tapar el sol con un dedo, hay que trabajar duro y ver hasta dónde podemos llegar”.

Por menos de esto la directiva de Antonio Álvarez sacó del cargo a Diego López, cuando dijo que este no era el Barcelona de España, obligado a ganar todo.

Es evidente que Holan enfrenta un desafío considerable al tratar de encajar las piezas de una plantilla con talento indudable pero mal gestionada. Él quiere desmarcarse del mal juego y no puede hacerlo.

¿Cómo es que pasó Holan de decir que “se van a enamorar” de este equipo a casi insinuar que no tienen más? Él debe asumir la responsabilidad por la situación actual de Barcelona y también debe hacerce cargo del camerino que desarmó.

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