Finney junto con su esposa Fran tomaron la decisión de someterse a la criogenización hace 20 años.
El renombrado programador Hal Finney falleció el jueves pasado a los 58 años de edad tras llevar cinco años luchando contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Al declararse su muerte, el cuerpo de Finney fue inmediatamente trasladado al laboratorio de la empresa criónica Alcor Life Extension Foundation en Arizona (EE.UU.), según informó el portal 'Wired'. La noche del jueves la sangre y otros líquidos fueron retirados del cuerpo de Finney y remplazados por M-22, un químico que impide que cristales de hielo se formen en el tejido enfriado y destruyan las membranas celulares.
Actualmente la temperatura de su cuerpo está siendo bajada despacio, hasta llegar a los -195 ºC.
Finalmente será preservado dentro de un contenedor que contará con 450 litros de nitrógeno líquido para mantener su estado de animación suspendida.
"Es donde se quedará hasta que contemos con las tecnologías para resolver los problemas que tenía, como la ELA y el envejecimiento, y volver a la vida a Hal, feliz e íntegro", explicó Max More, director de Alcor y amigo de Finney.
Finney junto con su esposa Fran tomaron la decisión de someterse a la criogenización hace 20 años.
Ningún ser humano ha sido resucitado tras el enfriamiento criogénico, y muchos científicos lo consideran "imposible".
Finney, un experto en encriptación, era un entusiasta del desarrollo de la criptomoneda bitcóin y llegó a ser uno de los primeros programadores en colaborar en el código fuente abierto del sistema.
En 2009, Finney recibió la primera transacción en bitcoines del fundador Satoshi Nakamoto.
Su trabajo en el sistema bitcóin no le trajo muchas ganancias, ya que la mayor parte de sus ahorros fue gastada en sus tratamientos mucho antes de que la moneda despegara.
La familia recibió 25 bitcoines en donaciones, unos 12.500 dólares.
Esta suma se destinará para el mantenimiento criogénico de Finney, contó Fran.
Según ella, Finney no se ilusionaba con ser resucitado, pero hasta sus últimos días creía en el avance tecnológico.
"Nunca me decía que volvería, sino que esperaba volver", dijo Fran.
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