1.- En términos políticos, el presidente Daniel Noboa tiene que convencerle al país de que la operación comentarios infames de AMLO sobre el asesinato a Fernando Villavicencio-declaración de persona non grata a la embajadora de México-otorgamiento del asilo a Jorge Glas, no es parte de un tongo entre el Gobierno y el correísmo para favorecer la impunidad del exvicepresidente de la República y así pagar los favores pendientes por el apoyo legislativo a las leyes del oficialismo.
2. El trago más amargo está en el vaso del Primer Mandatario. Es decir, la entrega del salvoconducto a Glas para que aborde un avión a Ciudad de México. Daniel Noboa tendría que hacerlo, según lo advierte el jurista Ramiro García Falconí, argumentando la obligación de respetar la Convención sobre Asilo Diplomático, cuyo artículo XII dispone al Estado territorial, salvo casos de fuerza mayor, la entrega del salvoconducto. Pero la tarde de este viernes, Carondelet recalcó que no lo hará, dando una señal política al electorado de que no forma parte de tinglado alguno. Recordemos que hasta el 21 de abril estaremos en campaña por la consulta popular.
3. Como Noboa se niega a dar el salvoconducto, Glas podría quedarse indefinidamente en la Embajada de México como ocurrió con Julian Assange, quien estuvo en la legación de Ecuador en Londres entre 2012 y 2019. O como pasó con María de los Ángeles Duarte, protegida por la Embajada de Argentina en Quito, entre 2020 y 2023. Assange fue sacado de la sede diplomática por las autoridades británicas y luego, arrestado. Duarte, en cambio, salió camuflada de la residencia del embajador, valiéndose del ‘despiste’ de la vigilancia policial ecuatoriana para escapar a Venezuela de manera clandestina.
4.- Glas podría optar por el escape, como ocurrió con Duarte. Si eso se da antes de la consulta popular, el escándalo perjudicaría los votos de Noboa. No sería extraño que el exvicepresidente aguarde un tiempo más en la Embajada mexicana hasta que la bulla por asilo se calme. Si la hipotética fuga se da luego de la consulta popular, Noboa ya verá cómo eludir las críticas alegando, otra vez, el despiste policial y agradeciendo al correísmo, entre dientes, por su paciencia y prudencia.
5.- El presidente Noboa y la canciller, Gabriela Sommerfeld no pueden dejar de recordar cómo la impunidad en torno a Glas y el escape de Duarte golpearon la credibilidad de Guillermo Lasso.
Opositores, analistas políticos y periodistas nunca descartaron que la excarcelación del exsegundo mandatario, en abril de 2022, fue el favor pagado al correísmo por su abstención en la reforma tributaria de noviembre de 2021, para que esta entrara en vigencia por el ministerio de la Ley. No fue suficiente que entre los dos acontecimientos hubieran pasado casi cinco meses. Todo era cuestión de que el SNAI de la época se hiciera el gil con los expedientes sobre la conducta del exvicepresidente en sus años de prisión y el juez de Manglaralto pudiera sacarlo de la cárcel.
Sobre la fuga de Duarte tampoco valió de mucho que Lasso se fuera a los insultos con el entonces presidente argentino, Alberto Fernández, y rompiera relaciones diplomáticas. Siempre pesó la sombra de que el gobierno permitió la fuga de la exministra correísta que, al igual que Glas, está acusada de corrupción. Antes de dejar el poder, Lasso, sin argumento político de peso, se abrazó con Fernández y todo volvió a la triste normalidad.
6.- El juego político en favor de Glas puede durar varias semanas o meses. La opinión pública bajará la guardia sobre este hecho, hasta que los responsables de esta operación nos madruguen con una noticia inesperada.
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