La indignación de miles de mujeres, especialmente jóvenes, por la muerte de Mahsa Amini el pasado 16 de septiembre ya había explotado en las calles de Teherán -se quitaban el velo, lo ondeaban y se cortaban el pelo en protesta por los abusos de la policía de la moral y las políticas patriarcales de la República Islámica- cuando el esposo de Mina* fue trasladado al hospital con un ataque al corazón.
Lograron salvarle la vida, pero desde entonces está en coma.
Los médicos aseguran que es imposible predecir si algún día recuperará la conciencia, lo que representa un gran dolor para Mina, que además de tener que enfrentarse a la situación de ver a su marido en dicha situación, le abre un gran número de incertidumbres en su vida.
Una de ellas es si podrá continuar con sus viajes, necesarios para su trabajo. Su pasaporte está próximo a caducar lo que indica que en pocos meses no solo tendrá que sacar uno nuevo sino que tendrá que renovar también el permiso que según la ley le tiene que dar su marido para salir de Irán.
Este "visto bueno" lo saca cada vez que vence su pasaporte, algo que había sido un procedimiento rutinario durante los años que llevan de casados.
"Obviamente es horrible pensar que tu marido te tiene que dar permiso para sacar pasaporte o salir del país, pero terminas por asumir que es la ley", explica Mina que puntualiza que el nuevo escenario al que se enfrenta es aún más "humillante".
Si su marido no está en capacidad de dar esta autorización, lo tiene que hacer su suegro o en su defecto los hermanos de su esposo. En su caso no tiene ni lo uno ni lo otro; la única opción posible que ella baraja ahora es el esposo de la hermana mayor de su pareja con quienes tiene una relación infernal; no se hablan. Sus cuñadas nunca vieron con buenos ojos que ella fuera una mujer independiente que viajara continuamente.