Todo lo que ocurrió la mañana de este lunes 8 de julio da para una profunda revisión de cómo los políticos maltratan la comunicación al punto de poner en riesgo, sea poca o mucha, su credibilidad. Casi todos comenten errores de bulto. Comencemos...
1.- El correísmo. No solo es una falla de comunicación, sino la constatación de que sus problemas políticos son tan profundos que han comprometido su reputación. Es incomprensible que hayan decidido defender públicamente a un personaje como Wilman Terán, forzando una serie de razonamientos jurídicos que riñen con la necesidad de una limpieza ética en la Justicia. Sin embargo, para esta agrupación no era necesario impulsar un juicio político contra el expresidente de la Judicatura. Fue tan escandalosa su postura que el resto de fuerzas parlamentarias, al sentirse expuestas ante la opinión pública, votó de forma contraria. El martes 16 se zanjará este proceso que, aparentemente, tendría 92 votos. Si no hay una sorpresa (algún legislador ausente o aturdido, incluso de ADN), Terán será censurado y la Revolución Ciudadana cargará con la acusación de haberle hecho, nuevamente, el juego a la impunidad.
2. Henry Kronfle. Desde hace un par de semanas, el discurso político del Presidente de la Asamblea se enfoca en desmentir todo lo que hace y dice el primer mandatario, Daniel Noboa. Ha optado por la confrontación como estrategia, aunque no se sabe bien para qué. ¿Para defender institucionalmente al Poder Legislativo, que él representa? ¿O para marcar su estrategia política de cara a una posible candidatura a Carondelet?
En todo caso, Kronfle tiene que evaluar objetivamente si sus rabietas y permanentes respuestas a Noboa le dan resultado o solo terminan por abonar a un ruido innecesario. Incluso, mostrando cifras y explicando procedimientos legislativos que son necesarios para el debate, pero que de momento lucen poco efectivos.
Hasta en TikTok ha buscado adentrarse para responder al Presidente. ¿Será que dio en el clavo?
3.- La Secretaria de Comunicación. A Irene Vélez no le resultó el experimento. Vendió la idea de que el presidente Daniel Noboa daría una gran entrevista con base en Radio Sucre, pero ampliando un enlace con más de 200 emisoras, para que el producto final fuera una tragicomedia. Es decir, el presidente más joven de la historia del país, entrevistado por uno de los radiodifusores más anticuados que le quedan al país, Vicente Arroba Ditto, conocido por sus preguntas adulonas con cualquier mandatario que se siente en su estudio. Cero preparación periodística, cero cuestionamientos y mucha lisonja para con Noboa y gestión como gobernante. Tampoco se entendió bien qué rol jugó en ese espacio el ministro de Gobierno, Michele Sensi-Contugi, que apenas respondió, muy por encima, dos preguntas. Y Vélez, una de las analistas políticas guayaquileñas de mayor proyección, confundiendo su rol de Secretaria de Comunicación con el de una periodista que, en vivo, le hacía preguntas a su jefe.El único personaje que medio salvó los muebles fue Oswaldo Calderón, el otro conductor de Radio Sucre, con un par de preguntas enfocadas.
4. Daniel Noboa. Pese al despropósito de esa entrevista radial, a Noboa no le fue mal porque logró instalar con fuerza discursiva la idea de que hay un viejo Ecuador interesado en boicotear las reformas del Nuevo Ecuador. Sus cifras, que de inmediato fueron refutadas por la prensa, las redes sociales y por Henry Kronfle, apuntalaron un relato que aún le funciona a Noboa. El gran problema de este discurso es que tiene patas cortas y puede minar esa gran credibilidad que aún acumula el mandatario, que es del 57 por ciento, según Ipsos y que está muy por encima de la de sus ministros. La Secretaría de Comunicación tiene que cuidar las formas y no provocar un tropezón del Presidente.
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