El CNE rechazó los cinco reclamos que la alianza RC5-RETO hizo sobre el escrutinio en el que el presidente Daniel Noboa alcanzó la reelección con más de 11 puntos de ventaja sobre Luisa González.
Aún queda la opción de llevar el caso al Tribunal Contencioso Electoral (TCE), pero esa gestión difícilmente cambiará el curso de las cosas. Si Diana Atamaint, Enrique Pita, Esthela Acero y José Cabrera desestimaron todas las denuncias de presunta irregularidad sobre 1.875 actas de escrutinio, equivalentes a 500 mil votos, ¿sobre qué evidencias trabajarán los jueces electorales?
Es de esperar, por tanto, que el correísmo dé un paso constructivo y defina una agenda de trabajo que le permita reconectarse con el país. No será fácil, porque en este cometido hace falta mucho más que seguir recitando frases cliché de la izquierda sesentera o bautizar a su nuevo grupo parlamentario como Bancada Ciudadana. La tarea es casa adentro y con derroteros monumentales.
1.- La RC5 necesita una purga integral. Desde Odebrecht hasta la Liga Azul, pasando por Sobornos y los espantosos casos Metástasis y Purga... El correísmo se ha destruido por hacer de estos temas un espíritu de cuerpo y no reconocer ante el país que hubo corrupción y que cabe rendir cuentas.
2.- La sed de impunidad les pasó factura. Los gravísmos líos judiciales de Correa, Glas y compañía fueron la moneda de curso para garantizar la gobernabilidad de los presidentes. Arrinconaron así a Lenín Moreno, forzaron la salida de Guillermo Lasso y quisieron pasarse de listos con Daniel Noboa. En ese propósito destruyeron por completo a Jaime Nebot, su socio intermitente, al igual que a Leonidas Iza y su fracaso en la Conaie.
3.- Una respuesta convincente ante las conversaciones de Augusto Verduga. Los chats de la Liga Azul demostraron que en las entrañas de la Revolución Ciudadana habitan odiosidades, intrigas y desconfianza. Todos consideran a sus semejantes como poca cosa y, con tal de ganarse la confianza del expresidente, está permitido callar, tolerar y tapar los casos de corrupción.
4.- La revisión urgente de sus postulados. Esto pasa por garantizar, desde el Legislativo, el apoyo a temas fundamentales como el cuidado ortodoxo de la dolarización o el compromiso de que el Ecuador necesita reformas laborales, a la seguridad social y a la inversión privada que rompan con los mitos que por años ha sembrado su discurso populista. El Estado ya no puede ser su teatro de operaciones.
5.- El correísmo tiene que romper ética y políticamente con la dictadura venezolana. De lo contrario, su opción de competir legítimamente por el poder perderá fuerza y adhesiones. Es un principio de elemental sentido democrático y respeto por la vida y la libertad.
6.- ¡Coherencia, por favor! El país no tomó en serio la tesis del mega fraude porque si la RC5 se burló de la causa opositora en Venezuela, permitiendo que Maduro se robara las elecciones sin exigirle que presente una sola acta, ¿cómo puede hoy invalidar la reelección de Noboa?
7.- Qué hacer con Rafael Correa. Si la RC5 no empuja una transición interna, todos los cuadros de esa organización terminarán aplastados por un techo de cristal. Un exmandatario que apostó por reconocer a Maduro y ahora urde teorías de tintas mágicas que transfieren los votos de Luisa González a Daniel Noboa, dignas de un guion de Chespirito, no puede marcar la agenda de la que se supone es la organización más importante de la izquierda ecuatoriana.
Un nuevo momento se inicia para la RC5; a ver cómo lo aprovechan.
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