12 abr 2020 , 11:54

Emmanuel Martínez revela cómo lleva la pandemia desde casa

El jugador de Barcelona SC contó su experiencia encerrado por cuarentena.

   

A continuación reproducimos la entrevista que le hizo diario El Eco de Argentina, al futbolista de la misma nacionalidad que juega para Barcelona Sporting Club, Emmanuel Martínez.

 

En Ecuador, el tandilense Leandro Emmanuel Martínez parece haber encontrado su lugar en el mundo del fútbol. Llegó en 2018 para jugar en Deportivo Cuenca y a fines del año pasado lo contrató el poderoso Barcelona de Guayaquil, clasificado para la Copa Libertadores de América.

 

“Emma”, de 25 años, se adaptó rápidamente a la situación de vestir una camiseta “pesada” y disfrutaba un auspicioso presente, hasta que la pandemia de coronavirus detuvo toda la actividad. Antes de eso, su equipo superó tres cruces eliminatorios para meterse en fase de grupos del torneo continental. Dos goles del tandilense ayudaron a dejar en el camino a Progreso de Uruguay y Cerro Porteño de Paraguay, mientras que Sporting Cristal de Perú también cayó en el cruce con el popular equipo ecuatoriano. Ya dentro de la zona, su compatriota Independiente Del Valle y el actual campeón Flamengo de Brasil lo derrotaron con claridad.

 

A orillas del Pacífico, desde donde llegan imágenes desoladoras por un sistema de salud colapsado, Martínez dialogó con este Diario y el fútbol fue tema inicial de la charla.

 

-¿Venían con una seguidilla de partidos muy grande antes del parate?

 

-La verdad que sí. En poco tiempo jugamos ocho partidos de Libertadores y cuatro del torneo local. Nosotros llegamos a Guayaquil el 26 de diciembre y no hubo descanso, porque debutamos el 22 de enero. Como fuimos pasando las fases, estuvimos mucho tiempo jugando o concentrados.

 

-¿Te adaptaste rápidamente?

 

-Sí, me ayudó mucho el recibimiento de todos los compañeros y el hecho de haber arrancado como titular. También influye que la familia esté cómoda en la ciudad. Las cosas salieron bien de entrada y eso ayuda.

 

-¿No tenés una posición fija en la cancha? Te vimos aparecer por distintos sectores del ataque.

 

-Yo arranco por izquierda, pero el profe (Fabián Bustos) busca no dar referencias y por eso rotamos mucho. Vamos cambiando con “Kitu” Díaz, con Fidel Martínez, con Jonatan Álvez. En varios partidos nos salió muy bien. En otros, los rivales nos supieron frenar. Un poco nos pasó eso en la fase de grupos y perdimos los dos partidos.

 

-¿En Cuenca jugabas de esa misma manera?

 

-En Cuenca tuvimos tres técnicos, pero generalmente lo hice sobre la izquierda. Me gusta, porque puedo enganchar y tener toda la cancha de frente. Me acostumbré a ese lugar en la cancha.

 

-¿El cambio más grande de Cuenca a Barcelona fue en cuanto al entorno?

 

-El cambio es por la dimensión de los clubes. Barcelona tiene la exigencia de que no podés relajarte nunca, hay gran competencia por el puesto y la gente quiere ganar siempre. El paso por Cuenca me sirvió mucho, para conocer el fútbol ecuatoriano y encontrar mejor adaptación.

 

-¿Te ayuda tener en Barcelona un presidente y un entrenador argentinos?

 

-Lo que más me ayudó es que ellos me llamaron para venir, tanto el presidente Alfaro Moreno como el técnico Bustos. Sentir que te quieren de verdad es muy importante. Eso fue fundamental para mi decisión de venir acá.

 

-¿Es comparable Barcelona con River? Son los clubes más grandes en sus respectivos países.

 

-Sí, son comparables. En River estuve ocho años, aunque no llegué a debutar en Primera. Los dos son clubes grandes a nivel sudamericano, con historia, muchos títulos ganados, estadios impresionantes. La gente los sigue mucho y exige ganar. Obviamente River les sacó ventaja a todos en los últimos tiempos, por los resultados que consiguió.

 

-¿Te quedó esa espina de no haber llegado a trascender ahí?

 

-Siempre lo hablamos con mi señora. Tuve años buenísimos en River, pero no llegué a Primera. Ahí juegan los mejores y sería una bendición poder volver el día de mañana. Haciendo las cosas bien en mi carrera, tengo la ilusión de regresar alguna vez.

 

-¿De tu categoría hubo jugadores que llegaron al plantel profesional?

 

-Hubo algunos: Guido Rodríguez, Lucas Ocampos, Federico Andrada… Otros quedaron en el camino, como pasa en todos lados. Formamos muy buenos grupos, estamos en contacto y quedaron lindas amistades.

 

-¿Qué te dejaron los otros clubes en los que jugaste?

 

-A San Martín de San Juan le tengo gran aprecio, porque fue el club que me permitió debutar en Primera División. Y en Chacarita empecé jugando, después me lesioné, me operé la rodilla y ya no pude darle lo que merecía. También es un tremendo club y le tomé mucho cariño.

 

 

Una realidad que golpea

 

-¿Qué se dice en Ecuador con respecto al fútbol? Imagino que no debe ser la prioridad.

 

-Sin dudas que no es la prioridad. Como en todos lados, están viendo la forma de que se pueda volver a competir, pero todos sabemos que es algo lejano. Estamos viviendo el día a día, esperando las decisiones que tome el Gobierno, como pasa en todos los países.

 

-Mientras tanto, ¿se entrenan de manera individual?

 

-Al principio era muy complicado, estábamos buscando la manera de mantenernos. Después nos acoplamos con el profe al mando, con una aplicación que es la que usa la mayoría de los equipos. Lo llevamos bien.

 

-¿Qué comodidades tenés en tu casa como para entrenarte?

 

-Conseguimos una casa grande, con patio, tenemos buen lugar. Cuando supimos que se venía un receso, compré algunas cosas para hacer pesas y poder mantenerme un poco mejor.

 

-¿La situación en las calles de Guayaquil es tan complicada como se ha visto a través de los medios?

 

-No me gusta tocar mucho el tema, pero sí está complicada la ciudad. De todos modos, la gente está tomando las precauciones necesarias para poder salir adelante. Hay responsabilidad, como para que todo esto pase lo más rápido posible.

 

-¿Al principio, la gente no tomó conciencia de lo que sucedía?

 

-Puede ser, a todos nos pareció que era algo pasajero o que habría pocos casos. Con el correr de los días, nos dimos cuenta la gravedad que tenía.

 

-¿Qué tipo de precauciones toman ahora?

 

-Se puede salir una sola vez por semana, de acuerdo al número final de la patente del auto. Nosotros podemos hacerlos únicamente los lunes, siempre para cosas que sean de mucha necesidad.

 

-¿Cómo lo sobrelleva la familia?

 

-La nena se aburre un poco, tenemos que estar dándole actividades. Tratamos de aprovechar el patio, acá hay buena temperatura. Ella tiene 6 años, estaba por empezar el colegio el 4 de abril y finalmente va a ser el 4 de mayo, por internet.

 

 

La familia y el fútbol

 

-Te fuiste de Tandil siendo chico. ¿Tenías claro que ibas a ser futbolista?

 

-Cuando sos chico, lo único que querés es jugar y divertirte. Hicimos el baby en Moreno y Arana, donde me quedaron muchos amigos; pasamos por Newbery, Gimnasia y La Movediza, que nos quedaba cerca porque mi vieja vive en Villa Laza. A los 12 nos fuimos con mi hermano Luciano a Botafogo de Rauch. Como siempre iban clubes de Buenos Aires a hacer pruebas, empecé a ver la posibilidad de ser futbolista. Ahí tuve claro que quería jugar al fútbol.

 

-¿Ahí te captó River?

 

-Claro, fue Fernando Kuyumchoglu, que era técnico de la Octava de River, y nos llevó a Luciano y a mí. Vivimos en la pensión del club, un año juntos, y después mi hermano siguió por otro lado.

 

-¿Influyó integrar una familia de fútbol, sobre todo por el lado de los tíos Pérez?

 

-Sí, mi abuelo jugaba y mis tíos son todos futboleros: Javier, Cristian, Diego, Iván… A mis primos y a las mujeres también les encanta el fútbol. Todos ellos nos ayudaron mucho.

 

-En cada vuelta a Tandil, no debe faltar la pelota…

 

-Ni hablar, nos juntamos siempre a jugar. Con Iván, no siempre coincidimos con las vacaciones, pero con Cristian jugamos siempre.

 

-Te pongo en un compromiso. ¿Cuál es el mejor de los Pérez?

 

-Para mí, Cristian. Es increíble, juega mucho. Por algo jugó en Boca y en el exterior. En los reducidos, gana todos los torneos. Termina en una cancha y se va a la otra, está impecable físicamente, un crack.

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