Noboa: muchos anuncios, falta la estrategia

Desde el domingo 27 de octubre, día de la entrevista en el canal incautado TC Televisión, el Presidente de la República dejó de hablar del molesto tema de los apagones para ensayar otras líneas comunicacionales más amigables. Sin embargo, se nota que Carondelet no tiene la fuerza para posicionar e instalar nuevos temas de conversación, como sí ocurría, al menos, hasta hace dos o tres meses.

Es por ello que sus visitas a los diferentes cantones, en muchos casos, para ofrecer créditos, pagar atrasos pendientes o inaugurar obras, no despiertan mayor interés en la conversación diaria. En buena medida, Noboa y su equipo han caído en la misma agenda de cualquier gobernante que, por lo monótonas que resultan, no pasan de un registro noticioso.

Y propuestas más audaces, como pagar un bono de 44 dólares a 80 mil jóvenes vinculados con temas ambientales, tampoco marcaron la agenda nacional como se hubiera esperado. Qué decir de la reciente idea de reformar la Constitución para sacar a las personas privadas de libertad de la lista de grupos prioritarios, donde la única bulla posible va del lado de la crítica, ya que tanto la una como la otra, entran de lleno en el terreno del populismo.

En el fondo está la imposibilidad que tiene el frente político y de comunicación del Gobierno de alejar al país de la discusión sobre los apagones y entusiasmarle con otros tópicos, pues mientras los días sigan igual de calurosos, sin esperanzas de lluvia y con los embalses de las hidroeléctricas, siempre al límite de paralizarse, nada será más importante.

Se nota también que Noboa y su equipo aún no logran definir una estrategia sólida para enfrentar las conversaciones negativas alrededor de la crisis eléctrica, donde la gestión del Régimen se vuelva un insumo importante para que la opinión pública la tome en cuenta a la hora de construir información.

Una línea clara de trabajo, en ese sentido, es fundamental porque Noboa este momento carece de esa cuerda fuerte y segura que le permita transitar hacia la campaña electoral.

Aquello significa que tampoco hay certezas, ese momento, de que el candidato-presidente tome la batuta y marque el ritmo del próximo proceso electoral. Demasiados desafíos para el llamado cuarto de guerra.