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Resta una semana para que Daniel Noboa asuma la Presidencia de la República y ya hay algunas señales de que la convivencia dentro del nuevo gobierno será una montaña rusa de tensiones.
Ya en la gira a Estados Unidos hubo sectores a los que les pareció extraño el bajo perfil, por ejemplo, de la nueva Ministra de Economía, en gran medida porque Noboa así lo prefiere.
Y durante la entrega de credenciales por cuenta del Consejo Nacional Electoral aparecieron nuevas evidencias de que Noboa y la vicepresidenta electa Verónica Abad tienen una muy mala relación.
Tal es la situación que mucha gente, periodistas y políticos, han comentado en redes sociales que la frase de Noboa, en el sentido de que su camino a la Presidencia de la República estuvo sujeto a traiciones de gente que él mismo eligió, pudo haber sido una clara indirecta hacia Abad.
Ellos no habían estado juntos desde la campaña de primera vuelta, por lo que la frialdad en el acto de las credenciales acrecentó las certezas de que el distanciamiento continuará incluso durante sus funciones.
No es bueno para el país que los dos mandatarios tengan una mala relación. Y menos, que Noboa insista en resaltarlo. Total, nadie más que él es responsable de haber escogido a Abad, por lo que los ecuatorianos no merecen una relación tirante.
Desde 1996, Abad es la segunda Vicepresidenta de la República elegida en las urnas. La primera fue Rosalía Arteaga, quien compartió la papeleta electoral con el roldosista Abdalá Bucaram. Ambas son académicas cuencanas.
Curiosamente, Arteaga fue marginada desde un principio de ese gobierno que apenas duró seis meses, debido a que el grupo que rodeaba a Bucaram la apartó por completo. Y cuando el país se levantó contra el Mandatario, la salida constitucional fue tortuosa, pues Rosalía no pudo acceder a la sucesión, mientras el PSC y sus acólitos en el Congreso se inventaban el interinazgo de Fabián Alarcón.
Durante muchos años, el país dijo que el machismo impregnado en la cultura política fue el causante de la mala relación entre Bucaram y Arteaga y que luego, ella no pudiera reemplazarlo en el cargo.
Pero claro, aquello ocurrió hace 27 años. Hoy la sociedad ha evolucionado y el debate público sobre la violencia política contra la mujer ha tomado conciencia.
El presidente Daniel Noboa debe ser muy cuidadoso de que sus desavenencias con la segunda mandataria se manejen desde el lado del respeto personal y la institucionalidad.
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