¿Qué vocero necesita Noboa?

Debido a su grado de exposición, fue un acierto de Daniel Noboa dejar en manos del viceministro de Gobierno, Esteban Torres, la vocería presidencial. Sin embargo, lo que hemos visto de él, hasta ahora, es un interlocutor enfocado más en la confrontación y la política que en la entrega de información para construir escenarios propositivos, como sí lo ha logrado Roberto Luque al frente de la crisis eléctrica.

Por eso es que no queda claro qué tipo de vocero quiere Noboa. Hace un par de días, prácticamente en el debut de esta actividad, Torres acentuó la difícil situación entre el Primer Mandatario y la vicepresidenta Verónica Abad, al anticipar que nunca será buena idea que ella, como así lo dice la Constitución, reemplace a Noboa cuando este tome licencia por 33 días, durante la campaña electoral.

Y más que datos certeros, sus comentarios enredaron las interpretaciones jurídicas sobre la manera en la que se piensa prescindir de la alta dignataria, sin que ella pase por un juicio político o se anime a poner la renuncia a su cargo.

Acto seguido, el constitucionalista Ismael Quintana hizo pública una interpretación rebuscada, forzada e ilegítima, para señalar que un fallo anterior de la Corte Constitucional (donde se señala que el mandato que hoy cumplen Noboa y Abad, al ser producto de la muerte cruzada, no se lo toma en cuenta como primer período computable a la reelección) evitaría que el gobernante pida licencia.

De igual manera están sus recientes declaraciones sobre las críticas de Human Rights Watch por las presuntas violaciones a derechos humanos en las cárceles. Torres ensaya posturas desafiantes que, tarde o temprano, le darán al Régimen la imagen de poco tolerante con la crítica y nada interesado en rendir cuentas.

Hay una infinidad de temas, como la provisión irregular de alimentos en las cárceles, que sí ameritan datos oficiales transparentes y voceros que los difundan sin necesidad de lanzar más gasolina a la hoguera, pues medios y organizaciones han pedido respuestas por más de 15 días en este asunto tan delicado. De eso se debería hablar.