Hace 10 años está dedicado totalmente al cuidados de sus 'hijos' de cuatro patas.
Chiquita, princesa, negro, son parte de los 67 perros que desde hace diez años Gonzalo Ushiña rescató, acogió y a los que ha dedicado su vida.
"El cariño que me tienen, me abrazan, me besan, nos revolcamos en la hierba, todos quieren jugar conmigo", explica don Gonzalo.
"Al año tenía 10, a los dos años 20 y así, para mí son hijos porque los quiero demasiado", agrega.
Él es chucho, hace una década cautivó con su dulzura el corazón de don Gonzalo y allanó el camino para la llegada de los demás. Actualmente están ubicados en ocho puntos, en el sur de Quito.
"De verles a los perritos afuera en la calle, con hambre, con frío. Comencé a hacerles en los parques casitas", cuenta.
Les da comida, les corta el pelo, les peina, los ama. Don Gonzalo dejó su trabajo para entregar todo su tiempo a los perritos.
"La rutina comienza a las 04:30 cuando preparo las ollas de comida y cuarto para las 5 les estoy dando de comer, hasta las 3 o 4 de la tarde", afirma.
En este parque de la Clemente Ballén están 17 y junto a él vamos a ver a 11 más. Escuchan su silbido y ya se ponen atentos.
Ahora, junto a su carreta, la parada es otro punto donde se encuentra un nuevo grupo, deleitan el paladar mientras él arregla sus cobijas, sus casitas. Cuenta don Gonzalo que el COVID-19 no lo perdonó, lo contrajo y estuvo hospitalizado, el motivo para luchar por su vida tenía 67 rostros.
"Estuve con oxígenos 12 días y desde el segundo bloque del hospital yo veía a mis perritos", recuerda don Gonzalo.
Él logra cubrir las necesidades de los perritos con donaciones, sin embargo la pandemia lo complicó.
"Ya un año la ayuda me ha bajado bastante y me desespero porque veo que necesitan la comida", dice. "Cuando ellos comen me siento bien y cuando no hay es una tristeza para mí", añade entre lágrimas.
Los recoge y rescata del abandono, no pide nada a cambio y solo recibe amor.
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