01 ago 2024 , 13:50

¡Lo que vale este oro!

En un país golpeado por la violencia y la corrupción, la medalla de oro de Daniel Pintado es un rayo de esperanza en medio de la oscuridad y un llamado de atención a nuestros líderes.

   

El triunfo de Daniel Pintado en los 20 km marcha en los Juegos Olímpicos de París 2024 es más que una victoria deportiva; es un rayo de esperanza en medio de la oscuridad que envuelve a Ecuador.

En un país golpeado por la violencia en las calles, la corrupción política y judicial, y una constante sensación de desesperanza, el deporte emerge como un poderoso símbolo de disciplina, trabajo, sacrificio y unidad.

La imagen de Daniel Pintado, abrazado por Jefferson Pérez, el primer héroe de la marcha ecuatoriana, encapsula una historia de legado y perseverancia.

Pérez, quien ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, transmitió simbólicamente el manto a Pintado en un gesto que resonó profundamente en el corazón de los ecuatorianos.

Este abrazo entre dos cuencanos, inmortalizado en una foto frente a la Torre Eiffel, simboliza la continuidad de una tradición de excelencia en la marcha atlética ecuatoriana.

"Una foto, toda una historia. Pasaron 28 años para que un ecuatoriano vuelva a llevarse una medalla de oro en los 20 km marcha en unos Juegos Olímpicos," escribió el Comité Olímpico Ecuatoriano al compartir la imagen de Pintado y Pérez.

Este logro no solo celebra el talento individual de Pintado, sino que también resalta el potencial colectivo de un país que, a pesar de sus desafíos, sigue produciendo atletas de élite.

Daniel Pintado tenía apenas un año cuando Jefferson Pérez hizo historia en Atlanta. Ambos comparten más que una disciplina; comparten el mismo origen: Cuenca, la cuna de la marcha en Ecuador.

A una altitud de 2.560 metros sobre el nivel del mar, Cuenca ofrece un entorno ideal para la preparación de estos atletas, aunque, lamentablemente, carece de la infraestructura adecuada que ellos merecen.

A pesar de su éxito, la realidad es que los marchistas ecuatorianos entrenan en condiciones precarias. La falta de una pista adecuada en Cuenca es un reflejo de la desatención que sufren los deportistas.

Aún recordamos que Panam Sports solicitó el retiro de la donación del anillo atlético que debía ser instalado en el parque Miraflores de Cuenca debido a la demora en la obra civil y las disputas entre las autoridades deportivas provinciales y el Comité Olímpico Ecuatoriano.

En pleno año olímpico, atletas como Pintado, Paula Torres y Glenda Morejón tuvieron que entrenar en una pista de tierra alrededor de la cancha de fútbol del estadio Alejandro Serrano Aguilar. Esta situación subraya la brecha entre el potencial de nuestros deportistas y el apoyo que reciben.

La victoria de Pintado debería servir de lección para los políticos y dirigentes del deporte en Ecuador. Si nuestros líderes pudieran emular la disciplina, el trabajo, el sacrificio y la unidad que demuestran nuestros deportistas, Ecuador sería un país mucho más grande en valores.

La gestión efectiva y la inversión en infraestructura deportiva no solo mejorarían el rendimiento de nuestros atletas, sino que también inspirarían a toda una nación, le daría actividad extracurricular a nuestros jóvenes, algunos lamentablemente metidos en bandas o siendo víctimas de estas.

La medalla de oro de Daniel Pintado es una llamada de atención y una fuente de inspiración. Nos recuerda que, incluso en tiempos de adversidad, la perseverancia y la dedicación pueden llevarnos a la cima.

Ahora es el momento de que los líderes ecuatorianos tomen nota y trabajen para proporcionar a nuestros atletas el apoyo y los recursos que merecen. Solo así podremos construir un mejor Ecuador.

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