Su discurso durante la inscripción de su candidatura a la Presidencia de la República cuenta más que su plan de gobierno. Las alusiones que hizo, definiéndose como un personaje “antisistema”, obliga a que cualquier analista, periodista e historiador le pregunte cómo piensa derribar un sistema para construir otro.
El presidente de la Conaie quiere acabar con el capitalismo, porque cree que este destruye el territorio y la vida. Y para hacerlo, obviamente, su proyecto y sus sueños –así lo insistió- no caben en una urna ni tampoco empiezan o terminan con las elecciones. Su concepción de democracia, que eufemísticamente define como participativa, tiene que romper controles y contrapesos para sentar en su lugar un modelo vertical y controlador.
De allí que en esta campaña, Leonidas Iza tendrá que explicar cómo se destruye un modelo para edificar otro, sin que en ese lapso se produzca una explosión política que someta al país al caos, la incertidumbre y al enfrentamiento interno.
Su ecuación, a menos que se haya moderado, no debe sorprendernos. Se enfrentará al poder empresarial y buscará que vía impuestos, confiscaciones y controles, este opere únicamente para alimentar un Estado que seguirá siendo obeso, ineficiente y muy mal administrado.
Su ejercicio político pasará de la legítima negociación con aliados y adversarios, para hacer de la movilización social el vehículo para ejercer el poder. Si en 2019 y 2022, Iza neutralizó al Estado y lo arrinconó sobre la base de la protesta, de presidente puede utilizar toda esa fuerza para someter a lo que seguro Iza llamará poderes fácticos, grupos oligárquicos o enemigos de los pobres.
En sus manos puede quedar, por ejemplo, el control político de los alimentos, si las organizaciones campesinas operan para su proyecto presidencial. Se me ocurre que un Alcalde que le haga oposición, corre el riesgo de que la ciudad que comande quede desabastecida. O si hay un complejo empresarial sobre el que quiera incidir, la movilización social siempre será un mecanismo de presión.
Desde su irrupción política, hace cinco años, Iza ha hecho del concepto combustibles-baratos su principal batalla de lucha, por lo que es de esperar que si gana las elecciones, el subsidio a los hidrocarburos se aplicará de inmediato, sin tomar en cuenta los entornos macroeconómicos. ¿La dolarización le estorba?
No se trata de jugar a la futurología, pero con Iza, el debate alrededor de la explotación petrolera será largo e impredecible. Estatista como es, querrá profundizar en el control absoluto de esta área: exploración, explotación, refinamiento y comercialización. Por lo tanto, las tensiones con el mercado no se harán esperar, al punto de que el desabastecimiento de combustibles baratos puede ser una realidad recurrente.
Si uno es esclavo de lo que dice y amo de lo que calla, haber manifestado en el auditorio del Consejo Nacional Electoral que su visión es ir en contra del sistema, significa que está planteando al país un escenario de tensiones, fricciones y enfrentamientos que coparán la agenda nacional con mayor rapidez que aquella que promueve el orden económico, la iniciativa privada y la libertad en todo sentido.
Iza ha hecho un esfuerzo inmenso por mostrarse radical. La apuesta es audaz, porque es mucho más fácil destruir que construir. Y eso se notó en los dos últimos paros nacionales.
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