La ardua preparación de las árbitras ecuatorianas bajo el intenso sol de Guayaquil

A las 5 de la madrugada el tiempo es limitado. Susana Corella, de 41 años, 17 de ellos como arbitra en Ecuador, vive en una zona popular en el norte de Guayaquil. Tiene 15 minutos para tomar el bus que la llevará a su trabajo.

Su oficina es una cancha de 110 por 90 metros. Durante 15 minutos hace los ejercicios de estiramiento y calentamiento. A las 6:15 empiezan el ejercicio más importante en la profesión: la velocidad.

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"En un partido lo que más necesitas es la resistencia, porque imagínate correr los 90 minutos más los adicionales. A los 75 ya comienzas a sentirte fatigada. Esa resistencia se refuerza con el gimnasio", explica Marcelly Zambrano.

Estefanía Paguay, de 32 años, lleva seis años en el arbitraje profesional. "Los logros que tenemos es que hemos salido a un Mundial, hemos salido a torneos Sub-17, Sub-20, Copa Libertadores, Copa América", cuenta.

Viviana Segura, de 36 años, lleva 16 años en el arbitraje. "Antes del arbitraje, empecé primero como atleta. Ingresé al arbitraje por una compañera que también fue árbitra internacional. Como en Esmeraldas en ese tiempo no había fútbol profesional tomé la decisión de irme de Esmeraldas a Guayaquil", relata.

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Ocho de las 130 árbitras que hay en el país son FIFA. Esta distinción eleva el nivel del arbitraje en el campeonato nacional y es su pasaporte para representar al país en escenarios mundiales.

Susana Corella cuenta que la preparación internacional la reciben de Conmebol.

Las árbitras FIFA participan en torneos de primera, segunda y tercera categoría, pero solo son jueces principales en torneos femeninos. En partidos de hombres de primera categoría, lo máximo que consiguen es ser árbitras de línea.

La jornada de Susana y sus compañeras concluye a las 7 de la noche, con el último entrenamiento. Así cierra la rutina profesional que las prepara para a la presión de jugadores, entrenadores y hasta aficionados en los partidos que dirigen en el país y el mundo.

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