El 'sí' de Leonidas Iza será el anuncio más esperado de la próxima campaña electoral. Hay demasiadas consideraciones al interior de esa candidatura que no bastará el aliento de un grupo de analistas y activistas que día tras día posicionan el nombre del presidente de la Conaie, para que, al final del calendario, este termine diciendo que 'no'.
En Ecuador hay dos formas de llegar a ser un candidato presidencial con opciones de triunfo.
La primera, construyendo una idea de país sobre la base de un largo cuestionamiento al estado actual de las cosas, donde el pesimismo se convierta en el combustible de una campaña electoral relevante.
La segunda forma es llenando el espacio del outsider; es decir, de quien genere sorpresa y proyecte absoluta novedad.
Leonidas Iza, por el momento, no cubre ninguno de esos requisitos.
Analicemos el primero. La principal prioridad de los ecuatorianos es el combate a la inseguridad y si Noboa, ya de presidente, no hubiera sintonizado con esa rabia colectiva no estaría tan bien evaluado y con toda la energía para activar una consulta popular.
Iza, en cambio, no tiene un discurso sobre inseguridad. Es más, en pocas semanas tendrá que tomar una posición frente a las preguntas de Noboa. ¿Esta vez también hará campaña por el No frente a la extradición?
La visión de gobierno, de cambio y de país del titular de la Conaie data de la controversial movilización de 2019 y se quedó parqueada en el inaceptable paro de 2022.
En un Ecuador tan cambiante como el actual, la discusión no va por esos temas. Es más, el gran derrotero, la razón de ser de la Conaie, que es el precio de los combustibles, se ha relativizado tanto que el propio presidente Noboa ha hablado sin desparpajo sobre la conveniencia de focalizarlo, una medida que la ciudadanía, después de tanto trauma, la ha asumido como una necesidad.
Por tanto, ¿cómo reperfilaría Iza su razón de estar en la política nacional y romper la barrera del movimiento indígena?
Sería excelente empezar a escucharlo hablar de competitividad, de contacto con los multilaterales, de agroexportación, de riesgo país, de tecnología, de política fiscal, de su visión sobre Guayaquil, sobre Quito, sobre acuerdos comerciales, de minería ilegal, inversión extranjera, política exterior y unidad nacional.
Es verdad que Iza cuenta con un gran motor de movilización, pero a la vez ese tractor que trepa bien por el callejón interandino, en épocas de descontento, su máquina no desarrolla en terrenos como Guayas.
Y hablando ya de descontento, como adjetivo de cohesión social, este al parecer no despuntará en los próximos meses. O, al menos, el presidente Daniel Noboa se encargará de ello.
La segunda forma de llenar ese vacío electoral es siendo un outsider e Iza desde hace mucho tiempo que se volvió parte del paisaje nacional. De él no hay mayor novedad que resaltar. Por lo tanto, Iza se tomará todo el tiempo del mundo para decidirse a probar fortuna en un ambiente que no es el suyo: el de las elecciones y las instituciones. Y solamente dará el sí cuando esté convencido de que esta candidatura es para ganar, caso contrario dejará que alguien como Pedro Granja haga el papelón.
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