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Es imperativo asegurar que la selección de Ecuador no solo participe, sino que compita al más alto nivel en torneos internacionales.
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Ecuador cayó en cuartos de final de la Copa América 2024 ante Argentina y se quedó sin entrenador.( )
La búsqueda de un nuevo entrenador para la selección de Ecuador es una prioridad urgente para la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF). Tras los fracasos con los europeos Jordi Cruyff y Félix Sánchez Bas, se ha evidenciado la necesidad de un técnico con características específicas y una comprensión profunda del contexto sudamericano.
Por algo a la Tri le fue mejor con el argentino Gustavo Alfaro, solo para mencionar a los tres técnicos contratados en la era de Francisco Egas al mando de la FEF.
Muchos nombres ya suenan para reemplazar a Sánchez Bas y seguramente sus carpetas están siendo analizadas en el escritorio de Egas, que ya no puede volverse a equivocar en la elección del DT, que debe tener al menos las siguientes características:
El fútbol sudamericano tiene peculiaridades que solo alguien con experiencia en la región puede entender y manejar eficazmente. La FEF ha aprendido esta lección de la manera difícil con entrenadores europeos, cuyos métodos y estilos no lograron adaptarse a la realidad del fútbol en esta parte del mundo.
Por lo tanto, se busca un técnico que no solo conozca la intensidad y la competitividad de las ligas sudamericanas, sino que también tenga un historial probado en torneos Conmebol, como la Copa Libertadores, la Copa Sudamericana, y las eliminatorias mundialistas.
La independencia para tomar decisiones sin influencias externas es crucial. El nuevo entrenador debe tener la personalidad y el carácter para resistir las presiones de dirigentes y otras figuras que intenten imponer jugadores en las convocatorias.
No más listas inexplicables con jugadores sin ritmo mientras otros que están en forma quedan fuera.
La marginación injusta de talentos como el arquero Pedro Ortiz y el delantero Michael Estrada no puede repetirse. Necesitamos un líder que tenga el control absoluto sobre las selecciones, basado únicamente en méritos y rendimiento.
El liderazgo dentro del equipo empieza por el entrenador. El técnico debe ser capaz de imponer disciplina y mantener un ambiente de profesionalismo.
Episodios vergonzosos, como los jugadores que se fueron a un bar nocturno en Nueva York o las peleas entre Carlos Gruezo y Moisés Caicedo en la cancha, no pueden volver a ocurrir.
Es fundamental tener un entrenador que inspire respeto y que maneje adecuadamente la dinámica de grupo, promoviendo la unión y el enfoque en los objetivos comunes.
El fútbol moderno exige versatilidad táctica. El nuevo técnico debe ser capaz de hacer jugar bien a los seleccionados, aprovechando sus talentos y ubicándolos en sus posiciones naturales.
No más improvisaciones que expongan a los jugadores a críticas innecesarias. Además, debe tener la habilidad de adoptar varios estilos de juego, un plan A, B y C, adaptándose a las diferentes circunstancias de cada partido.
La capacidad de equilibrar un enfoque ofensivo y defensivo es esencial para evitar goleadas por descuidos o la ineficacia por falta de agresividad.
El conocimiento del fútbol ecuatoriano es un requisito indispensable. El nuevo entrenador debe adaptarse rápidamente, ya que el próximo partido contra Brasil está a la vuelta de la esquina, el 5 de septiembre, en la fecha 7 de las eliminatorias al Mundial 2026.
Conocer las fortalezas y debilidades del equipo, así como las particularidades de los jugadores locales, permitirá una transición más fluida y un impacto inmediato en el rendimiento del equipo.
La FEF tiene una tarea compleja por delante. Encontrar un entrenador que cumpla con todos estos requisitos no será fácil, pero es imperativo para asegurar que la selección de Ecuador no solo participe, sino que compita al más alto nivel en los torneos internacionales.
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