Cuando un mandatario se empeña en ajustar las leyes para beneficiar a alguien de su entorno es porque siente que los límites de un Estado le son insoportablemente estrechos.
El problema es que si no se limita el poder, la democracia y los ciudadanos corren el riesgo de que los gobierne un personaje autoritario, con las nefastas consecuencias que ello pueda traer.
En las últimas horas, se han multiplicado las reacciones de diplomáticos, excancilleres y diversos profesionales por lo inconveniente que puede resultar que una de las reformas a la Ley Orgánica de Movilidad permita bajar a 30 años de edad, uno de los requisitos mínimos para ser embajador de cuota política. Es decir, de aquellas personas que el Primer Mandatario designa como embajadores por fuera de la carrera diplomática.
La propuesta tiene el aval de la bancada gobiernista de ADN y guardaría directa relación con el interés del presidente Daniel Noboa de nombrar a Soledad Peña como embajadora de Ecuador en EE.UU.
La Asociación de Funcionarios y Empleados del Servicio Exterior Ecuatoriano (Afese); la de Diplomáticos en Servicio Pasivo; los excancilleres de la República, Juan Carlos Holguín y Luis Gallegos; el Foro Permanente de Política Exterior, entre otros, han expresado su preocupación por el riesgo de que un cambio de esta envergadura se contraponga con el rigor, el profesionalismo, la disciplina y la permanente evaluación de las personas que son parte de carrera diplomática, un área tan compleja como la militar.
En otras palabras, no se pueden minimizar las competencias y la formación de cualquier persona que, por ser cercana a un gobierno, pueda ser parte de su cuota política en el servicio exterior, cuando los diplomáticos de carrera tienen que ascender, durante 25 años, con niveles de exigencia mucho más altos.
En la Asamblea, ahora sin una mayoría clara que prediga los resultados de cualquier votación, se verá con cuánta fuerza pasa esta transitoria dentro del paquete de reformas a la Ley de Movilidad, que además de bajarle la edad para ser embajador de cuota política, se suavizan méritos, así como la vigilancia de la Contraloría en estos requisitos.
En ese sentido, debe llamarnos a la reflexión la conducta de un gobierno que parece no aprender de los errores cometidos hace apenas dos semanas, como cuando se demostró que poner en el Ministerio de Energía a una persona totalmente inexperta, solo sirvió para que la crisis eléctrica llegara a un nivel no visto en los últimos 30 años.
Los apagones estuvieron a punto de aguarle a Noboa la consulta popular. Pero nada de esto parece moverle el piso a un joven presidente que cree que la disrupción o el cambio generacional pasa por el debilitamiento de las instituciones.
En Ecuavisa Digital publicamos un informe donde se constata que la plana mayor de los colaboradores más cercanos del presidente Noboa viene de distintas empresas. Del caucho, los cartones, las golosinas, el turismo, las líneas aéreas, la construcción, los eventos, etc. Casi todos esos funcionarios carecen de experiencia en la administración pública, por lo que el mérito más importante que podrían tener es la confianza del Primer Mandatario.
Es cierto que no se puede poner en duda, porque sí, la capacidad de desempeño público de un alto ejecutivo, pero tampoco es correcto extenderle un cheque en blanco.
De allí que lo verdaderamente importante es preservar las leyes y normas jurídicas que impiden que en el servicio exterior, en la obra pública o en la gestión de la seguridad se multipliquen las ‘andreas arrobo’...
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