Sabina se despidió en Quito con un "concierto teñido de melancolía"
El compositor llegó hoy a Quito tras una larga ronda de conciertos por América Latina.
El cantante español Joaquín Sabina cerró hoy en Quito su gira latinoamericana con un "concierto teñido de melancolía", como él mismo lo describió, en el que ofreció una amplia selección de sus poéticos temas y compartió con el público algunos comentarios sobre momentos muy personales.
El Sabina de siempre, el de los bares de copas, la melancolía, el desamor, la calle y las travesuras, fue recibido por un público que había "estudiado la lección", como dijo el cantante, y que se mostró muy predispuesto a acompañarlo coreando sus letras desde el inicio del espectáculo.
Decenas de sombreros tipo bombín, como el que Sabina luce desde hace años sobre el escenario, salpicaban las gradas y el patio del Coliseo Rumiñahui en homenaje al artista, de 66 años, quien apareció sobre las tablas apoyándose en un bastón, para sorpresa de muchos.
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Y es que un tropiezo durante su reciente estancia en México, como parte de la gira "500 noches para una crisis", le hizo tener que recurrir a ese elemento de apoyo.
Pero no le obligó a guardar reposo, como le recomendaron, según reveló: "Queríamos cantar en Quito, ¡qué carajo!", espetó al referirse a la capital ecuatoriana, donde el cantautor de Úbeda dice que le dan "boca a boca, buena vida".
Y así transcurrió la gala, entre canciones y bromas unas veces dirigidas al público y otras a sus propios compañeros en el escenario, como el saxofonista, al que trató con picardía de levantar la falda escocesa mientras tocaba.
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El compositor llegó hoy a Quito tras una larga ronda de conciertos por Chile, Perú, Colombia, México, Panamá, Uruguay y Argentina, además de varias ciudades españolas, una gira que ha sido la más gratificante de su carrera, según él mismo confesó esta semana.
Pero las confesiones continuaron hoy en el escenario, donde ofreció un breve monólogo para explicar cómo surgió esta gira, en la que revive su disco "19 días y 500 noches", y donde intimó con el público al hacerle partícipe de momentos difíciles, como un ictus, la pérdida de una novia o una depresión, entre otros.
El público lo recompensó entregándose con entusiasmo a su interpretación en un estadio repleto de gente, la gente que ve en Sabina al poeta que sabe tocar el corazón, como él mismo anticipó que trataría de conseguir en este concierto.
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