Lo más seguro es que el debate de segunda vuelta de este domingo 23 de marzo no marque necesariamente el devenir de la campaña electoral. No se escucharon grandes propuestas, de ninguna de las dos partes, pues más bien se dedicaron a neutralizarse, con pocos resultados efectivos.
Luisa González entró, desde el inicio, con un semblante excesivamente serio y un tono agresivo que no le favoreció porque se notó impostado.
Daniel Noboa apostó por una imagen más fresca, jeans y sin corbata, y su talante más sonreído proyectó que, en un escenario como un debate acartonado, que no es lo suyo, también puede desenvolverse.
Luisa optó por un rol fiscalizador y descuidó la capacidad de propuesta o de darle esperanza al Ecuador con una visión de futuro.
Era claro que la candidata trató de mover el relato de la corrupción, el gran karma del correísmo hacia el lado de Noboa a propósito del caso NoboaTrading, sobre presunto tráfico de droga con banano, que el país no conoce a profundidad y que se volvió el eje de buena parte del debate que Noboa no lograba esquivar.
No obstante, el candidato presidente sí tuvo oportunidad de recordarle a Luisa, capítulos oscuros de su partido: Aleaga, la Liga Azul, las jubilaciones, el desfalco del IESS, Glas, los pagos de PDVSA y de Maduro para Rafael Correa y un familiar del exvicepresidente, etc.
El capítulo más amargo tiene que ver con el lodazal de las acusaciones y la corrupción que demuestra que la clase política está más para taparse las triquiñuelas que para promover un cambio adicional.
Fueron tantas acusaciones y tantos casos que, seguro, dejaron en el país más confusión que respuestas o certezas.
Basados en la idea de que los debates deben dejar una idea fija en el electorado, una frase picante o jocosa, Luisa González ensayó varias: desde el “no mientas otra vez”, o el “no, Noboa, no” o el “enfócate”, nuevamente, sentó demasiadas ideas que no cumplieron con ese objetivo de recordación.
Noboa, en cambio, asestó quizá un apunte más picante, como el de pagarle a su contrincante una beca en economía luego del 13 de abril.
Eso y la permanente referencia al chat de la Liga Azul, con el mote de la Rana René, o el de Luisa te desdolariza, molestaron a Luisa González, en más de una ocasión y ella, descontrolada, le exigió respeto y habló de temas sensibles como la exesposa y la hija del mandatario.
En síntesis, el debate, nuevamente, empató el partido. A Luisa se le vio más decidida y, en cierta manera, marcó su esencia como posible presidenta. Noboa, por su parte, tuvo el mejor desempeño de los cuatro debates en los que ha participado, lo cual le permitió exponer y proyectar mejor su visión nacional desde sus puntos de vista, permitiéndole ganar terreno para la segunda vuelta.
Luisa patinó en el tema de reconocer a Nicolás Maduro siendo un régimen dictatorial, usando el drama de los venezolanos migrantes como pretexto para su expulsión.
Noboa no logró desarrollar bien su mirada de cómo el SRI debe cobrar los impuestos a su familia, lo cual abre dudas que la gente tendrá que sopesar.

Como fue un debate parejo, lo más seguro es que esto no mueva la tendencia de manera drástica. En estas tres semanas de campaña se construirá el desenlace.
Recomendadas