¿Qué es Ecuador para el mundo?

Es importante que el Gobierno evalúe, al menos puertas adentro, el poco entusiasmo que despertó la Cumbre Iberoamericana de presidentes, que se organizó en Cuenca. Y que se entienda por qué Ecuador no pudo convertirse en un espacio de convergencia donde los mandatarios de toda la región hablen de los enormes desafíos que sus pueblos tienen por delante.

Puede haber muchas explicaciones logísticas sobre la bajísima concurrencia de mandatarios: la cita económica en Perú de los países del Asia-Pacífico, donde fueron los mandatarios de EE.UU. y China. O la cita del G-20 de la siguiente semana, donde irán personajes como Javier Milei (Argentina) y Lula da Silva.

Pero tampoco que se puede negar que la ruptura con México, a propósito de la irrupción en la Embajada en Quito, en abril pasado, pudo resentir a un par de presidentes que no aceptaron esta decisión que tuvo por objeto impedir que Jorge Glas burlara a la Justicia ecuatoriana, cobijada por la diplomacia impresentable del Grupo de Puebla que, lastimosamente, comandan Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum.

Precisamente, los cambios políticos en dos de las grandes naciones del hemisferio: México y EE.UU. pudo ser otra razón para desalentar el interés en la Cumbre Iberoamericana donde Cuenca era la ciudad anfitriona, pues sus líderes están pensando en esas transiciones.

Ecuador y el presidente Noboa tenían, al menos, tres temas que posicionar en el debate regional, puesto que son de interés común: la difícil situación de inseguridad que, al ser transnacional, requiere soluciones comunes. También está la durísima situación migratoria que a todos nos afecta; y, la más agobiante: la crisis climática y energética que ha sumido al país en apagones insoportables.

Por lo tanto, es momento de pasar el dedo sobre el renglón de todo lo que no se ha hecho para que Ecuador se plante ante los países iberoamericanos y demande estrategias de integración que nos ayuden en este duro momento. Es posible que a nuestra diplomacia le haya faltado habilidad y eficiencia en la construcción de una agenda que no podía desperdiciarse.

Además, como se dice en términos criollos, era el momento clave para que Daniel Noboa se presentara en sociedad y proyectara la imagen de un joven político con un plan de nación para los próximos cuatro años. En su lugar, recorrió por todo el continente la preocupación por el enfrentamiento con la vicepresidenta Verónica Abad, que ha dejado un mal sabor de boca y que también explicaría la decisión de última hora del Presidente de Paraguay, de no subirse al avión.