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Quienes le justifican al Presidente de la República absolutamente todo, dirán que su silencio ante los nuevos apagones, masivos, improvisados y fastidiosos, se deben a una estrategia de comunicación tendiente a no hacer olas a días de la consulta popular que el Gobierno aspira a ganar con cierta comodidad. Y que, por lo tanto, hay que entenderle y apoyarle.
Ojalá y esta fuera la mejor explicación que se le puede encontrar a un comportamiento presidencial tan indolente. Lo peor sería suponer que Noboa está acostumbrado a andar así por la vida, campante, sin dar cuentas de lo que hace.
Muchos reconocimos el pragmatismo con el que Noboa, por ejemplo, encaró la reforma tributaria y decidió asumir el costo político por el alza del IVA a semanas de la consulta popular.
Fue tan interesante su posición que, incluso, la molestia por cómo pudo haber encarecido la vida estos días se ha procesado con cierta habilidad, pues la comunicación del Régimen tuvo dos ingredientes exitosos: la transparencia y el sentido de oportunidad.
Ahora no. La sequía volvió a aparecer, Colombia suspende la venta de electricidad al país y lo único que se le ocurre al Ministerio de Energía es reemplazar la palabra apagón por desconexión emergente temporal, con lo cual, ni siquiera se toman la molestia de hacer un cronograma de racionamientos, arriesgándose a que los electrodomésticos de la gente se quemen por la improvisación.
El resultado: la crítica generalizada de los usuarios por todos los inconvenientes y la sensación de que muchas de las acciones de un presidente que se asume como joven, disruptivo y eficiente, en realidad, lindan con la negligencia y la falta de ejecución.
¿No que la segunda ley emergente del Gobierno tenía como propósito capear los problemas de generación de energía? ¿Dónde están los resultados? ¿El plan de acción? ¿Los KPI?
Insisto, ojalá que el desdén con el cual Noboa ve un problema tan cotidiano como el de la dotación de electricidad sea una respuesta política (errada, por cierto) ante la llegada de un evento puntual y no la impronta de alguien que seguirá gobernando sin rendir cuentas.
Noboa está en la cresta de la popularidad. Sobre una ola que tarde o tempano perderá fuerza. La sabiduría de un líder está en prepararse para administrar ese nuevo momento. Cuidado y cuando la gente pierda el encanto, se encuentre con un mandatario sin empatía.
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