Mena representa a una generación que aprendió a luchar en cada torneo y que hoy entrega la posta a una nueva camada.
Con 61 partidos disputados y 8 goles convertidos en la selección de Ecuador, el experimentado atacante Ángel Mena se despide de la Tricolor con palabras de agradecimiento y humildad.
Cerca de cumplir 37 años, Mena anunció que es momento de ceder el espacio a la nueva generación de jóvenes futbolistas ecuatorianos, en un gesto que refleja tanto su madurez como su compromiso con el desarrollo del fútbol en el país.
Mena ha sido un jugador clave en varios procesos de la selección ecuatoriana, y su retiro (tras el duelo del jueves contra Bolivia) marca el fin de un ciclo importante.
Este jugador, que ha destacado tanto en el ámbito nacional como en el exterior, es un ejemplo de dedicación y profesionalismo. Su último gol con la selección, contra Chile en noviembre pasado, significó un cierre personal, el último destello de una carrera internacional a la que el atacante ya había decidido poner fin, según contó hoy.
Mena reconoce que la falta de ritmo de competición en su club, Pachuca, influyó en su decisión de apartarse de la selección nacional, entendiendo que es hora de que otros ocupen su lugar con nuevas energías.
Su despedida no solo deja un vacío en la cancha, sino también en el vestuario. En sus propias palabras, compartir con un grupo "sano y unido" fue una de las experiencias más lindas de su vida, y es precisamente ese sentido de camaradería y liderazgo lo que Ecuador perderá con su partida.
En tiempos en que la selección busca consolidar una identidad más agresiva, como él mismo mencionó, la presencia de Mena en los entrenamientos y concentraciones aportaba estabilidad y experiencia.
Su rol, sin embargo, ha sido también el de un mentor para los jóvenes talentos que ahora están llamados a brillar, como ha reconocido el propio jugador.
Mena representa a una generación que aprendió a luchar en cada torneo y que hoy entrega la posta a un grupo que, aunque enfrenta sus propios desafíos de efectividad en el ataque, tiene el potencial de llevar a Ecuador a una nueva Copa del Mundo.
Este gesto de despedida es, además, una declaración de confianza en el proceso liderado por Sebastián Beccacece y en la capacidad de esta nueva camada de futbolistas para afrontar las eliminatorias sudamericanas.
Con su partida, Mena también deja un recordatorio sobre el orgullo que implica vestir la camiseta nacional. Para él, el honor de representar a Ecuador es incomparable, y se lleva consigo cada momento compartido en el campo y fuera de él. Su adiós es un llamado a los jóvenes para que no solo hereden su posición, sino también el respeto y amor por la camiseta.
Su retiro es, sin duda, el fin de una era, pero también el preludio de una etapa llena de promesas y oportunidades para Ecuador en su camino hacia el Mundial de 2026.
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