Si es que en algún momento, el Ecuador tuvo un sistema de partidos políticos, lo ocurrido en los últimos días, nos advierte que este ya no sirve para nada. Bueno, para lanzar candidaturas y esperar a que estas ganen. Y si en el ejercicio del poder, las autoridades que patrocinaron se desgastan, no pasa nada. Todo es cuestión de fingir demencia, retirarles el apoyo político, propiciar nuevos camisetazos y seguir así por la vida, mientras llegan las siguientes elecciones.
Más allá de su marcado anticorreísmo, ¿qué pueden tener en común la carismática y luchadora Andrea González con Sociedad Patriótica, el partido del expresidente Lucio Gutiérrez que en cada elección cruza los dedos para no desaparecer?
Es como haber juntado el agua y el aceite. Una política joven, con ideas modernas frente a una estructura de profunda raigambre populista.
A Andrea González, que ha militado desde la izquierda ambientalista, se le hará muy difícil converger el ‘gutierrismo’, al que sus adversarios acusan de neoliberal y extractivista.
¿Qué líneas rojas no se van a cruzar? ¿Cuál es la visión de Estado que ambas corrientes comparten?
Si hablar de ideologías para muchos es una discusión anticuada, al menos cabe debatir sobre pensamiento político y algunos valores que den al país cierta coherencia. Claro, la coherencia que ha faltado en varios dirigentes del PSC, al momento de apoyar programáticamente a los gobiernos que, se suponen, son de la misma tendencia.
Y ahí está el viceministro Esteban Torres, que hoy dice no haber sido nunca “parte formal del PSC, a pesar de haber sido su jefe de bancada”. Seguramente, desde el gobierno que hoy defiende creerá que las acciones políticas de los socialcristianos se cotizan a la baja y que es mejor apoyar al carro ganador y respaldar varias de las políticas económicas que, cuando era legislador opuesto a Guillermo Lasso, siempre cuestionó.
En fin, esto de las puertas giratorias no debiera ya sorprender a nadie. Si hasta los constitucionalistas más elocuentes se han permitido ofrecer sus servicios al Régimen, para buscar algún resquicio que le evite al presidente Daniel Noboa pedir licencia y encargarle el quiosco a Verónica Abad.
Meses atrás, ese mismo jurista, Ismael Quintana, se mostraba cerca de la Vicepresidenta, con foto y bandera incluidas. Casi casi, su asesor.
Pero lo más insólito de todo esto sea ver la desbandada de los legisladores de Construye, quienes ya han superado el luto por Fernando Villavicencio y hoy se amparan en tiendas como la socialcristiana, casa de Pablo Muentes, peligroso archirrival del asesinado candidato. O prefieren apoyar al Gobierno que ha hecho lo imposible por desaparecer a esa tienda antes del inicio de las elecciones.
Sofía Sánchez y Gissela Molina van ya por el tercer cambio de camiseta. Llegaron con Pachakutik en 2021, apoyaron a Villavicencio en 2023 y ahora están con Jaime Nebot. ¿Con tantos huecos conceptuales, es posible hacer una actividad política medianamente responsable?
Estas elecciones serán un verdadero despelote, que Dios nos coja santiguados.
Recomendadas