Noboa-Abad: la guerra está avisada

En este momento debe haber una profunda preocupación por la vicepresidenta Verónica Abad y las poquísimas opciones que, por fuera del marco constitucional, tiene el Gobierno para impedir que ella reemplace a Daniel Noboa cuando pida licencia por 33 días para hacer campaña electoral. Los conceptos y la indignación con la que Abad los esbozó en la entrevista de este martes 4 de junio en Contacto Directo, dan cuenta de que se viene un choque de trenes.

Y si en Carondelet hay un mínimo espacio para la autocrítica, reconocerán, como ya se dijo en una columna anterior, que fueron Noboa y sus asesores quienes echaron gasolina a una llama que con cabeza fría y desde el marco constitucional era posible controlar.

Al Presidente no le funcionaron las vocerías, ni la de Esteban Torres ni la de Diana Jácome. En lugar de calmar el conflicto, lo avivaron más, al punto de tomarlo a personal contra una mujer que, con cinco semanas de poder, puede administrar un desquite de consecuencias irremediables.

Nuevamente, el caso Correa y la tan delicada agende de impunidad está sobre la mesa, porque así como Noboa y sus funcionarios ensayan las piruetas más inverosímiles para que Abad no cumpla su principal misión, el reemplazo temporal o definitivo del Presidente, ella también podría actuar de la misma manera al interpretar el numeral 18 del artículo 147 de la Constitución. Esto es “indultar, conmutar o rebajar las penas, de acuerdo con la Ley”.

Más aún, cuando en Contacto Directo, la Vicepresidenta puso un argumento delicadísimo sobre la mesa al señalar que ella no tiene que contemplar si hay algo sentenciado por la Justicia, pero “tenemos que ver si esa Justicia actuó bien o actuó mal”.

Abad trató de suavizar el sentido de su expresión, añadiendo que esta discusión no es contra Correa, Moreno o Lasso, dando a entender que ella, con el caso Nene, es objeto de una presión del fiscal a cargo de las investigaciones. “Se trata de que la Justicia funcione para todos los ecuatorianos, incluida mi vida, incluida la vida de mi hijo que ha sido sometida a esta barbarie”.

33 días en el ejercicio del poder pueden ser mucho tiempo para consolidar una revancha judicial, que solo le hará daño al país. Y si a eso se suma que el populismo puede ser profundamente irresponsable al destituir ministros y echar abajo programas económicos, el panorama luce sombrío.

En este momento, por todo lo que se han dicho Noboa, sus voceros y Abad se ve difícil un acercamiento maduro y comprometido por el país. Sin embargo, es al Presidente a quien le corresponde dar el primer paso de sensatez para bajar el escalamiento que él comenzó, al pensar que las instituciones están a merced de los caprichos personales.

La Presidencia tiene varias semanas para desactivar la bomba, ojalá en Abad también prime el interés nacional y no solo el ánimo de la venganza, porque la historia no le perdonará.