El agotamiento ciudadano por los cortes eléctricos subió de voltaje desde la tarde del jueves 24 de octubre. El Gobierno rompía su promesa de reducir los racionamientos de energía para comenzar jornadas implacables de apagones de hasta 14 horas. Las actividades productivas quedaron condenadas a tan solo cuatro horas de luz, porque las seis restantes se dan durante la madrugada, donde lo único que se preserva es el frío de la nevera y el uso del aire acondicionado, para quienes tienen uno en la Costa.
La indignación fue evidente en la discusión general que circuló por redes sociales el fin de semana, donde además se palpó el pobrísimo nivel de la clase política para entender, afrontar y plantear resoluciones a largo plazo. Por fin habló el presidente Daniel Noboa en una entrevista para la televisión abierta en una noche de cortes generalizados. Lo hizo 50 días después de que estallara el colapso energético, ese sábado 7 de septiembre, y que el gobierno atribuyó a una falla humana, al mantenimiento de las turbinas, a una zarigüeya o a la falta de agua.
Y a pesar de que, para la gran mayoría de la opinión pública, el Mandatario quedó en deuda con su mensaje a los ecuatorianos, al menos las reflexiones que formuló y los anuncios que hizo dieron cierto orden a una discusión en donde todos los sectores, menos el Régimen, tenían fuerza.
Uno de los momentos memorables de la entrevista fue cuando Noboa señaló que desde hace dos meses, ningún político ni candidato (seguramente también se incluye a él) hablaba de generación eléctrica “y ahora todos son expertos”.
En eso tiene toda la razón y, para desgracia de este país, ha quedado demostrado que nuestra clase dirigencial es excesivamente populista y oportunista.
Dejaron en la percha (en algunos casos esto es literal) las pistolas y el camuflaje con el que pretendían resolver la crisis de inseguridad, para ahora ponerse casco, guantes y botas de ingeniero para solucionar el problema eléctrico que ellos crearon y profundizaron año tras año, por lo menos, desde 2008, para poner un punto de referencia.
Ni siquiera hay conocimiento en el discurso de los salvadores. Estas graves falencias argumentales se cubren con la pésima costumbre de proferir palabras y groserías en sus alocuciones. El propio Noboa pronunció dos groserías en la entrevista; y el expresidente de la Asamblea, Henry Kronfle, que hace pocos meses metía las manos al fuego por la honestidad del mandatario, lanzó un video con palabras irrepetibles que desmerecen el oficio de la política.
¡Cuidado Henry Cucalón, en su deseo por mostrarse fresco y popular, se acostumbra a soltar epítetos como los que se le ha escuchado ya en un par de entrevistas!
Como nunca, este momento debiera ser para el diálogo constructivo. Pero lo único que emana de una buena parte de la militancia correísta, esta vez encabezada por el abogado Eduardo Franco Loor, es azuzar la sedición y el golpismo, anticipando que Noboa no llega a fin de año, cuando faltan menos de cuatro meses para las elecciones.
Se dirá que el gesto de la Asamblea, de votar por unanimidad en la nueva ley eléctrica, merece un aplauso.
Sí, es verdad, pero tampoco hay que olvidarse del componente oportunista de muchas fuerzas políticas que solo se mueven en función de las encuestas y dan su brazo a torcer solo cuando el agua les llega al cuello.
El canibalismo se incrementará en los próximos días bajo el argumento central de que Noboa es el peor presidente de la historia, superando a Lasso que ya ostentaba ese título, quien, a su vez, le arrebató semejante acusación a Lenín Moreno.
Mientras a nuestra clase política solo le motive tumbarse presidentes y decir que el actual es peor que el anterior, estaremos condenados como sociedad a los apagones eternos, así regrese la luz.
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